viernes, 11 de febrero de 2011

UN CIELO SIN COLOR....

He perdido la esencia que le daba a mi alma perfume, he perdido el color de mi Áurea, los  reflejos malvas que alumbran mi camino. Me han medido con raseros que no eran míos, jamás me han visto… he sido una mentira para aquél que he querido.
En el umbral de la muerte, dispuesta a mi nuevo destino, siempre pedí cerrar los ojos mirando los tuyos, pensando de forma errónea que tu sentías lo mismo.
Han sido tantas las mentiras acumuladas en mi destino, tantas veces he camuflado mis sentidos ofreciendo al mundo un rostro que no era el mío, dando alegrías a mis amigos y haciendo de mis penas algo íntimo…tanto me ha dolido esta vida que he vivido, que el corazón se secó hace siglos. Ya no siento nada, ni pesares ni olvidos. Ni tan siquiera me llega el recuerdo de tu aliento en noches de hastío, cuando dormido miraba tu cara de sueño complacido sabiéndote dueño de otras camas y vitalidades de otros castigos. Todo dejó de tener sentido. El movimiento permanente de este mundanal ruido, donde  actuamos según el instinto, el daño producido, el ritmo acontecido de dos tontos prometiéndose un amor ridículo,  sin mirar muchas veces a quien le destrozamos lo más bonito.
Y el ramo de flores que unas manos dejarán un día ante una foto, un nombre y un apellido, sin reparar en que dentro hubo una historia callada de tantas lágrimas como sufrimiento sentido…terminará leyendo, sin llegar a comprender, el epitafio que engalanará la lapida que encerrará  la osamenta polvorienta de un este ser que solo supo querer.

                              Y AQUÍ TERMINÓ LA FARSA.

*Rocío Pérez Crespo
Derechos Reservados





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