Te regalé mi alma, te entregué mi cuerpo…te ofrecí mis labios, el aliento sincero. Te llevé por bandera, orgullosa y esplendida, jamás te hice daño…respeté tu presencia.
Me sentí dichosa, di gracias al cielo por el magnánimo agasajo que me fue entregado de las manos del viento.
Me enredé a tu vientre, respiré tu perfume, pensé que serias eterno y el amor que salida de tu boca lo tomé con los brazos abiertos.
Tus ojos, morenos, cautivaron mi pecho, dejé de ser humo para convertirme en verso…se perdió la rima entre papeles manchados, involuntarios tratados, trozos de angustias. Pedazos tan rotos que no me reconozco en la mirada de la luna, mortal puñalada donde fluye una sangre blanquecina que minimiza mi existencia dejándome vencida, agotada, sin fuerzas…muerta en vida.
Momentos que se fueron con las corcheas de una música estridente que regurgitaba batallas perdidas, alas que han sido partidas tornando a la mariposa un insecto si prosa.
Guerras entre dos personas, tú y yo, sin nosotros, reclamos de cariños que se ha vuelto escarcha en una flor mustia y gastada.
Se que algún día, en un futuro liviano, cualquier pequeño golpe me partirá en mil pedazos y solo quedará el recuerdo de una mujer que amo con su alma esperando ser amada, que solo consiguió penas y lágrimas…un corazón marchito y cinco plegarias.
Abre tus manos, deja volar lo poco o lo nada que queda de esta maraña, devuélveme la magia, la risa y las ganas de seguir mirándote a la cara, aunque creo que la brisa de esta funesta madrugada me está diciendo bajito…nunca serás su hada.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
No hay comentarios:
Publicar un comentario