luminosos sino sombras imperceptibles nacidas
allá donde se oscurece la memoria interrumpida
por breves destellos o relámpagos de ilusión.
Quizás la literatura sea no pensarte, sino expresar
propiciatoriamente una aproximación o rememoración
ante la posibilidad que se me ofrece de poder retenerte
un instante desbloqueando maleficios y olvidos.
Inherente espectáculo, avivados sentidos
al caminar deslumbrado por los corredores
de tu sonrisa. Ojos abiertos ante la alzada
de tus pies descalzos, ante el movimiento ondulante
o acto pendular y sublime de tu cuerpo en movimiento.
Pasos trazados en deliberado afán de dibujo y danza
que se impulsan elegíacos y conmovedores
envolviendo acordes y sonidos propios,
relámpagos nacidos de las armoniosas notas del piano.
Se hace de súbito luz en ti la mirada.
No escribir más por hoy, no leer una sola letra
de lo ocurrente expresado, quedarme así sintiendo
en lo profundo como un despertar de sueños aletargados.
Al transparentarte no siento abstracciones dolorosas
entre los límites obtusos de dos mundos separados,
sino una verdad reveladora –plano mágico,
fluctuante vaivén- afirmada y unida en imprecisas
letras que parecen naufragar despacio y leves
en el abismo oceánico donde -ansioso y abnegado,
feliz o aletargado- la atmósfera roza con suavidad
las ondas que navegantes e infinitos nos expresa…
Extemporáneamente, permíteme decírtelo:
te amo.
Teo Revilla Bravo.
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