Sonreía sin prisas… como una mueca en su cara. No tendría mas de treinta años, más su ojos eran gastados.
Llevaba parca de pana y unos pantalones ajados… sus uñas sucias en unas desgastadas manos.
Acomodó su cuerpo en el frío mármol de un portal cualquiera. Yo lo contemplaba desde mi ventana secreta.
Se quedó quieto observando el movimiento de la calle… era el transitar de una manada inquieta. Todos iban a cualquier parte y nadie miraba a nadie.
Extrajo de una funda un viejo violín y comenzó una alegría inusitada para mí. El tocar mágico de una ser celestial, que vestido de harapos me regalaba un canto de libertad.
Más todos estaban sordos, nadie oyó su cantar… una mujer metidas en años dejó sobre su regazo un real como si hubiera hecho la mejor obra de caridad.
El agradeció con la cabeza el gesto… pero no quería eso.
Solo regalarle al mundo su propia realidad… una versión mutilada de un músico más… que entre herrumbre y miserias compone día a día para hacerlo sonar…que retumbe como mil demonios y desdoble su alas cualquier sonido bello que pueda alcanzar el cielo… romper en dos el firmamento y vomitar todo el pentagrama entero.
Que las notas se hagan libres entres sus dedos… que no importe si es pajarita o roña pegada al cuello… que nadie lo mire al él sino a su lucero.
A lo que más brilla… a lo que más ama…a cuatro cuerdas cargadas y un arco recio que entre su barbilla y su hombro despliegan todo su talento.
De lo sutil a lo más fiero… como dientes de lobo aullando a la más engañosa esfera que ha conocido esta tierra.
Las venas se hinchan es su cuello y su mirada por un momento ha recobrado el color de la vida cuando se come a bocados intensos.
El violín está gritando un juramento y el poeta esta declamando versos con sus dedos. Que todo el mundo pare… que se cierre el averno… dejar pasar a la bóveda mas celeste y, por una vez retrasar el caminar….que un músico esta tocando y eso es digno de escuchar… que los dones son divinos como cuentas de cristal fino. Si se rompe uno, se marchitará la voz más profunda de los sentidos.
Lo observo todo con sorpresa certera…en mi alma una risa intensa… es primavera. Levanta la vista y me guiña un ojo… me brinda una sonrisa, tan calida y templada como una caricia.
Con aire cansado todo vuelve a su lugar, el instrumento a su funda y el maestro a su caminar…el encantamiento ha pasado, más en su pisar va dejando un reguero de estrellas que rechinan al taconear.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
Waauuu Rocío, he pasado por tu blog y me ha atrapado por completo...leeré cada una de todas las publicaciones, porque son fantásticas, eres UNA MINA DE ORO!
ResponderEliminarTe admiro tanto, tanto!!!!