En el diván de Froid


I

Tres mil señales me indican que no, y una, sólo una; que sí. La lógica es aplastante, no hay color, creo que ni se puede discutir. Sin embargo sigo fiel a ésta maldita intuición.
¿Acaso necesito una ilusión? ¿Será que mi vida no tiene tonalidades?
Nunca me he alimentado de fantasías, aunque reconozco que me gusta soñar como la romántica que soy, sé donde tengo anclados los pies. Comprendí hace mucho tiempo que los mundo oníricos son magníficos para crear historias, no para vivir en ellos.
Odio los supuestos con la misma fuerza que odio la ambigüedad y, no me entiendo a éstas alturas de mi existencia… ¿todo cuanto  he creído ha sido mentira? A ver si ahora resulta que estoy cambiando de personalidad y trueco los ejes por dos veletas mercantes, no lo creo… ¿entonces qué es? ¿Qué me ata, qué me sostiene en esa maraña de sensaciones? Es como una montaña rusa, igual estoy subiendo que dejándome caer a toda velocidad con los pelos a libre albedrío y cara de susto. Del maquillaje, ni hablo.
Me educaron a enfrentar mis miedos, a no dejarme amedrentar por ellos, pero esto no es miedo, es lo siguiente…me deja paralizada, porque no sé contra que tengo que combatir. ¿Contra algo que me he inventado yo? O por el contrario ¿con una realidad solapada en hipótesis? Sea como fuere estoy en un punto muerto y ridículo.
Mi yo esencial me aconseja que pregunte, que salga de una vez de ese abismo, de esta espiral que me marea y me produce náuseas, mas mi yo existencial llega en un grito asnal para ordenarme que ni loca. Ciertamente quedar como una imbécil no es plato de gusto.
Esto de ser mujer es un rollo. Vale, lo acepto, así nací, pero no deja de ser un incordio y mucho más cuando te han educado en unas normas sociales, arcaicas pero productivas, donde sacar el pie un poco fuera del tiesto, no es políticamente correcto, creándote una neura pasajera pero muy molesta. Porque lo natural en este estado, no es sentarme contigo, como cuando tenia quince años y, la pregunta reina era quien había creado a Dios. Lo normal sería y además lo sabes (no me mires así que yo también me he asustado) ponerme frete a él y preguntar con una sonrisa en la boca…soy o no soy. Pero no y, es no, porque prima por encima de todo la compostura y, no quedar como una tarada que se ajusta sus mundos de quimeras (cosa, como bien te señalicé antes,  dejé de hacer hace eones y no me gustaría volver a ello),  cuando no ha tenido ni una sola muestra de interés hacia mi persona.
En consecuencia la vida se torna una espera, que tarde o temprano  se hace desesperante. O entras en un desorden apocalíptico por no saber ni que suelo pisas. El caso que todo se me ha venido abajo, manda huevos.
Me dices por favor, si todo apunta a lo negativo ¿por qué me aferro con tanto ahínco a este presentimiento?
Necesito saberlo para volver a ser yo misma, pero ante todo, para no sentirme culpable.


II


No puedo escribir nada. No sale nada. Tengo el interior alborotado, la sensación de circo con malabaristas, un escupidor de fuego y algún que otro payaso tocando la pandereta,  no me la quita nadie
¿Sabes? Dicen, cuentan… que la vida es una montaña rusa, igual estás arriba que abajo,   pues bien, yo parece ser que me quedé en el túnel del terror.
No es normal hacer las cosas quitando lo personal y dejándolo todo expuesto a un global sin intereses. Para empezar si queremos que algo funcione, tiene que ser personal… ¿Qué malo hay en que sea personal?
¿Y por qué te digo esto?...pues porque para escribir se necesita de una media paz, tranquilidad, sosiego, silencio,  llámalo como quieras y no en un hervidero de sensaciones jugando la conga con tus sesos. No sé escribir sin sentimientos y a la medida de gustos. No soy un patrón de tela que se pueda ajustar a una talla.
Cierto es que, no todo lo que expongo son experiencias ni sentimientos vividos. Pero sí dejo un algo de mi esencia en ellos. Mi propia captación, mi empatia, mi afinidad con miles y miles de historias que me han contado, que he visionado, que he escuchado y, que he soñado. Por que aunque no sea una soñadora compulsiva, de vez en cuando, me permito hacerlo.
Me dicen que no escriba tan profundo, que muchas personas no saben leerme desde ese abismo, me tildan de frustrada, de depresiva…vamos que soy la prosista maldita del siglo XXI. Y no se dan cuanta que si eso fuese cierto, necesitaría cinco vidas longevas. Una entera para poder vivir tantos sinsabores, amarguras, dolores y engaños y, las otras cuatro para poder asumirlo sin morir en el intento.
De alguna manera me ha coartado. O me he coartado yo por escuchar sandeces y darles crédito. Que esa es otra…A ver a cuento de qué me tengo que guiar de las voces vetustas que se definen a ellos mismos como buenos poetas. Yo no soy poeta, nunca lo he sido, jamás de los jamases. No tengo alma de gota de esencia, no tengo sintaxis, ni métrica…no conozco los mundos oblicuos de los corazones en llamas que rompen las basuras existenciales, dotándolas de formas maravillosas, donde vivir tiene que ser la leche.
Unos que escriba al amor. Bien. Cuando lo hago las emociones se desbordan, dan por hecho que estoy loca por los huesos de alguien (eso es cierto, lo estoy. Pero jamás lo pregonaré a los cuatro vientos. Como bien sabes, para mis cosas soy muy pudorosa), otros que siga en mis mundos de sueños rotos (que por cierto es donde anda más de media humanidad y donde yo me siento más cómoda escribiendo), otros, que por favor sea un poco mas concisa (si quiere le pongo un diccionario al lado con los sinónimos escogidos)  y, algunos que no se me lea enfadada., que parece que estoy a puñetazos con el mundo.
No puedo escribir a la cólera como si fuera una muñeca chochona. ¿Me comprendes?
¿Cómo porras vas a darle vida a la ira si tus palabras en el papel son las rimas de Bécquer?
Me lío, me aturdo, me adhiero a la formula de la vaguedades e, inexorablemente me rompo.
Leo, releo, me hago mis cabalas y de nuevo me vuelvo a quebrar.
¿Y para qué? para que te estén dando lecciones todos los días de comportamiento y bienestar. Palabras sobre un  papel que luego nada tienen que ver con los hechos y las  demostraciones.
¿Qué somos? ¿Qué somos todos aquellos que escribimos?
Por cierto, estos cojines del diván vas a tener que ir mejorándolos. Ahora mismo tengo los riñones para hacer caldo con ellos.
Yo te lo diré: una pandilla de neuróticos que necesitan plasmar los que ven y lo que sienten para dejar constancia de nuestra existencia. De alguna manera no somos transparentes para el orbe, ¿o sí?
Claro que…también están los que escriben para ellos. Esos que dicen abiertamente que no les importa que nadie los lea. Pero me pregunto yo. Si no quieres que te lean… ¿para qué lo presentas al mundo? ¿Qué ganas con ello, que pierdes?
¿Ves?...sin apaño.
En fin, que creo que me voy  a ir, a ver si suena la gaita y consigo escribir aunque sea tres líneas seguidas sin que me de una apoplejía y sobre todo, sin pensar en nadie, solo en lo que quiero transmitir y como quiero hacerlo.
Nos vemos la semana que viene.


III



Hoy vengo con mil preguntas.
¡Anda! Veo que me has hecho caso y has cambiado los cojines, ciertamente los otros eran un suplicio. Estos están mucho mejor, pero no dejes que pase tanto tiempo para apañar las cosas, ni que una clienta-paciente-confusa-calienta neuronas, tenga que irse con los riñones hechos papilla para tener la deferencia de hacerlo. Que con el puré cerebral que tengo ya es más que suficiente… ¿no crees? Tus consultas no son económicas que digamos.
Bueno; voy con las primeras…que blandita estoy. Me gusta.
Ayer fue un día horrible. Las sensaciones subían y bajaba hasta casi hacerme vomitar. Era tal la formación de hechos antes mis narices, que no sé todavía como pude aguantar tantas horas sin explotar.
Una cosa es ser educado, galante, considerado y, otra muy diferente; un seductor nato a la espera de engatusar a la nueva adquisición en toda mi cara (que por cierto ya está más que engatusada) de tener,  tal capacidad de complicidad que me deja con la boca abierta. De hacer tantos y tantos favores (por amor al arte que aturulla) y de alguna mentira que otra o conversaciones que no me cuadran por más que las intente montar con escuadra y cartabón…  y que para más inri, cuando se lo digo, me contesta que no es así y, que en caso fuere como digo, es algo espontáneo… ¡vamos que no se da cuenta!… ¿no te das cuenta?
¿Y sabes por qué no se da cuenta? Por el simple hecho que él no lo sufre. Él no tiene que lidiar con verme haciendo monerías con otro hombre. Ni tirándole los tejos, ni haciendo ojitos y  sobre todo no lo hago sentir gilipollas, ni rebanarse los sesos con pensamientos tales como…esta chica no me quiere, soy un juguete en sus manos. O lo que colma el vaso de las consistencias: Soy su payaso personal que solo le sirvo para un rato de gusto.
Me hace sentir la mujer más ridícula del planeta.
Hacer pensar que eres el paraíso en la tierra es… ¿no darse cuenta?...dejarme a un lado ¿es no darse cuenta? Coquetear y flirtear con miraditas calladas y sonrisa en los labios ¿es no darse cuenta?... ¡coño! (perdón por el taco)
¿Me confunde? o ¿me confundo? ¿Qué es lo que se propone conmigo? ¿Hasta dónde piensa llegar con este juego? ¿De qué va?
Soy una mujer normal, no tengo tu prodigiosa inteligencia, pero tampoco soy el tonto del pueblo. Las señales que me llegan, las sé interpretar con la misma solvencia que la mayoría de los seres humanos. Tampoco soy de las que se enamoran de una mosca volando una tarde templada de primavera. Soy romántica, lo asumo. No es que me guste serlo, porque rompe muchos nervios, pero eso no se implanta por gusto dentro de ti, eres así y punto. Toca asumirlo y bregar con ello el resto de tu vida. 
Así que,  conociéndome bien y, gracias a ti (todo hay que decirlo)  sé positivamente que lo que me llega es real, no me muevo en mundos de papel.
¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué con él siempre estoy equivocada en todo?  Cuando le digo todo esto (¡claro! Que no va exento de reproche), me dice que no. ¿Cómo que no? Debe ser que no tengo ojos en la cara y, el corazón se hizo piedra hace dos décadas.
 ¿Acaso es especial o, de un planeta lejano camuflado en una epidermis idéntica a los terráqueos?
Bueno, un poco especial si que es. O quizá, lo sea yo…no, yo no lo soy. Soy de una normalidad que asusta, joe. ¡Vamos, del montón más prosaico que puede existir! Además tú lo sabes (mira como asistes con la cabeza)
Me tiene totalmente liada, hace que me exprima las cuatro neuronas que me quedan sanas, hasta llegar al límite de la poca paciencia que me queda. No es capaz de amoldarse a nada ni a nadie. Somos, el resto del mundo, quienes  tenemos que ir adquiriendo sus matices y colores para que todo esté en paz.
Pero ahora viene lo más curioso de todo. El recalcarme con una sonrisa picarona que me he encelado.
¿Estoy cargada de celos? Y si estoy cargada de celos ¿Por qué los siento cuando nunca antes los había sentido?
Evidentemente porque los está provocando.
Doy por hecho que todos llevamos lo bueno y lo malo a partes iguales, las cargas negativas y positivas y, cuando nos ponen el pie, sale aquello que ni sospechabas que tenías acumulado en las venas.
Me siento cansada de andar a diez pasos por detrás. Me duelen las piernas de intentar llevarle el ritmo. Y sobre todo, vulnerable hasta las trancas de estar enamorada de un hombre que creo que no se merece ni una lágrima, ni un disgusto, ni tan siquiera un…te quiero.
Soy la última en su larga lista de quehaceres, la última en su vida y la última en su corazón.
Es que no es justo. No hay equilibrio… ¡mira! Está palabra le encanta, “equilibrio”.
¿Qué equilibrio es ese? ¿El suyo? ¿El mío? ¿Cuál?
Siempre he pensado que el equilibrio te lo da la vida, porque entrar  en esas supuestas altezas lo único que consigues es desequilibrar a los que te rodean…es  un algo egoísta. Primero tu, segundo tu y tercero tu…
A no ser que se confunda equidad con venganza, que también suele pasar…
¡Dios! Me agota, me agoto…creo que de esta no me recupero.
Y encima…el silencio.


IV


¡Hola! ya estoy aquí de nuevo.
Hoy vengo con una duda existencial, podría llamarse así, aunque no lo tengo muy claro.
Más bien es una circunstancia que de vez en cuando me desborda.
¿Sabes?
El otro día estuve en un recital poético, fue genial. Porque estuve entre amigos y gente querida y apreciada. Sin embargo, me dejó un algo, inquieta y con mil preguntas.
¿Veras?
 Las biografías que a modo de presentación se hacían de los compañeros que iba a recitar sus poemas, me dejó apabullada.
Hasta el momento pensaba que eso tendría que ser una reseña de sus logros a nivel poético o de escritor. Sus comienzos o sus motivaciones. Pero se convirtió en el currículum vitae de cada ponente. En cuestión de minutos se rodeo el ambiente de masteres, carreras de vértigo, idiomas varios y millones de cosas más.
Me quede pensando… ¿espero que no me pregunten a mi? ¿Qué les digo?, una respuesta viable sería…soy lo que vosotros me habéis dejado. Es una respuesta estúpida,  pero como digo, viable.
¿Qué van a decir de mí, cómo me van a presentar el día que me toque recitar? Aquí está, ¡tachan!  una obradora artesana que apenas paparuchea un poco el italiano y no ha ganado en su vida ni el perro piloto en la feria de su pueblo.
Es horrible.
Me hace pensar miles de cosas. Una que no escribo nada bien, porque con los años que llevo plasmando sobre un papel no me han dado ni un triste reconocimiento. Otra que no tengo carrera universitaria (por una mala decisión adolescente, vamos, pura cabezonería. De lo cual me arrepiento,  pero me lo callo por no darla la razón  a mi padre y escuchar de nuevo el sermón) y otra que tengo una profesión honrosa pero nada relevante. Ando entre harinas y masas, entre dulces y cremas (bueno, andaba, ahora estoy en el paro) pero eso no quita para saber qué, no he dejado de aprender y de leer y estudiar todo aquello que ha llegado a mis manos. Pero lo sé yo, no tengo títulos que lo avalen, bueno sí, el bachiller y  mi secretariado médico con el paquete de offis, pero no tengo un master  en chocolates.  No soy una inculta o por lo menos no me considero así.
Mi uniforme es (era y, espero que un día vuelva a serlo) un delantal blanco, con gorro y pantalón y casaca a juego.
Aunque de cara a la galería, evidentemente, no soy nada…eso me abruma. Estoy rodeada de gentes con unas carreras increíbles, de vértigo.
En días como hoy, me arrepiento de no haberle hecho caso a mi santo padre cuando me decía: con la cabeza que tienes, aprovéchala joe, no seas tan bruto pensando que no todo es estudio. Adoras leer y aunque no tienes memoria para la  cronología  y eres una animal en historia por eso mismo, hay cosas que se te dan muy bien. ¡Estudia!
En fin, que sabia que tarde o temprano tendría que enfrentarme a mis demonios y como veras, ha llegado el día.
¿Que qué quería ser, me preguntas? Forense. Pero como te he dicho pudo más conmigo mis malas notas en historia que las ganas de conseguir mi sueño. Era increíble, la murria que me entraba con esa asignatura. Y sin embargo ahora la disfruto muchísimo. Debe ser una ironía de la vida como tantas y tantas… ¿cierto?
Me conozco la historia de Egipto como la palma de mi mano, las guerras Púnicas, las de los cien años, la de los tres días, Grecia, Pompeya, y una larga lista de etcéteras…y sin embargo he olvidado las tablas de química. Es para matarme.
Bueno, que ya no te mareo más…una vez despachada a placer y con tus recomendaciones bien guardadas anti- frustración, me voy hasta la semana que viene. Espero que no tenga nada nuevo que contarte… ¿o sí?
Ya veremos...


V



Otra sesión más, otro momento extraño.
Hace un día de aire horrible, mira que pelos traigo. No te rías, joe.
Esta mañana he subido una tarea de las mías, hablaba sobre sueños y elfos. Hace tiempo que la tenía escrita y, dando un repaso por mis carpetas, se me ha ocurrido ponerla.
Pero… ¿sabes? me ha dado por pensar. Y he llegado a la conclusión qué: Walt Disney es culpable de muchísimas cosas que nos pasan a las mujeres. Bueno, no solo él, también sería injusto cargarle con todo esto. Hay más…
Mi generación, es una generación que ha sido marcada por estos cuentos, una educación dicta-demócrata (somos parte de las dos españas, por llamarla de alguna manera) y, esa especie de rebelión interna que  nos ha dejado tantas veces sin respirar.
Historias de bellas y bestias, de cenicientas, de bellas durmientes…historias de emperatrices, de castillos de hadas, de caballeros venidos de lejanos países atraído por la dulce voz de su amada, mientras un coro de pajarillos revoloteaban al son de sus cuerdas vocales marcando el sendero.
Las niñas con princesas, los niños emulando a Pirri. Ellos con las expectativas de ser famosos, nosotras en la eterna espera. Porque todos esos cuentos, nos hablaban de lo mismo, de esperar y esperar ¡ah! y ser hacendosas, obedientes, discretas y consecuentes y seguir esperando… ¿esperar qué?  Una especie de nube rosa con tintes trágicos  para un final feliz…. ¡y un cuerno!
¿Te das cuenta lo que sufrían esas chicas de cuento? Humillaciones, despropósitos, abandono, dolor, angustia plena y dura. Maltrato y una falta considerable de autoestima. Y lo veíamos tan normal, tanto, que se ha quedado en nuestras consciencias como un tatuaje. ¿Hay que sufrir para hallar la felicidad? ¿Hay que pasar por todos esos estados caóticos  para que el hombre perfecto venga a recatarte? ¿Qué es la perfección? ¿Dónde están esos románticos hombres de cuento? ¡Claro que...! nosotras nunca fuimos princesas (por lo menos yo). Pero nos lo creímos.
Un día te despiertas y te das cuenta que nada de eso existe, pero en el fondo, lo esperas y, lo más duro es que lo seguimos anhelando. Aun sabiendo que nunca jamás se dará.
Los sapos son sapos, no se convierten con un beso en el encanto con patas. Lo más seguro y,  a todo pronostico es que sea al contrario, eso es más real.
La bestia es bestia y la bella no le donará su alma y corazón a un tío horrible y no solo en formas, porque no.  Nadie te despertará con un beso mientras siete enanos te velan y ni de coña, ni de coña sonará el fru-fru en tus vestidos de raso. No usamos enaguas almidonadas.
Bueno…
Lo peor de todo es que la vida nos iba dejando pistas. Mil balonazos de los chicos y ni una sola disculpa. Si te descuidabas te llamaban tonta. Pero no hacíamos caso, seguíamos en nuestros mundos de papel pintado.
Tanta moraleja mezclada con una educación cargada de valores nos ha dejado en desventaja. Por lo menos, a mí.
¿Quién se rompe las vestiduras?
Menos mal que los cuentos han cambiado. Adoro a Fiona. Una princesa que suelta unas patadas que te dejan mirando a Totana, a lo matrix, con un par. Con genio, figura y criterio. Cómo debe ser…y a quien no le guste, que no mire.
Estoy convencida que crecer leyendo no me ha sido productivo. De verdad que no. Ahora llega la parte menos amable. El café con mis amigas.
¿Me puedo encender un cigarro?, esto es privado, aquí no nos ve nadie. Además con lo que te pago, puedes comprar dos millones de ambientadores de pino sueco.
Gracias, galán. Eres un solete, sábelo.
Bien…
He ido ésta mañana a tomar café con las chicas y, como iba dándole vueltas a todo esto que te he contado, pues lo he comentado con ellas.
Me han dado la razón en parte, eso sí, sólo en parte. Y es por eso que te digo que no me ha venido bien tanta moraleja y libros en mi infancia y adolescencia. Ya, los de la  juventud y madurez son otro cantar.
Ellas conocen mi situación. Mujer madura sola y sin compromisos.
¿A que no sabes que me ha propuesto una de ellas? ¿no?...un follamigo (ya ni la palabra amante se usa) Claro que después de la explicación, parece ser que ser amante, conlleva más cosas y compromiso que esto otro.
Según ella es la mejor manera para que el príncipe no se vuelva nunca sapo. O sea, sales de fiesta (cosa que no hago) y al primero que me guiñe un ojo me lo llevo a la cama, ea, sin más. A la mañana siguiente, si es que hay mañana, si te he visto no me acuerdo y a por otro… ¿eso es normal? ¿ves lo que te digo de mi choque interno? Creo que no sé moverme con el mundo actual. En algún punto me he quedado perdida, (la culpa de Walt, fijo que sí)
Yo soy una mujer que necesita sentir algo y fuerte para acostarme con un hombre. La pasión, el deseo, son unos gramos en un kilo. No me gusta que me utilicen, ni ser una opción… ¿Quién usa a quién en esas historias? Yo no le hablado de cama, le he hablado de amor y romanticismo, y del caos de una fuente de creencias con las cuales nos hicimos mujeres… ¿acaso no me escucha?
Por alguna extraña razón, me he sentido vieja. Como si mis ideas fueran arcaicas y mis formas de Atapuerca. Me he mirado detenidamente por si era el eslabón perdido y no me había dado cuenta, o algo así.
El caso es que a ella le va estupendamente.Palabras textuales: está en el mercado (bien, yo no soy una merluza de pincho) Un hombre que la escucha, la entiende y luego tienen sexo. No hay amor, ni sentimientos…eso sí, la escucha.
Pues solo faltaba eso, que encima no le prestase ni un mínimo de atención, joer.
No sé.., me he quedado un algo mal. Soy una chica tolerante, abierta mentalmente a todo aquello que me llega, no nado en mares de ignorancias, no soy estúpida, tengo mi cultura y mi formación. No juzgo si  la gente tiene follamigos, amantes bandidos o tres muñecas hinchables en el armario. En realidad sabes bien que no suelo juzgar a nadie nunca. Entiendo a la gente en sus cosas, aunque no comparta lo que hacen. No doy consejos, si piden opinión bien, sino me callo.
No busco nada, entonces no comprendo… ¿por qué me ha hecho sentir tan marciana, tan fuera de lugar?

VI



¡Uf!...que calor hace.
Buenos días, ¿estás bien?...ya veo por tu cara que sí, además aquí se está fresquito, eso quieras que no alivia lo suyo el carácter. Que se  pegue los pantalones a los muslos, crispa…ag.
Vengo de compras, de acompañar a una de mis amigas, de las pudientes, a conjuntarse para la comunión de uno de sus sobrinos. Ha sido toda una experiencia religiosa, créetelo, he tenido la sensación en mis carnes de contemplar una aparición mariana, pero sin María y siendo yo la que levitaba. Tanto, que he optado por venir a verte, no vaya a ser que me quede en ese espacio nube-acolchada-limbo-imposible.
Dejando aparte que me ha tildado de subnormal por darle mi opinión, eso es lo de menos, porque igual lo soy…tengo esa sensación que los humanos no cambiamos por más siglos y avances. La información genética, en ese punto, se quedó estancada. Si tienes, tienes que gastar sin mesura. Marcando bien el territorio que habitas.
Verás…
Lo primero ha sido ir a desayunar a una terracita en el centro y ya, con el estómago satisfecho nos hemos puesto rumbo a una tienda de alta costura. Porque evidentemente ella no es de tiendas normalitas, no. A su piel le salen sarpullidos solo con mirar mi camiseta y mis tejanos, made in Springfield.
Después de probarse mil conjuntos entre dependientes sobones y cargantes, con sonrisas “profiden” que te llaman cariño cuando te ven entrar y te dejan caer dos besos que ni te rozan,  ha optado por un pantalón con chaqueta corta en verde menta con apliques en morado, de un famosísimo modisto. Realmente es un conjunto muy bonito que le queda precioso, todo hay que decirlo.
Después de pasar por la sección zapatos, eso mejor no te lo cuento,  hemos ido a parar al apartado más selecto…bolsos y complementos. Aquí es donde nos han obsequiado con chocolates y champan.
En este punto es donde he tenido esa experiencia…no me he atragantado de milagro.
¿Cómo se puede gastar una persona dos mil trescientos diez  euros en un bolso? Fácil, sacando la visa oro o, casi mejor la platino. Es surrealista por completo, diga ella lo que quiera decir. Y encima, al darse cuenta de la cara que he puesto, me ha preguntado con sorna ¿has visto un muerto? No nena, si hubiese visto un muerto te garantizo que mi cara no sería esta, sería una cara mucho menos crispada.
Viendo tanto ella como el dependiente, mi asombro latente, han tenido a bien explicarme, más él que ella, que dicho ejemplar de bolso esta confeccionado con la piel entera de un cocodrilo y, qué como vería, mostrándome el bolso, está cosido sin costuras aprovechando y mimando al cien por cien la piel del bicho.
O sea, ¿que encima de todo han matado a un cocodrilo para esto? Es aquí justamente cuando mi amiga me ha tachado de subnormal. Bien…
Entiendo que siempre ha habido clases sociales, lo que no comprendo es que todavía se estén muriendo  niños de hambre  agarrados a una teta más seca que la estopa. Que haya una pobreza que roza el techo, que encima tengamos una crisis horrible que soportar, que muchas personas rebusquen en la basura, tus vecinos, mis vecinos, para llevar un algo a la mesa y, que unos pocos, no tengan conciencia de todo eso y, se permitan sin complejos y alegando que el dinero es suyo, que lo es, gastarlo en sandeces como un bolso sin costuras para meter dentro un jodio carmín y un móvil última generación.
¿Te has parado a pensar que con lo que cuesta ese bolso come una familia más de dos meses? Pero si añadimos el traje y los zapatos Blume, tienen cubierta la hipoteca dos años, joe. Y todo eso para asistir a la comunión de un sobrino.
El día que se case tu hija te capuzas la cúpula de San Pedro encima, chata…
Claro qué, según mi amiga, si personas como ella no comprasen esos artículos iría  mucha más gente al paro. Empezando por el matador de cocodrilos y terminando por el de la sonrisa “profiden”.
Supongo que si se estipulan esos precios es porque hay demanda de ellos. Y me fastidia. No por el hecho de gastar a lo bestia en una castaña cosida sin costuras, no, sino por la sensación palpable de que quedan personas tan apartadas de la realidad que acojona. Viven en una especie de esfera, de nube, que los aparta de lo cotidiano. Están tan elevados que no tienen remota idea de lo que anda por el suelo y eso, en estos tiempos, es demencial.
Asumo las injusticias, porque el mundo es así, aunque me parta el alma contemplarlas. Pero no por eso, no por la impotencia que me pueda crear verlas, tengo que pasar de ellas.
En fin…
Para redimirse un algo conmigo y mi careto de pocos amigos, me ha dicho que si quiero, me deja el vestidito rojo de Herrera para la presentación del libro de un amigo que tengo el viernes. Amablemente le he dicho que no, prefiero mis vaqueros de mercadillo, que igual si voy con marcas no me reconocen y, ciertamente perder la identidad a estas alturas, no me apetece.
Bueno, pues  ya me he despachado a placer, ahora me voy que tengo que hacer la comida, que yo no tengo asistentes.
Pero antes… ¡espera! me acabo de acordar de un… ¿te lo cuento? ¿sí?
Está una pareja muy “osease de verdad” en el zoo, observando a los  cocodrilos. A todo esto uno de los reptiles, sale del agua y fija sus ojos en la chica avanzando hacia ella…ésta asustada, con las manos en alto, voz aflautada y piernas juntas,  sale corriendo,  mientras grita: socorroco, socorroco, que me quiere comer un lacoste.
Te has reído…me gusta.
Hasta pronto, bombón.

VII




Hola, hace semanas que no vengo por tu consulta, así que, después de un café con mis amigas y una discusión un tanto abstracta, he optado por hacerte una visita. ¿Me has echado de menos? Por tu cara veo que no.
Voy a acomodarme, este diván me encanta desde que cambiaste los cojines. Ya no se me quedan los riñones para hacer sopa, ea.
Como sabes me gusta un chico, bueno…es un hombre hecho y derecho, de chico tiene poco. La cuestión no es esta, sino la compatibilidad entre los dos.
Por cierto, que sepas que es guapísimo, desde luego es la cosa más bonita que he visto en toda mi vida y, no solo por fuera, eh. Ya sabes el valor que le suelo dar al interior. Todo. Ya, ya sé que no te importa, pero a mi me gusta decírtelo.
Te explico el por qué de mis elucubraciones:
Según una de mis amigas, que es una forofa de los horóscopos, este hombre y yo no iremos muy lejos porque nuestros signos son incompatibles. Así como suena…In- com- pa- ti- bles. ¿Te lo puedes creer? Sí, te lo puedes creer.
Todos nos ponemos, desde que somos concientes de ello, el horóscopo que nos toca dependiendo de mes que hemos nacido. Y además durante un tiempo lo lucimos con entusiasmo. Yo soy sagitario ¿pero en que me parezco a un sagitario de libro? ¿Somos iguales el sagitario nacido en España que en África? Pienso que no, entre otras cosas por la propia cultura en sí. ¿Nos vamos a romper  la pierna el mismo día,  todos?
Para empezar no soy promiscua, cuando mi signo en sí es el más cachondo de todo el firmamento. ¡Vamos que en menos que canta un gallo me veo mirando al techo con un maromo entre las piernas! Ni creo que todo sagitario lo sea. Promiscuos hay en todas partes y en todo el zodiaco.
 ¿Entonces que hago? ¿Me hago promiscua para darle la razón? ¿O por el contrario cuando algo no cuadre le echo las culpas al ascendente?  Lo que me lleva a pensar ¿somos o por definitivas adquirimos esos rasgos que hemos leído infinidad de veces para convencernos que somos “megaguais”? Es que no lo entiendo muy bien, porque todos estamos orgullosos de nuestro horóscopo.
¿A todos los arqueros nos gusta el malva? A mi me gusta el verde y el turquesa, francamente no tengo nada que ver con lo que pone el ritual de los nacidos entre noviembre-diciembre.
Soy sincera y odio la mentira ¿Acaso tú no la odias? ¿A quién le gusta que le mientan?
Pero a lo que voy. Pienso que cada persona, independientemente de su signo zodiacal, es un mundo, formado por las circunstancias, educación y cien mil matices que hacen de nuestra personalidad lo auténtico y genuino. Si no somos iguales y cada ser humano es diferente a otro no puede tener los mismos rasgos tártricos o como quieras llamarlos que media humanidad, joe. Seriamos clones enclaustrados en un símbolo.
Pues bien, resulta que para conocer a ese chico que me gusta tengo dos opciones: cómprame un libro de unas trescientas páginas de su horóscopo, empaparme hasta las trancas de sus características y, evidentemente cambiar las mías (cosa que no puedo hacer) para trocar  esa incompatibilidad por la compatibilidad que preciso o irme directamente a que me hagan su carta astral (que según mi amiga, con saber la fecha de su nacimiento y la hora exacta no se necesita nada más) y de paso que me echen la buena fortuna para cambiar el curso de los acontecimientos o en el peor de los casos orientarme hacía ese futuro a su lado.
¿Dónde ha quedado la forma tradicional de conocerse dos personas? Si no funciona la relación, pues no funciona, pero será por nosotros dos, no por lo que nos marque un jodio horóscopo.
No creo que tengamos que recurrir a los astros para encarrilar nuestras vidas, sencillamente tenemos una razón, un conocimiento y alguna experiencia (unos más que otros) para darnos cuenta de las cosas.
En fin, que me he quedado mal con la charla, porque harta de discutir con ella que hay cien mil puntos que desbancan su opinión, no ha habido manera de convencerla. Y es más, me ha vaticinado el peor pronóstico de todos. Él me dejará por mi impulsividad  y esa franqueza que deja hasta los árboles helados, como si los hubieran regado con nitrógeno líquido directamente, hala…y yo, no comprenderé esa postura de guardar sus sentimientos en una caja blindada a prueba de bombas y terminaré por aburrirme  de rogar un te quiero.
Mi corazón, mis sentimientos, los suyos… ¿están escritos en un papel? ¿Están marcados por las estrellas?
Si es así,  resulta que no tenemos elección en la vida…ya no es ni tan siquiera destino, es sencillamente que tu signo sea compatible con el otro. Manda huevos…
Estoy desmoralizada, que lo sepas. Si la vida es compleja de por sí, si las relaciones humanas son francamente caminos de fondo, esto ya es la leche. Lo mires por donde lo mires…la leche.
Me voy no vaya a ser que se me caiga la lámpara en la cabeza que la veo un poco inclinada… por cierto ¿la lámpara también tendrá horóscopo? A ver si es libra y buscando el equilibrio azul me rompe el cráneo ¡hasta ahí podíamos llegar!
¡Ah! otra cosa. ¿Tú sabes de qué color tengo el aura?


VIII




Buenas tardes.
Es bochornoso el calor que está haciendo. Sí, ya sé que estamos en pleno mes de julio y que posiblemente todos los veranos diga la misma frase. Pero lo cierto es que no soporto el calor, no puedo con él.
A ti te veo buena cara, eso indica que estás como pez en el agua ¿cierto?
Voy a acomodarme debajo del aire acondicionado, espero que no me de una apoplejía, que con la suerte que tengo sería lo más probable.
Esta mañana he ido a hacer la compra del mes al súper, esas compras que odio a muerte de lo cargantes que me resultan. El caso que siempre es lo mismo, no entiendo que me resulta tan insoportable. Empiezo por el mismo pasillo, echando al carro los mismos productos y termino en el otro lado del supermercado, con el carro hasta las trancas y los nervios de punta.
Eso sí, nunca encuentro nada nuevo.
Hoy precisamente necesitaba un bote de leche de coco para hacer el curry, sé que por aquí  no se encuentra, pero con todas y cargada de esperanzas me he acercado a un reponedor. Con cara de extrañeza me ha mandado a la sección perfumería. ¿¡Que!?
Por favor, yo no digo que el chico tenga que saber con que ingredientes se hace un curry, pero cae por su peso que si estoy en la sección “leche” para beber, no para aplicártela sobre el cuerpo,  eso le da alguna pista ¿hola?... Claro que igual me ha visto cara de idiota y ahora  el  que está pensando que la gente está p`lla sea él. Que es lo más seguro.
En fin que como no quería irme a la otra punta de la ciudad para cómprala, me he decidido por una leche evaporada sin azúcar, que milagrosamente descansaba en una estantería a un metro por encima de mi cabeza. ¡Que esa es otra!
Con el carro hasta arriba, controlando que no se me fuera para los lados (hay algunos que tienen vida propia. Los carros me refiero) y esquivando a todo bicho viviente que se cruza por los pasillos mirando la mona pascua. He llegado a la sección cajas.
He buscado la menos ocupada (cosa improbable a esas horas) y he optado por la que he considerado más apropiada para la cantidad de compra que llevaba.
Delante de mí, un señor con tres barras de pan que estaba pagando en ese momento y, una señora que por encima le he calculado unos quince productos. Unos diez segundos después se ha colocado detrás de mi otra señora con un carro bastante más inferior que el mío y, mirándome con cara de cordero degollao.
Lo siento (he pensado)  llevo prisa, no la puedo dejar pasar delante. Si ve que su tiempo es limitado, póngase en otro lugar.
Creo que me ha leído el pensamiento, porque en cero-coma, ha cambiado la mirada de cordero por una que ponía los pelos de punta. ¡Vamos que ha dejado a la niña de exorcista en paños menores! Me ha faltado un tris para santiguarme y, creo que el mal de ojo lo llevo impreso en el tuétano en estos momentos.
¿Será por eso que viniendo para acá se me ha torcido el tobillo cinco veces?
No. Creo que tienes razón. Eso se debe a las aceras tan majas que tenemos. Le vamos a tener que poner un monumento al genio de obras públicas.
A lo que voy…
La señora que iba delante ha colocado sus productos en la cinta. Le han hecho la cuenta, le han ofrecido bolsas para transportarla y, con una gallardía increíble ha dicho que no. Pero un “no” sonoro, rotundo. Borrando de golpe la sonrisa de la chica de la caja.
Yo, esperaba que sacara algo donde meter la compra, pues tampoco. Ha pagado, le ha dicho a la chica de nuevo que no necesitaba ticket de parking, eso sí, lo ha hecho sin vocalizar y ha terminado de cargarse la compra encima.
El cuarto de queso manchego en el bolsillo de las bermudas, los guisantes congelados en la cintura (así fresquito, que con el calor apetece) el salchichón  colgando de una oreja, la mortadela sujeta con los dientes (de ahí que no vocalizase)  y los huevos debajo del sobaco y, se ha marchado por la puerta principal (que menos mal que son automáticas) más ancha que larga dejándome la sensación de estar viendo en vivo y en directo una secuencia de Ocean`s Sleven. Una donde un ladrón sale corriendo del casino con el dinero robado como si fuera un bebé. Del mamporrazo que le mete el de seguridad, se traga las muelas del juicio.
No te rías, joe…pos vaya terapeuta que estás hecho.
¡Uf!
Me voy a encender un cigarro, que ya sé que me dejas… ¿me acercas un cenicero?
Gracias, solete.
Te explico:
Entiendo que pagar publicidad  no es lo más correcto por barata que sea. Quiero decir, que aunque valga dos céntimos la bolsa, el simple hecho de llevar la marca del supermercado, quizá, eche para atrás.
Pero también hay que calcular que si no quieres pagar dos céntimos, coño, llévate bolsas de casa.
Además tienes que pensar que son biodegradables y encima están fabricadas con pasta de arroz. Qué, con la crisis que tenemos encima, igual a fin de mes puedes destilarlas y hacer una sopita caliente. En lugar de salir como si fueras un porteador del Nepal para luego dejar en la acera la docena de huevos hecha una tortilla.
Lo que se ha ahorrado por un lado, lo ha desperdiciado por el otro. Ni eso, que la bolsa como bien te digo vale dos céntimos, los huevos, bastante más. Por muchos principios que tenga una persona, ea.
Las cosas son como son… ¿a que sí?
Tú si que me entiendes…
Bueno, ya ha pasado la hora de mi desahogo emocional. Francamente estas terapias me están ayudando muchísimo. Eso de estar tumbadita, relajada, sin nadie que te contradiga, es como poco fabuloso.
Por cierto… ¿Y a ti quien te ayuda?
No arquees la ceja con esa ironía que sabes que tarde o temprano me lo tendrás que decir…
Me voy a seguir pasando calor y, a no dejar de sorprenderme.
Un beso.


 IX

¿Cuánto tiempo hace que no te veo?, creo que meses. Aunque tengo que reconocer que dejar de verte no ha implicado olvidarme de ti.

Estás guapo, creo que te sienta bien ese tono beige de la chaqueta, o quizá sea las cuatro canas que te has teñido ¡presumido! ¿Creías que no me iba a dar cuenta? Ya me conoces, soy una observadora nata. Oye ¿No será  la crisis de los cincuenta? Bueno, sea como fuere me alegra verte tan bien conservado, siempre da gusto percatarse de los buenos cambios, a decir eso de… no está mal, y pensar: ¡madre del amor hermoso que cosa más rara de hombre, se parece a la  rana Gustavo pero en feo! Está “complicao” de mirar, pero vamos, “mu complicao”…

Vale, vale…Ya me callo, deja de fruncir el ceño que no está la economía para botox.

Aunque el tema que me trae hoy aquí es más viejo que el mismo mundo, me ha producido un azogue desmesurado la conversación que he mantenido esta mañana con mi amiga Lea, mientras engullíamos sin ningún cargo de conciencia, una docena de churros con sendas tazas de chocolate bien espeso y caliente.

Mañana ya contaré calorías…

Verás, te pongo en situación:

Carmela, una de tantas amigas de las que te hablo –no sé si la recuerdas- sí, la recuerdas, pues esa. Carmela. Bien... 
Me ha contado Lea que está liada con un hombre casado y que su vida es una auténtica maravilla de sensaciones. Después de escuchar la historia, las amabilidades y las glorias de tan compleja pareja, nos hemos metido en un debate del cual, creo, que no he sido comprendida del todo, y claro, conociéndome, pues me ha creado cierta sensación de ansiedad. Por eso he venido, para que me la quites.

Pienso, y así lo he expuesto, que no hay romance que merezca que una persona hipoteque su vida, a lo que Lea se ha opuesto por completo, argumentando que si ellos son felices y se complementan, lo demás, sobra.

¿Pero qué sobra?

Tener una relación con un hombre casado, es no tener nada. Mantener las manos vacías, no tener futuro y joderte la existencia. Porque una cosa está clara, ninguno deja a su mujer y, si eso no es capaz de saberlo Carmela, lastima le tengo.

¿Qué le puede ofrecer ese hombre? ¿Un polvo en una habitación de hotel como si fueran delincuentes mirando por encima del hombro a ver cuando son pillados con las manos en…la masa? Porque desde luego un paseo romántico cogidos de la mano a las doce del día de un domingo primaveral, como que no. Una cena en cualquier festividad que marque calendario: tampoco. Ir al cine a ver el estreno de la última de Barden: menos todavía. Tomar un café en cualquier terraza: ni de coña. Estar cuando lo necesitas: si su mujer, sus hijos, suegra, madre y la vecina del segundo, no lo reclama y encuentra alguna excusa: puede, pero lo más seguro es que se las tenga que comer ella sola.

¿Dónde encuentra entonces el mar de sensaciones? ¿En el polvo que le ofrece un día por quincena? ¿Dónde? Yo no lo entiendo.

Hipoteca su vida en pos de un nada, cerrando las puertas a posibles relaciones estables solo por… ¿qué?

Como siempre me ocurre, me he sentido antigua con mis argumentos, que más que argumentos, son creencias y, eso es lo que me ha provocado esa sensación de ansiedad que me ha traído hasta aquí.

Lea se ha pasado media mañana apoyando a Carmela y tirando mis explicaciones por tierra hasta llegar a la conclusión en voz alta y sin cortarse un pelo, que me parezco a Doña Rogelia, solo me falta el pañuelo negro, la toquilla y que la “napia” se me haga curva. Por lo demás, un maldito retrato.

¿De verdad soy tan extraña? ¿O será que adoro demasiado mi libertad para andarme con malos rollos? No…Es más bien el espíritu romántico que me habita el que me dicta pensar así.

Yo soy transparente. Si tengo una relación, no solo la vivo y la disfruto, también la comparto con mis amigos y familiares. Es tan mía, tan propia, que si tengo que darle un beso (porque así me nace) a las doce de la mañana en plena procesión de Viernes Santo, se lo doy y me quedo más ancha que larga. O tacarle el culo en plena calle mayor, ea, que “pa” eso es mío. Y quién quiera mirar, que mire…

Siendo así, no comprendo esas situaciones y muchos menos que en ellas encuentren un atisbo de felicidad. A los postres, Carmela sigue estando sola, quitando esa hora que puede pasar con él en plan furtivo.

No le veo el romanticismo y mucho menos la estabilidad por ninguna parte, eso sin contar que estas siendo participe de una cornamenta. Pero francamente eso es lo de menos. Así de claro. Lo de más, es la compleja historia que está tejiendo, una historia con dos protagonistas pero que en realidad uno de ellos no existe. No duerme a su lado, no come en su mesa, no se sienta en su sofá, no ve la tele rebozado entre sus cojines favoritos, no comparte sus problemas, sus miedos;  no la acompaña al médico, no nada. Nada de nada y por más que sumes sigue saliendo, nada. Solo hay una ventaja en todo esto, no conoce el olor de sus pedos. Algo es algo ¡mira tú!

¿Soy antigua? ¿Retrograda? ¿Gilipollas? Pues igual sí, pero no voy a dejar de ser yo, por tener ideas colectivas.

Ahora, hagamos un experimento…Es sencillo ¿te apetece?  Bien, vamos a ello.

Cierra los ojos y relájate, tú mejor que nadie sabe hacerlo…

Estas enamorado de esa mujer que no te pertenece hasta las trancas, esa que solo puedes ver de uvas a brevas y que te regala el cielo cada vez que la tocas. Ha sido un día largo y cansado, de esos que prefieres olvidar. Después de una cena liguera que casi te obligas a ingerir y una ducha para quitarte de encima la porquería acumulada, te metes en la cama y, para dormirte, evocas a la damisela (yo evoco al caballero, no te preocupes. Y como tengo una imaginación de proporciones industriales, me voy a quedar con Clooney. Puesto a elegir yo apunto alto, ea) bueno a lo que voy…, sientes como te toca, como te besa, como te desea. Las palabras que te susurra o sencillamente como pronuncia tu nombre cuando vuestros cuerpos se encuentran en un lindo nudo.

Te sientes renacer. La adoras…

De pronto cuando el deseo está en el punto álguido, cambia la escena. Ya conoces como funciona el cerebro, es totalmente realista el “mu” “jodio”.

Ahora la ves en su cama, con su pareja al lado, rozándose los pies, quizá besándolo como te besa a ti, acariciándolo como lo hace contigo, pronunciado su nombre con la misma dulzura. Estan haciendo el amor y sus manos, tocan su espalda con la misma suavidad que toca la tuya.

Y después, abrazada a su torso, se queda  durmiendo como ha sido su costumbre.

Es su cama, su casa, su olor, su compenetración, su vida…Una vida que tú no conoces, que no te perteneces. Miles de historias, de secretos, de miradas calladas que tienen su significado y tú jamás conocerás…por la sencilla razón de que no existes. Tu nombre, tu identidad están camufladas, perdidas por esos recovecos donde los secretos tienen su casa.

Tú no existes, Froid,  solo eres una espita en su rutina, nada más. Únicamente te queda, espantar esos pensamientos para poder dormir con un poco de paz después del largo día.

Mañana cuando el despertador suene, te levantas solo, te remueves si acaso un algo de café con una leche que te sabe a coco  y haces y resuelves tú día, tus días…solo. En una eterna espera, porque tú si estás enamorado. Y aunque parezca una ironía, compartiendo con su legítimo a la mujer que quieres.

……………(silencio)………

- ¿Qué sientes? ¿Cómo te sientes? Dímelo…

- ¡Coño! ¡Joder!

- Eso mismo digo yo… ¡coño! “Pa” que luego me llamen “desfasá”

En fin, que la vida es más sencilla que todo esto. Siempre seré de la opinión que no hay nada más gratificante, que vivir tu relación, sea la que sea, con toda la tranquilidad y la transparencia del mundo mundial.

Bueno, ya me he aliviado y, viendo tu cara de susto después del experimento, creo que no necesito nada más. Me voy, espero no tardar tanto en volver, que lo sepas.

¿Te has dado cuenta de una cosa? Hoy ha sido el psicólogo quien ha sido examinado.

Hasta pronto, chato y, quítame esa cara de…Just for men.

¡Ains, pecador!



X



¡Por los clavos de Cristo, cuanto tiempo sin verte! Y no te creas, que acordarme, me he acordado muy mucho de ti, galán. Lo que ocurre es que mi tiempo es limitado y tengo que ajustarme a unos horarios un tanto precarios. Pero mira…, ahora que tengo un rato de ocio me he dicho, ve a verlo, te sentará bien. ¡Y aquí, estoy! Dispuesta a vaciar esos malos rollos que tanto me atosigan.
Vaya, se te ve estupendo. Tan jovenzuelo como la última vez. ¿Te sigues tiñendo el pelo? Sí, ya lo creo que sí. Como sigas así a la vuelta de unos años vas a tener el “casco” como el betún  y el bigote con cuatro pelos blancos. Te cantaré la canción aquella de los payasos…Creo que tendrías que ajustarte un poco más, ir más acorde con los años y envejecer como es debido.
No te vaya a pasar como a esas actrices, famosillas y gentes con posibles, que de cara parecen niñas y de cuello para abajo estropajos viejos. Incluido el “chichi”. Siempre me he preguntado ¿Qué contraste tiene que hacer, visualmente hablando, ver a una mujer que de cara tiene 30 años y de potorro 60? “To colgandero”…ag.
Anda y quita esa cara de susto que la verdad siempre será la verdad por cruda que se presente.
¿Me puedo tumbar en la cherlong?
¿Si? ¡Que majo eres, Señor!
Bueno…
Esto que te quiero contar, para que tú, despacio lo analices, es algo que me viene sucediendo un tiempo.
A ver, resalao… ¿Tú tienes “guasap”? Es que si lo tienes es mucho fácil entenderme, pero como me digas que no, te tacho de tío loco, quede claro. Quién no tiene de eso, como el que no tiene “feisbuc”, no existe en el planeta. Así es como piensa el mundo, así de simple.
Estamos rodeados de gente que ni nos rozan. Pensamos, mal pensado, que vivimos acompañados y, cuando apagamos el ordenador o el móvil, la soledad nos envuelve hasta hacernos reventar. Pero eso no es algo que me incomode, ni por lo que he venido a verte, no. A fin de cuentas, cada uno llena sus espacios con lo que quiere o puede. Y los mundos virtuales son otra herramienta para hacer: guapo al feo, simpático al intratable, inteligente al tontoelhaba, romántico al frío, Angelinas Jolies a mujeres que nunca saldrán de su rutina y, donjuanes a hombres que  asustan al miedo. Es un mercado enorme, donde cada uno se acopla a sus necesidades. Y donde unos pocos, miramos sin dar crédito y nos preguntamos qué hacemos ahí. Eso sí, seguimos ahí. Por algo será…
Bueno, voy a contarte lo que de verdad me interesa, por lo que estoy aquí.
Como bien sabes, tengo un trabajo un algo estresante. Pero no contenta con ir con el culo apretao todos los días, tengo un móvil que se ha convertido en un martirio (con lo contenta que me puse el día que lo compré, ¡por Dios!, esa pantalla grande y hermosa… ¡Virgen!) No se me ocurrió otra cosa que decirle a una de mis hijas que me descargara el dichoso “guasap”. Aplicación gratuita, así podría hablar de forma cómoda con todos mis familiares y amigos.
Pues bien, craso error…
Aunque en principio era tal y como yo tenia planeado, con el tiempo también se convirtió en un utensilio de trabajo y en una pesadilla.
Un grupo donde entran las ocho personas que están a mi cargo y, que eso parece más un sarao que un “guasap” de trabajo, y un jefe que lo usa  para comunicarse conmigo a la hora que sea menester.
En fin. Lo del jefe tiene pase, es casi comprensible, pero solo casi… ¡eh!
Y luego está lo de mi amiga Micaela, que eso ya es otro cantar y además, “profundico”, vamos, cante jondo.
Como yo no soy de la generación de los brackets y los iphone última tecnología, sino de  aquella que la sonrisa caía como la naturaleza disponía y la comunicación universal era una madre gritando desde una ventana… ¡sube ya mismamente o te la cargas en cuántico venga tu padre! Me encuentro de golpe con un chisme sonando a todas horas y, que no respeta ni el descanso.
¿Te aburro? ¿No, verdad?...mejor para ti, chato. Que con lo que te pago por cada sesión de éstas, lo último que me apetece ver es ese sopor que te embarga de vez en cuando.
Sigo…
Henchida y arrebatada, en una de esas consigo localizar la tecla necesaria para silenciar el jodio grupo, pero cual es mi sorpresa, cuando me doy cuenta que solo se puede acallar el grupito.  Los agregados no,  no hay manera, esos van por libre. O silencias el teléfono entero o nada…O calvo o con dos pelucas, ea.
Y para colmo, tienes que tener la memoria suficiente para acordarte que el chisme diabólico puede sonar en los lugares menos indicados. A saber: funerales, misas y demás momentos de compostura, recogimiento o/y educación social. Por lo tanto tienes que estar al quite de silenciarlo a no ser que quieras ser la diana de todas las miradas críticas que tengas en un radio de quince metros a la redonda. Vamos, que encima parece que en lugar de ser comprendida por un sonido electrónico impertinente que todos llevamos encima, te otean como si hubiera osado salir por bulerías con palmero incluido.
Pues llegados a este punto, llega el colmo del dichoso “guasap”.
Resulta que te conectas y cuando dejas de estarlo, sigues  en línea, ¿cómo se come eso? Yo no tengo ni idea, pero he quedado como mentirosa más de una vez. Según mi amiga Micaela, estoy ahí pero no le hablo. Por más que le digo: mira bonica, yo a esa hora estaba acomodándome para dormir la siesta. Pues no, dice que no y que mil veces no. ¿Y cómo demuestro eso? No tengo ni idea, pero me está fastidiando de una forma insufrible. Todos los días con la misma cantinela.
En fin, Froid, que la gente ya no habla entre ellos. Se ha perdido el gusto por la conversación convencional,  ahora se habla por medio de una maquinucha. Vamos por la calle tecleando hasta casi dejarnos los dientes en la primera farola. Incluso ha habido algún que otro atropello por ir el peatón en pleno debate con el teclado. Que por cierto, todo hay que decirlo, es pequeño y ridículo. Cuando marcas una r te sale una t (síndrome de los dedos gordos o como alpargatas)  y terminas leyendo un galimatías del quince. 
Vamos, que como me cruce un día con el inventor de ese Chat, le pego una yoya que no lo encuentra ni Paco Lobatón.
¿Ves lo que sufro?
Me doy cuenta por tu sonrisa y tu asentimiento, que tu también sufres ¿a que sí?
Ains, que “moernos” somos y que poco preparados estamos. Y con todo lo que te he contado, no llego ni al meollo, me quedo corta, muy corta. Eso lo dejaré para otra sesión, así tengo la excusa perfecta para venir a verte.

Me voy ya, por cierto…la cherlon es comodísima. Y recuerda, galán, aprende a envejecer como se debe, no hay nada más sensual que una persona que sabe estar en conjunto con sus arrugas y su…tono de pelo ¡ja!
Dame un beso anda, y sonríe, sonríe…no dejes nunca de sonreír.



XI



Esto no es viento, esto es un céfiro  cabreao y con mala leche…porras que día más espantoso.
Hola, Froid. Pensarás qué dónde he estado metida todo este tiempo, y yo, sincera y directa te diré: observando el mundo y a sus habitantes. Sentada, con los pies colgando sobre el orbe cómodamente instalada en  una nube de algodón. Poético ¡¡eh!!
Pero no. En realidad he estado trabajando como si no tuviera otra cosa que hacer, y claro, evidentemente hasta las neuras quedan relegadas a un quinto plano.
Y no hubiera venido, si aquella tarde de diciembre, en pleno aburrimiento supino aderezado con un cansancio desmesurado, en lugar de entrar a esa página de contactos, donde se me ofertaba a unos hombres de escándalo de los que quitan el hipo, las penas y los dolores; dejando a George Clooney a la altura del betún,  hubiera optado por lo más sensato: ir a dormir la siesta. Pero mi curiosidad ganó la batalla a la cordura y, aquí estoy…
¡Vaya! Has cambiado la decoración. Este nuevo look le quita seriedad al gabinete. Parecemos menos trastornados los que nos tumbamos en la cheslong. Sobre todo has acertado con esos almohadones verdes y morados. Y  la lámpara…vaya araña más, más, más… ¿zancuda? Bueno, es igual, el conjunto es  precioso. Me gusta.
A ver, resalao... ¿dónde has escondido el cenicero?
No me levantes la ceja, que ya me conoces…
Bueno, pues como te comentaba –que cómodo se está aquí- en diciembre, en una tarde tediosa y fría, entré al correo para despachar los mil e-mailes que seguramente tenía en la bandeja (ironía) y,  me choqué de frente con el anuncio de una página de contactos. Por cierto, que es una página con cierto “prestigio”, se anuncia en  televisión y todo... ¡Ahí es nada! Pues eso, que me salté a la torera todos mis principios y con una osadía propia de un diestro…para adentro.
Después de rellenar como cien formularios, con la sensación latente de parecer que iba a pertenecer a un club selecto de razonamientos profundos, (lo digo por el papeleo virtual)  donde dejo gustos, aficiones, preferencias esenciales y existenciales y,  hasta la talla de sostén, por fin me asignan un página personal no sin antes depositar la cuota establecida. Porque claro, si quieres relacionarte, tienes que pagar. Una página tan personal que es igual a todas las demás. Pero bueno…ya puedo empezar a conocer a tanto hombre guapo, interesante e inteligente de morirse.
Primera impresión Froid…
¿Hombres guapos de morirse? Sí, de morirse del susto. Para empezar me han ofertado una publicidad engañosa, pero además sin parangón ¿Interesantes e inteligentes? Déjame que lo dude. Alguno seguro que hay, yo francamente, solo me he topado con dos.
Pero, si he dado con una banda de clasistas que no hay ni por donde agarrarlos. Debe ser, no, es...es;  que como la página es de pago, la gente que entra es en un noventa y cinco por ciento, son diplomados, licenciados, “masterizados” y condestables. Vamos, un compendio de virtudes. Eso sin contar que todos son: románticos, cariñosos, estables, practican deporte de riesgo,  hablan cinco idiomas, más bien agradable de ver y, un largo etc… Pero eso no es lo que me preocupa, a fin de cuentas, cada uno dice ser lo que mejor le parece. Yo me ciño al dicho tan fantástico que dice: hablar idiomas es un don, pero saber mantener la boca cerrada en cualquier idioma, eso es una virtud.
Bueno, ya sabes que en estos extraños lugares de las redes sociales, inventarse una vida es lo más sencillo del mundo, volar sin necesidad de alas algo factible y ser la versión guapa de Pitt (si esas facciones se pueden mejorar) un hecho “probado”. Los espejos están mal calibrados o la vista de más de uno muy mal graduada. La autoestima al poder, puñetas. Es que hay que quererse…
Eso sin contar, que una cosa es como tú crees que eres y otra bien distinta como eres de verdad.
Claro, después de leer esos perfiles, una se queda minimizada y un algo trastornada. ¿Guapo? Pues será que tienes la beldad en los dedos de los pies, chato (para los que ponen su foto) Luego están los que son tan sumamente hermosos, que ni foto colocan, no vaya a ser que no puedas resistir tanta hermosura facial y caigas babeando encima del teclado con los ojos en blanco y jurando que has tenido una experiencia religiosa.
El colmo de los colmos es cuando te contactan. Foid, créeme cuando te digo que ahí tienes un filón. Si haces oferta te forras.
Se pueden seleccionar por bloques… ¿quieres que te lo cuente? Evidentemente que quieres, sino para que estoy aquí ¿cierto?
Pues verás…
Entiendo que somos un puñado de gente sola y que pertenecemos a un submundo donde hemos perdido, sino la cadencia, sí la fórmula de acercamiento. Tú mejor que nadie sabe, que el ser humano está diseñado para estar en compañía y, que en los divorcios y separaciones, la sensación de fracaso aflora. Te desubicas. Y te da por plantar geranios o por saltar en paracaídas desde la aguja del edificio Ford, aunque te “escaralles” o te dejes las prótesis dentales en el alféizar del quinto piso. Lo que sea, para encontrarte de nuevo después de tantos años de convivencia y de ser un ente que se movía por la vida a expensas de…independientemente si eres hombre o mujer.
Te quitas los pantalones de pana y te enfundas en un traje de neopreno que te queda como a un Cristo dos pistolas. Así con par. ¡Quién dijo miedo!
Sigo…
Primer bloque: los atlético-musculazo que practican toda clase de deporte incluido los de riesgo y viajan más que el AVE. Se pasan la vida corriendo, subiendo montes, practicando vela, catamarán y buceo sin botella. Eso sí, luego no diferencian una almeja de un mejillón.
Rasgo en común: cincuenta años como las cincuentas sombras, licenciado o superior, guapísimo de la muerte (según ellos), con una superioridad que acojona y, un complejo de Buzz Lighyear preocupante.
Por regla general no ponen foto y, si la ponen, salen de espaldas o practicando algún deporte de riesgo dejando patente de sus intensas vidas, con el culo en primera plana. Lo hacen con el firme propósito, como te he comentado anteriormente, de proteger tu corazón de un infarto ante tanta contemplación de belleza supina. Los ojos no están diseñados para esas exposiciones y claro, la entrada por el iris de tanto mister madurito atlético y vigoréxico,  es probable que colapse hasta las arterias y nos pueda dar  un jamacuco. O, al lado de algún monumento que no deje lugar a dudas de sus paseos por el mundo mundial
Las conversaciones con esta clase de personas se reducen a un coqueteo (por parte de ellos) insufrible donde el yo es absoluto y, donde dejan reflejado en tres renglones lo cultos, formados, poliglotas que son. Un tercer grado abominable y la exigencia de que le mande una foto reciente (como si las que tengo en mi perfil fueran del año de las piñatas verdes) cuando ellos permanecen en el anonimato y no salen de él ni por educación. Por cierto, mucho nivel pero educación justita,  que eso es gratis y no tiene postureo. Está muy trillao ser educao.
Evidentemente, en el momento que les comento a lo que me dedico; que los viajes que practico no son relevantes, y que el gimnasio y yo discutimos a muerte hace unos cuantos años, ni que decir de subir riscos como si fuera una cabra, salen espantados. No vaya a ser que se les pegue la normalidad a algún músculo y la caguemos. Eso sí, cuando alguno (los menos, contados con los dedos de una sola mano) te enseñan su foto…Virgen del Consuelo ¿eso que es? Eso sí es un deporte de riesgo, eso. Y no sobrevolar el Gran cañón con un parapente remendao.
Voy a encenderme un cigarrico que me estoy agotando hasta de contártelo…De verdad que comodidad. Se está a gusto entre estos almohadones. Todavía recuerdo aquellos cojines que te dejaban los riñones para hacer caldo. Y lo feos que eran…
Vamos con el segundo bloque: Los acojonaos.
Rasgo común: Más de cincuenta años. Salidos más que el pitorro de un botijo, coñe. Hartos de la vida, de buscar, de no encontrar. Recalcitrantes de su sofá y desconfiados con todo aquél que no sea de su pueblo.
Suelen ser licenciados o diplomados, pero sin tanto ego. Practican deporte de poco riesgo. A saber: futbol, senderismo y caminatas callejeras.
Con ellos se puede tener una conversación normal, sin egos ni excentricidades,  donde no te hacen pensar que el eslabón perdido está aquí y no en Atapuerca como creen los arqueólogos. Eso sí, a poco que te descuides ya te están hablando de sexo y si pueden quedar para practicarlo, mucho mejor. Después de vuelta a su sofá y si te he visto no me acuerdo.
Bueno pues a todo esto que te estoy contando, Froid, añádele eso de cariñosos, románticos, fieles… ¿a que no cuadra? Exacto, no hace falta que admitas lo evidente…no cuadra ni con regla y compás. Todos confunden amor con deseo. Pura lascivia con romanticismo y te voy a tocar las tetas hasta que suene la sinfónica, con cariñosos. Lo de fieles, sí, hasta que den con otra tía cañón que les rompan los esquemas. Los hombres son como una gripe, siete días de subida, siete de bajada y de esa cepa no vuelves a infectarte más.
Y el tercer bloque, ¡tachaaaan!: Los casados. ¡Toma castañas pilongas!
Con estos no he hablando, pero sí he leído sus perfiles cuando se han acercado al mío y han depositado todo osados un real flechazo para llamar mi atención.
Rasgo común: De todas las edades. Aquí entra de todo, diplomados, licenciados, masterizados, condestables, bachilleratos, institutos o inferior. De todo, no importa. Lo realmente importante son ellos y sus ganas locas de salir de sus vidas sin romper un vinculo sagrado. No se sabe si practican deporte porque no lo especifican, en su lugar colocan unas graciosas líneas discontinuas. Al igual que en su estado civil.
Así que de estos, como no los conozco ni quiero, no puedo hablar nada. Solo lo que intuyo cuando leo sus demandas.
El caso Froid, que entré por curiosidad y me he quedado por estudio. Es digno de ser estudiado cuidadosamente.
El rechazo por no ser una mujer cañón es tan claro, que hasta araña. La antipatía por ser una mujer normal, como en el fondo son ellos, aunque en las formas quieran aparentar una imagen prestada, es demoledora.
La sensación que te queda cuando terminas de conversar con ellos de que son seres de otro planeta, es tan evidente que me pone los pelos de punta.
¿Tú crees que si ellos fueran Brat Pitt al igual que nosotras Angelina Jolie, estaríamos allí?
Somos hombres y mujeres normales, pero de una normalidad que asusta…con unas vidas cargadas que no te deja espacio para salir a la calle y encontrar a tu pareja a la vieja usanza. Punto.
¿De verdad alguien puede pensar que una carrera compra un corazón? Evidentemente sí, o ¿Que un trabajo honrado no diplomado se considere tan barriobajero como para rechazar a la persona que lo ejerce? También.  ¿De verdad se puede estar más desubicado? Sí… ¿Hola? ¿Queda alguien en el planeta tierra? Porque parece que todo el mundo se ha ido a Marte y han regresado con el seso hecho gelatina.
Y eso, querido amigo, es un fiel reflejo de esta sociedad. De lo mismo que te vas a encontrar en la calle. Personas hueras que se miran en todos los escaparates y, que sueñan y siguen soñando solo con una cosa: esa mujer sumisa y cañón que los pongan mirando a Cuenca en la cama y que tenga tantos títulos como él. Aunque la mitad sean comprados y la otra mitad prestados. Porque otra cosa, déjame que lo dude…
Románticos y cariñosos… ¿se lo preguntamos a sus ex? Es como si le pregunto a mío ¿a que yo se callar siempre que hay una bronca? ¿A que no te contestaba cuando te ponías loco?..¿A que no? Porque evidentemente, me miraría con cara de palo y diría…tú, tú no te callas ni debajo de agua.
Creo que es la consulta más larga desde que vengo a este gabinete. Sin embargo tengo la sensación que me dejo mucha información. Como te decía anteriormente, esto da para mucho.
Me voy a marchar. Total no voy a arreglar el mundo, ni el mundo me va a apañar a mí. No a esta edad y con unos valores bien arraigados.
Luego si tengo un rato entraré de nuevo a esa página a ver si se alinean los planetas y encuentro al hombre diseñado para ésta mujer, que sin ser cañón no está mal del todo. Abuela que no tiene una…

No te rías puñetero…Dame un beso chico de las estrellas, que estás guapísimo sin tanto negro en el pelo y,  no olvides sonreír siempre…


Xll

Hola, buenas tardes galán. Lo cierto es que no tenía intención de venir a verte, pero después del día de ayer, me he dicho: Venga, anímate y regresa a esa cherlong cargada de cojines a despejar tus ideas.
No me mires así, todavía,  tengo mi cordura intacta…
¿Sabes? Venia pensando en un poema… ¿Conoces a la poeta argentina Alejandra Pizarnik? ¿No? Pues vaya chasco, en fin.
Tiene uno de los poemas de amor más bonitos que he leído nunca ¿quieres escucharlo? No soy nada buena recitando pero, si gustas. Gracias solete, atiende:

A veces, también se me acaban las sonrisas para ti,
a veces, también se me acaban las ganas de escribirte.
Pero te quiero, ojalá lo entiendas, siempre te quiero.
Pero a veces, mis abrazos no tienen calor y mi boca
no sabe que decir…pero te quiero, siempre te quiero,
cuando no te convengo, cuando no me soportas,
cuando te odio, te quiero.

Si este poema me parece la mayor muestra de amor que ha salido de un corazón y una pluma, es precisamente porque no regala el cielo, ni baja la luna, ni clava una rodilla en el suelo prometiendo el mundo onírico que solemos soñar, cuando estamos solos y abatidos.  Sencillamente, la poeta nos da la realidad. Lo humano en una fusión perfecta con lo más divino. Lo imperfectamente perfecto.
El amor, Froid, el amor. El sentimiento más puro que tiene el ser humano. El que mueve montañas y desvía ríos. Ese…y eso es lo que me trae esta tarde aquí de nuevo, a otra sesión con mi buen amigo.
Hay una pregunta que me golpea desde ayer. Ayer precisamente, que tuve que estar consolando a Ana ¿te acuerdas de Ana? Si, hombre. Es la amiga que me acompaña siempre en los viajes. ¿Ves? Ya te has acordado.
Bien.
La pregunta es ésta, verás. Si el amor es el sentimiento más puro que tenemos ¿qué añadidos necesita? ¿Por qué amarse no es suficiente? Si este sentimiento precisamente contiene en su haber: la sonrisa, la ilusión, la constancia, la lucha, la concesión, el perdón, la renovación, la racionalidad, lo visceral, la ternura, el deseo, la pasión, la comprensión y un largo largo, largísimo etc… ¿qué puñetas de añadidos necesita? ¿Los mundos irreales del nunca jamás?
Ana esté hecha polvo ¿y por qué lo está? No es porque le han roto el corazón, ni mucho menos. A estas edades somos lo suficientemente capaces de comprender y sobre todo, de asumir sin hacer dramas que no valen para nada, si acaso, para dejarte a la altura del betún con la autoestima haciéndote sombra. No, no es eso. Es haberla dejando nadando a contra corriente sin horizonte ni brújula, en un inmenso mar de dudas. Y esas dudas, cómo no, las he tenido que soportar yo y sin anestesia. Lágrimas, que no puede ocultar, preguntas que no sabe contestar,  un buen vino y mi hombro. Un adiós inesperado que le ha roto todos los esquemas y, la ha dejado a merced del escepticismo más cruel. De ese que no se sale fácilmente porque te culpas de todo, de cada una de las malas situaciones. Porque piensas que la mala suerte está de tu lado y no te mereces ni tan siquiera que alguien se rompa la camisa por ti. Así que, ni mucho menos, abrirse las venas…es metafórico, que quede claro.
Y todo por un amor que necesita un añadido….Y en esas estoy, Froid, intentando encontrar para Ana, ese añadido. Pero, no doy con él…
Los seres humanos somos complejos, eso lo sabes tú mejor que nadie. Somos contradictorios y encima nos encanta ponernos ese punto de misterio, que si cabe, todo lo enreda más. Pero se nos olvida ser honestos. Omitimos la verdad, quizá, para hacer menos daño…pero, si el daño ya está hecho ¿por qué no decir a las claras, no te quiero?
Para qué tanta patraña. Para qué tanta excusa… Siempre he dicho y, tú me conoces muy bien, que la verdad puede doler, pero la mentira es infinitamente más cruel y dañina. Por eso nunca miento ni yendo en mi contra. Qué quizá no empleo mí mejor tono, ni mis mejores palabras…eso es cierto, pero de mi nadie puede decir: me hiciste daño adrede, chata.
No existe añadido para el amor, eso es una conclusión que sienta cátedra… ¿verdad?
Lo sabía…gracias por asentir.
Quererse es compartir y no solo buenos momentos. Para  tener buenos momentos solamente no está diseñado el ser humano y, mucho menos el concepto pareja. Donde todo, se tiene que hablar, discutir, mimar y amar.
Por lo tanto a Ana la ha dejado un chico que decía amarla, pero que no era cierto. Igual confundió amor con pasión, eso es algo muy sencillo de hacer. Y al pasar los días empezó a discernir que lo que sentía no llevaba a ninguna parte. No lo culpo, ni tengo derecho a hacerlo. Pero tampoco puedo evitar sufrir por ella, verla sumida en un sopor que me rompe el alma. Es como si, con su partida, se hubiera apagado la luz de sus ojos.
El amor y sus consecuencias. Lloramos por no tenerlo y lloramos cuando lo tenemos. Lloramos cuando lo perdemos y cuando no lo encontramos…sin embargo, no hacemos nada para cuidarlo y, mucho menos luchar. El caso es estar siempre carentes de algo. Sentirnos desdichados con o sin él. Sin él porque nos sentimos incompletos y, con él porque no somos capaces de hacernos entender. El yo gana batalla…el individualismo, la guerra. Y el soldado yace muerto con una bandera blanca asida a su mano…
Cupido y su venganza…la venganza y el ser humano.
Bueno, Froid, mi buen amigo…me voy pero antes te voy a recitar otra poesía, también de la Pizarnik.

Y qué es lo que vas a decir
Voy a decir solamente algo
Y qué es lo que vas a hacer
Voy a ocultarme en el lenguaje
Y por qué
Tengo miedo.

No olvides sonreír siempre…hasta pronto, galán.



 *Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*

Ya sé que se escribe Freud, pero éste en concreto, es Froid.

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