viernes, 4 de febrero de 2011

TIEMPO DERRETIDO...

Se me escapan los segundos, me siento como las saetas raídas del viejo reloj de bolsillo que guardo en el cajón, obligado a moverme en cada instante, sin tregua. Mis sesos  son una masa pegajosa, porosa, están enfermos de tanto pensar…los capto blandos, desplazándose de un pensamiento a otro sin reflexión ninguna, asqueados, aburridos, cargados de humedad.
Esto debe ser la antesala de la locura cuando se van perdiendo las descargas neuronales y se hace una papilla gelatinosa, incapaz de dar lógica a esta asqueada vida…
Abro los ojos y todo es negro, los sueño son pesadillas donde unas manos me desmiembran enseñándome un corazón carcomido por la mierda. Desechos de los que me he alimentado durante medio siglo de mi real existencia.
Pedí ser un dios y vendí mi alma para alcanzarlo, más ahora no sirve el alegato que marco en estos versos que nada entregan, solo una neura maloliente por apartar a mi gente de todo aquello pertinente que era mío por defecto… Fétido, como mi propio aliento expulsando lo que se pudre en el aire que encierro, la tinta huele a hierro y el papel se ha tornado viejo y amarillento. El pulso tiembla y el miedo abarca estas manos gastadas ante la palabra, se que no aguantaré otra critica de esos miserables que se creen que han inventado la lírica…en estos mundos modernos donde la rima no prima, la métrica es una longaniza, la gramática baila al antojo de una cuadrilla…he perdido mi tiempo…mi tiempo, lo más sagrado que tenía.
María, ¡bendita María!…que me ha entregado su alma, su cuerpo y todas sus alegrías…a cambio de aguantar a un viejo tarado, loco por la poesía, que ha escrito tres mil poemas de amor y no ha sabido dar un beso, una caricia, un verbo amable, sentido, cuando ella lo requería. Solo el grito fiero que salía de mis tripas cuando mi tarea era interrumpida...me he ganado a pulso la soledad que me cobija, la sensación de morir sin prisas…vacío, derretido como la lava que calcina todo lo que a su paso toca, así esto yo ahora, con un cerebro muerto, un corazón gangrenado, con escaras que rezuman  espuma atezada por todos los poros de mi cuerpo…solo, sin razón, ni lógica, en una perpetua agonía…


*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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