Son tus cadenas las que me malogran por el indefinido piélago de la conciencia, como la diosa blanca, haces sedimento en la armonía, rompiendo los anales de mi historia.
Cambios que son tormentas, tempestades de vino y rosas… de muerdago, cenizas y amapolas, de toques funestos de odas…en lo recóndito del alma vives como una ola, bañando cada alborada mi estanque de aguas mansas, alborotando con tu estallido la profundidad de mis latidos, rompiendo el ritmo, dejándome expuesta al destino que no es otro que vivir para seguir viviendo en tus dominios.
Mancuerna de oro, retazos de dos locos en busca de su camino. Incierto presagio que trae el viento de dos mundos tan etéreos como infinitos...solo mirándote a los ojos soy capar de ver la temprana realidad que aflora a mis instintos, dejándome llevar por el bravo hechizo de tu cuerpo divino, dejo de ser prosa, para ser poesía contigo.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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