Mis manos están abiertas como las
alas de una mariposa, entrelazo los
dedos y simulo su vuelo, despacio, sutil, de colores…
Veo la huellas del tiempo
reflejadas y, siento que aunque por fuera todo decaiga, mi corazón se mantiene
fresco. Joven, lozano, con ganas…
Hay espacio entre lo que aparento
y lo que soy, entre las miradas que se depositan en mí y aquellas que realmente
me ven.
Me traga la soledad y explosiona
la algarabía en mundos distantes y finitos chocando con aquellos lejanos e
interminables que decoran los albores de esta mirada sorprendida. A estas
alturas de la vida no dejo de admirar todo los milagros que se me
ofrecen…impresionantes momentos que hacen de esta mortal, la inmortalidad o la exaltación latente que me demuestra a
golpe de calendario, de reloj o de pasados
que dentro de mi vida hay mucha vida, más que ofrecer y mucho que
otorgar todavía.
Y justo en ese preciso instante, cuando
la confirmación de que respiro implica un algo más que un añadido rutinario y
sin gracia, es cuando regresas entre las brumas de la conciencia y afirmo y
reafirmo y ratifico que eres la parte más hermosa, la más linda, la más
sencilla, la que me hace mujer y me ensalza.
*Rocío Pérez Crespo*