domingo, 29 de septiembre de 2013

ME TUVISTE UN SEGUNDO ENTRE TUS BRAZOS Y UNA ETERNIDAD EN EL OLVIDO...




Se consume la paciencia como se agota la noche, en el quebranto de un suspiro que deja otra estría en la grosera oquedad que me absorbe.
Estática ante el quejido que muerde, juntos las manos en una impía reverencia  calcinando el oprobio de esas palabras que yerran al ser pronunciadas sin sentimiento…
Se desviste el alma jalonando una marca donde  se enerva la raíz de mi existencia, y delante del punto mortal asoma insolente la inconsciencia o, quizá sea, la más pura conciencia.
Y vuelvo a suspirar una vez más, y otra…y una tercera y, vencen las ganas quedando libre de la cárcel que llevan las mareas…Dejo escapar el grito que revienta la voz austera de ese compendio de moralidad que relata como una melopea, las serenas evocaciones de un Eros sin cojones.
En el próvido momento de ese falaz te quiero, el cuerpo arde y la boca quema. El mundo se torna ceniza y la rosa, que hasta ayer era del color de tus mejillas, enardece su tono hasta convertirse en una negra y hermosa hija de puta.



*Rocío Pérez Crespo*



miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA VIDA DE LOS OTROS….




Tiempo defectuoso. La calle vierte cortinas de bruma disimulando las alcantarillas infectadas de ratas.  Sobre la cabeza las nubes insultan a los árboles ocultando sus verdes, marcando de opacidad sus ramas.
Entre la niebla que  asola los pies, mi cuerpo se estremece y, me pregunto si alguna vez fui capaz de ver otra cosa que no fuera la vida de los otros.
Sus caprichos, sus juegos, sus interminables ganas…
Entonces, omito  la palabra y soy consciente de los  hechos que me abrazan. La perfidia que se aglutina en mi espalda por una cortesía mal equilibrada, la seducción que marca un verbo y un verso  para acomodar otras camas. La impertinente soledad que me arranca una lágrima, en una ciudad que no conozco cargada hasta las trancas de ausencias. De aquél viejo sueño de ser el fiel esposo de mi alma.
Quizá, el mirar asombrada una fachada o tomar un café, abstraída en la desesperanza, me sume en una ilusión que nada tiene que ver con la realidad….solo en ese tiempo defectuoso que ya no mide ni día ni noche. Ni comparecencia ni abandono. Ni tan siquiera el gusto de una caricia salida de tus palmas.




*Rocío Pérez Crespo*

domingo, 22 de septiembre de 2013

COMO UN CUADRO DE MAX ERNST…




No pude sostener la palabra cuando los pies rozaron el abismo, ni dejar cerradas las llagas que con tanto mimo había sellado. No quedó cesión ni incuria, solo el espectro que habitaba en los callejones dormidos de un consciente quemado.
El mismo que empujaba a saltar, sin pensar en la oscura oquedad, ni tener presente las cien auroras que cantaban mi nombre.
Me desdoblé en el posterior segundo de un suspiro,  para ser testigo del liviano descenso de un pétalo de rosa, una ínfima parte de la frágil mujer que nació conmigo, perdía su blancura, su luz, al chocar con la negra nada quedando enterrada en lo más profundo.
Desde entonces, la música dejó de tener ritmo y, el sol de calentar. Todo se tornó huero, como la tinta de la pluma que ya no rasga ni piel ni pergamino. Oneroso, como las moscas del mes de septiembre e, insoportablemente  impío.
Silencio y soledad…Soledad y desvarío.
Núbil fue el pétalo desprendido, pero en él estaba impreso mi espíritu.


*Rocío Pérez Crespo*



viernes, 20 de septiembre de 2013

DENTRO DE UNA LÁGRIMA...





No soy verbo, ni verso. Ni mi corazón salta de alegría. Encarcelada en la soledad, observo el cristal de mi vida y, despacio, computo como  me devuelve el reflejo de la desidia.
Tiempo…Tiempo que no camina. Punitivo y fatuo.
Me siento  como la  hiena hundiendo su hocico en las tripas de la misma muerte. Cargando mis venas de recuerdos opacos, de voces que explotan en mí conciencia… Tú eres, tú eres…
No, no soy yo.
Ni oscura ni sibilina. Sin embargo,  hago  reventar los lagrimales y mancho de bruno argumento el alma del niño indulgente que me instó a creer en él. A cambio trueco mi calma por su agonía hasta consumir la poca estima que me queda.
Me rompo en pedazos y, no en sus manos de hombre. Sino en las aristas abismales del mismo infierno, donde la piel se queda pegada y la sangre chorrea hasta agotar  la dicha de tener como aliadas, las alas que me brindaron una nube de colores.
Estúpida  inconsciente…
Sola, en el destierro de este cuarto, me anclo a un pasado que no tiene memoria en su memoria. Solo, los fragmentos gastados de aquello que reventó las entrañas, manchando de mierda lo blanco y sublime de mi existencia.
Y me escucho suplicando a una pared sin puertas que se abra y deje entrar el sol, para calentar en un algo la impureza que me absorbe. No quiero sentir el frío, como tampoco quiero sentir el hambre. Y aunque me toque comer los podridos intestinos que me ha dejado sobre la tapa de la imputación, sé que no soy pérfida ni santa…soy una mujer que lo ama,  como quizá, nadie nunca lo amó.


*Rocío Pérez Crespo*



martes, 17 de septiembre de 2013

ME CAÍ DEL CIELO DE LOS NECIOS...





¿Cómo te lo digo sin aparentar frialdad?
Sí, ese día vi caer la gigantesca piedra sobre el tejado y no hice nada. No me dio la gana. No grité, no alerté. No sentí pánico. Me quedé sentada, con las piernas cruzadas fumando un cigarro. Mirando el tremendo agujero, sin importarme un carajo el destrozo que estaba causando.
Observé como atravesaba una habitación detrás de otra, llevándose a su paso, recuerdos y momentos de toda una vida. Los retratos, el piano, el escritorio vestido de lunas de las noches de mayo. Mis pasos, tus pasos, mis ropas, tu osadía.
Estallaron los cristales del mirador invadiendo la calle de brillos de agonía,  y los viejos versos volaron por los aires entonando su última melodía. Un canto de sirenas roto, que sonaba a rebeldía.
No sentí nada: ni miedo, ni zozobra, ni angustia, ni melancolía…
Al final, cuando la piedra no pudo seguir su camino, reventó la puerta saltando por los aires las astillas de tu cobardía. El polvo cubrió mi pelo de gris  y los anhelos de cenizas. .
Me levanté del viejo banco del jardín de las delicias, el no importarme nada seguía sacudiendo las venas de mi dicha, asaltando de paz cada molécula viva. 
No giré la cabeza cuando el sonido del derrumbe azotó el santo silencio de la avenida.  Solo despertó en mi alma una preciosa sonrisa y, note la gravedad actuar cuando pisé tierra firme escrutando como se marchaba la siniestra nube de la necia rutina.
Una guerra ganada –me dije-. Sí, no me mires así… Fue la mía.



*Rocío Pérez Crespo*




viernes, 13 de septiembre de 2013

CORROÍDA SENSACIÓN/MADERA QUEBRADA...




Hagamos reventar por la espita del destino el pus que nos corroe, limpiemos las heridas en las balsámicas aguas, en el baño cálido del azul y el verde.
Paralelo de una vida pasada, vivo, real del presente consentido. Hermano camino a las profundidades del yo más puro.
Sin penitencia, ni rumbo, ni castigo, libres quedaran las almas de peso y candado. Fija, como el ancla de este navío, acomodando a la luna en el algodón fantástico de lo cierto.
Desde el silencio donde habitan los secretos, poner luz, voz, al misterio oculto del dolor.
Que el mar haga su trabajo…


*José Manuel Salinas*



Baños sin espuma que revuelve la marea, hasta llegar a una orilla que ya no marca tierra. Sin rumbo, con las velas hecha jirones se va perdiendo el verde y el azul de aquellos océanos de amores.
Promesas de un horizonte que guardaba el calor profundo del hogar; desde el silencio donde se esconden los secretos, fluctúas con la capacidad perforada dejando el timón sin manos que lo guíen.
Nos devolvió una pleamar de luna hechicera hasta reventar el casco contra el atolón.
Pérfida es la bandera de nuestro barco. Dúctil e irreverente la capacidad con la que lees el mapa de mi existencia.  
Se queda corta la retórica de tu voz ante la duda que te retuerce. Te escuchas a ti mismo sin comprender, que los ecos solo agotan el sentido sin desprender el misterio de unos huesos que se rizan como las crestas blanquecinas de este mar que ya no hierve.
Y sigues y no te paras…por más que veas el barco anclado en la playa.




*Rocío Pérez Crespo*