miércoles, 23 de marzo de 2011

UNA VIDA MUERTA....

Me miro al espejo… ¿y que veo? Los restos de lo que un día fui y lo que soy ahora.
Un vomito de sangre putrefacta, negra, densa…. que mira con desden, que emite palabras hurañas.
Sin ternura, sin resquicios de humanidad… sin nada. Un pestilente sabor que surge desde dentro y acapara mi paladar provocándome nauseas. De ahí el vomito, que lejos de arreglar nada, endurece mucho más el gusto, el olfato y hasta la visión, al comprobar la mancha oscura que deja en mis pies.
Un vacío incurable que remueve las entrañas… ni amor, ni desamor… solo un oprobio mal parido de desesperanzas.
Por no importarme ya ni la muerte me atañe… cuando quiera que venga y me siegue de una buena vez con su guadaña… que para lo que me queda por mirar y ver… es mejor una tumba yerta que  el reflejo de mi cara. Mejor iré yo a buscarla… que lo he hecho tantas veces sorteando mi suerte… pero está vez no fallaré en el intento... reniego de mi estrella y preparó el brazo para lo que acontezca.
Todo empezó con los ojos de un hombre que me miró… y yo, tan necia por mis laberintos de cenicientas y hadas blancas acudí a su llamada. Pero no emitiré palabra que recuerde ni por un segundo su presencia en esta sala. Solo el espejo y yo… la exposición y el reconocimiento de un alma podrida, agusanada.
Una década he aguantado hasta ver lo que soy… y el reflejo de este trozo de cristal, de este polvo de arena, me devuelve con notable realidad mi silueta maltrecha. Que ya no son las arrugas de la cara, ni la ojera vieja… ni las patas de gallo de tanto llorar, ni tan siquiera las perforaciones en mis venas. Es peor que eso… me enseña lo que está detrás de mi faz.
Una mujer enferma que escupe donde pisa y muerde por empatía lo que un día defendió con su vida.
Desastre terrenal…que me importa un real bledo donde voy o hacia donde vas.
Ni padre, ni madre, ni hermanos… todo se lo comió mi amor por ti y por la crin del caballo… que os dejé galopar a los dos… cada uno por sus campos, hasta machacarme la vida y mirar con ojos de ceniza mis ganas absolutas de expirar.
De no volver a contemplar jamás mi cara en un cristal y solo rezar, con la poca fe que me queda para no ser recordada, ni como persona ni como animal.
Me niego a comulgar... y en el último vomito de mis entrañas os maldeciré por siempre. A ti por presentármela… a ella por convencerme y a mi, perfecta imbecil por creer en un mundo  inexistente y pensar que por mis venas corría el trotar risueño de la armoniosa felicidad.
Una manada entera de pura raza… cuando alcance su máximo podré descansar por fin y aunque lo haga entre espasmos y dolor, duraré poco… no te veré más… pero lo más importante de todo es que hallaré la paz, mi sonrisa… mi humildad… lo que un día fui… una mujer con voluntad y eso vale su peso en oro… te lo puedo asegurar.
Maquillaré lo que queda de esta persona… color en los ojos… carmín en los labios y el pelo limpio, peinado.
Un marco digno ante el espejo… para que cuando me hallen no noten el asco en sus dedos, solo recoger un cadáver mugriento que intentó en su último momento recrear con pigmentos los tonos naturales en su cuerpo. 

(Aviso a navegantes...es solo un relato, nada que ver conmigo)


*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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