Perfidia en tus pupilas, como clavos incrustados que van dejando una mancha verde de oxido putrefacto. Sórdidos momentos tan vulgares como el maquillaje de una suripanta anclada en el pasado de sus años lozanos, cuando las carnes prestas llamaban al deseo mundano y hacían cola para meterle mano entre los muslos envueltos en unas medias de costura, cualquier tipejo de clase oscura con ganas de una faena agradecida… ¡pagada, si!...pero atinada en gustos y posturas…Así son tus miradas, con escalas dormidas en tiempos añejos, con un ramo de claveles tan marchitos como tus intentos, tan desterrados de mi corazón como de tu propia ilusión de conseguirme de nuevo.
Con las perneras gastadas de tanto caminar entre sabanas de lino en camas de vicio…
Intelecto que vas usando a conveniencia, como una campana que suena cada vez que tiran de su cuerda…aquí un din, allá un don y el eco llega hasta el último rincón.
¿A que vienes?
¡Con una rosa en tus manos y esa sonrisa de muchacho confiado!…date la vuelta y sal por donde has entrado, sigue comiendo carroña…que este plato no será degustado por el fino paladar de tus encantos.
Sigue en alto vuelo manchado el cielo con tus atezadas alas, hincando el pico en cualquier alma incauta y soñando que tienes a tus pies el paraíso, el don de los dioses y la luz del infinito…el ego de tu nombre lo tengo clavado en mi instinto, donde no hay pulcritud no se halla más que cochambre y… tu risa es tan espesa que solo marca un corte en tu cara y te deja expuesto ante mi, como la mierda que albergas…apestosa, insalubre y negra.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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