No interrumpáis mi descanso ¡espantosos alborotadores!... mis ojos cerrados, mi cuerpo aletargado…porque en los momentos más necesarios solo merezco la soledad de mis pensamientos, en las oquedades de mis sesos, allá donde se refugia Dios y el diablo…en esa cruzada me encuentro ¿con cual me quedo?
Busco alejarme de los fracasos o acaso equilibrar la balanza de esos venenos que fueron vertidos en el afluente que bañaba mi sentido. Sin olvidar que han sido vuestras manos las portadoras de tanto daño, quemando la materia prima que le daba color a mi pluma…de tantas pajas imaginarias, de egos cargados de ignorancias….de tantas eyaculaciones sin semen de vida, vacías, huecas como las entrañas de una telaraña.
Sois como las moscas cojoneras del mes de mayo, zumbando a mi lado y posando sus patas en el legado más santo.
Dejadme por un rato que me defienda a mi manera de todos los agravios…aquellos que fueron hechos con esmero y los que aguijonearon por una irónica cuestión de fortuna sin dedo en el pecho. También por todos lo que causé yo por defecto, por los pasos dados en el viento…
No confundáis, silencio con enfado…callar los vocablos no es sinónimo de espanto, es simplemente un bien obligado para mi alma, de ella me nutro todas las mañanas…solo tenéis que saber que está destrozada, podrida desde su núcleo esperando ser sanada.
Que ya no canto al despuntar el alba y la noche se cierne extraña bajo mis sabanas, abrigando este cuerpo que ha perdido la batalla…dejadme que curen todas las llagas, que ahora supuran sangre y un pus amarillento de tanta infección que acumulo dentro…
Supongo que algún día…o en cualquier instante, el cielo tornará de nuevo con los visos de antes, mi voz será risa y estallido de luz mi semblante…hasta ese momento, manditos vocingleros, dejadme que calle…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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