Plañidos que aúllan fieros
Desgarros de almas doloridas
Noches sin treguas, duraderos
Sueños que claman despedidas.
Un grito que rompe el cielo
Y se lleva por delante la angustia
Unos sentimientos como el hielo
Un vomito de sangre mustia.
Una mirada a ninguna parte
Porque en la oscuridad nada se siente
Un corazón que late con muerte
Una plateada estrella doliente.
Un ataúd de seda blanca
Que guarda un amor ferviente
Con los huesos rotos de una zamanca
Que tú propinaste hasta su simiente.
No llores ahora hijo de la gran puta
Ni excuses agravios por penas
Que esa mujer que yace muerta
Te amó con su vida serena.
Adelanta un paso y ten la decencia
De admitir tu alma podrida
De una vida sumida en decadencia
De una muerte por ti consentida…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
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