miércoles, 2 de marzo de 2011

DESENGAÑOS...

                                                 (Ilustración de Nicoleta Ceccoli)


Caduca la mirada, los sueños muertos. Vagos momentos que llegan a mi memoria bajo el influjo armonioso de Mozart, esta pequeña serenata nocturna, me reconforta.
Calcos son este cuerpo desde su nacimiento hasta este momento, donde solo intuyó amor salido de unos besos de la boca de una Rosa, después de eso todo ha sido incierto.
Todo dura lo que dura unos minutos, desde el llanto del niño, al si quiero de dos catetos jurándose algo incompleto.
Cuando abres los ojos te chocas con las verdades, soledades amargas por tener lo primero…y es que para mi el amor es algo muy bello, yo lo he dado a raudales más solo he recogido sarmientos.
La estrella con que me parieron no era de colores, sino una mortecina luz anclada en un abismo de sinsabores. Supongo que no soy muy diferente al resto del mundo, aunque vislumbro ciertas armonías en mis círculos.
Quien busca encuentra, ¡eso me dijeron!…nunca he buscado nada, con la esperanza de al no hacerlo me fuera otorgado en gracia…pero no, ni eso.
Me tengo con conformar con un querer sencillo, de la misma intensidad con que se quiere a un tresillo, Dios no pensó en mi para ser amada…se ve que concluyó que con darme el don de vaciar mi alma ya tenia justa la balanza.
Tampoco me dio hermosura para conquistar alientos frescos…solo dos ojos y una boca que cuando se abre encarece el precio.
Se que hago daño con la franqueza que albergo, que tengo dudas que no entiendo…que duermo pegada a un teléfono solo para leer, de vez en cuando, un pequeño te quiero. No soy la mejor del mundo, tampoco lo quiero, tengo mil defectos y todos visibles al resto.
No conozco puentes que crucen este río, más, tengo el raciocinio de que si caigo en sus aguas me ahogaré sin remedio antes de alcanzar el otro extremo.
La vida es un pastel enorme, cuando lo catas no son agradables algunos sabores…muy vistoso de tanto azúcar, metes la cuchara confiada y una vez ingerida las cremas se vuelven agrias.
No soy la guinda de nada, tan solo una espectadora cansada de tanto mirar  lo ajeno sabiendo como sé, que se quedará en eso…en una mirada esclava, en un corazón huero…en un sentimiento muerto…en un suicidio alado de una nube sin cuerpo.


*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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