Y te digo adiós, con el alma agotada, los sesos fundidos y esta mirada que ya no marca sensaciones.
Con las manos vacías y un hueco enorme en el corazón…relatando en el recuerdo, un beso dado al viento y una blanca flor.
Ilusiones fantasmales, realidad adormecida…no siendo obligación ni espita de esos ojos que al mirarme no dejaron un solo atisbo de amor.
Más bien de complacencia al sentirme enamorada, de tu vida, de tu alma, de mi entrega y mis alabanzas ante la presencia inagotable del reflejo de tu voz.
Ahora, sola y desértica miro el futuro sin preguntas…escondiéndome en las ranuras de mi eterna asociación. Ya no quiero promesas, ni ruidos, ni guirnaldas…ni agarrarme a la esperanza de las cuerdas de una guitarra, aquella que en las noches inmaculadas, sonaba como un trovador.
Desecho los sueños de mi vida y me afilio a la cola de las no respuestas. Del entendimiento vago, de la ignorancia suprema. Estaré en un cielo si luna ni estrellas, pero por lo menos no sentiré como me quemas. No tendré un falso te quiero, pero tampoco las lágrimas perpetuas del dolor.
En este instante; permuto la fórmula de mi esencia, donde me instale seré pétrea…la imaginación vacía y las ganas muertas.
No me llevo hechos, pero sí….unas cuantas palabras de amor.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*
No hay comentarios:
Publicar un comentario