martes, 12 de abril de 2011

LODO EN MIS SESOS...

Ebriedad que me reviste por entero ante un centelleo tan real como doliente. En un gemido de  légamo maloliente escucho la voz más fiera de mi propia mente.
Apoyado en esta mesa que se la traga la carcoma, protegido por unas paredes desconchadas y rancias, me refugio en esta copa rindiendo pleitesía al único dios que atiende  mis plegarias.
La culpa fue mía.
Nunca pediste rosas, ni cielo;  ni alas de mariposas rompiendo el viento. Solo mis brazos, mi cariño… mis momentos.
Tú me lo diste todo. Tu pasión, tú alma, tu vientre y tus senos...me alimenté de ellos y lo único que encontraste a cambio fue mi retroceso.
El día que la casa se quedó vacía, empecé a añorar tus reclamos. Y ahora te busco cada mañana entre el rocío fresco de las flores del campo. Pero dura poco, desparece cuando el sol calienta desde lo alto, al mismo compás que el aguardiente en mis venas se va acumulando… y me queda ese hueco negro y obtuso, como una lejana reminiscencia perdida en el tiempo de mi propio ocaso.
El grito que inflama y me hace sumiso es comprender el destiempo. Todo lo que no dije en el momento correcto, todo lo que tuve que prometer y callé para mis adentros.
Hoy,  te compraría rosas y bajaría el firmamento y cada lucero… te besaría todos los días y abrazaría tu cuerpo hasta morir en tus brazos sin miedos.
Amar como te amo es el precio que pago. La soledad, la mugre...la pena y el llanto. El alcohol bajando por mi traquea el único alivio para este errante, me deja sumido en un letargo…no me deja mirarte.
Así,  sin verte, con el recuerdo manchado de sombras… caminaré lo que me quede.
Más el alba siempre me traerá tu perfume como la flor más viva que se desprende…recordándome día a día como hice el trueque de un alma por una botella de aguardiente.

*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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