martes, 3 de enero de 2012

DIOSES...



Admito que no tengo ego, quizá porque nunca lo he necesitado. Alimentarlo es inútil, no existe.
Y entonces me quedo pensando si el problema es mío o sólo es un reflejo de tanto portento que tengo que soportar. Es tal la cantidad, que no me deja espacio para exponerme con veracidad.
Las lecciones de vida y comportamiento se me dan a diario, además gratuitas, sin pedirlas. Y noto que se refugian en esas creencias y se maximizan en su autoestima. Se adoran a ellos mismos. Se idolatran. Se besan, se aman. Son nobles, fieles, tienen agallas…
La boca se abre para no decir nada y queda un vacío en el aire que casi lo puedo palpar.
Luego miro la vida como ha sido mi costumbre, sentada en una nube con los pies colgando. Me da una perspectiva genial.
Los veo danzar de aquí para allá, dejando una estela de estrellas…no sufren, no tienen penas, se alivian con sus esencias, con los residuos de tanta majestuosidad. La culpa es de los demás.  Del que pasa por su lado con el mismo afán. Hablan de dar, pero no aportan más que palabras  revestidas de un orgullo brutal. Sólo reciben.
El yo, por encima de todo, los encamina al yo más natural.
Quedamos los parias de la tierra, apostados en nubes saltarinas.  No tenemos voz,  somos  fantasmas embusteros…no damos consejos, no nos miramos el obligo con lupa.  Nos contradecimos, confundimos…dejamos sin aliento.
Aportamos amor a manos llenas pero no llega y aguantamos como un chaparrón tanta inclemencia de una apariencia muerta con síntomas de realidad.
No somos nobles, no somos fieles, no somos leales…nos ven con ojos hueros.
¿Qué sería de ellos si no existiésemos nosotros? ¿Cómo podrían exponer lo grandiosos que son?...Dioses.
Vida, ¡ay vida!…enséñame a vivir.


*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

Siempre me han catalogado como irreverente en mis tareas. Muchos no me soportan, pero...voy a volver. Yo suelo decir que soy como los rokeros, tengo  las mejores baladas del mundo.

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