domingo, 11 de marzo de 2012

NUNCA NOS OLVIDEMOS...


Hoy es 11 de marzo.


El jueves 11 de marzo de 2004, empezó para mí, como supongo para el resto del mundo, con su rutinaria normalidad. Hijos, casa, trabajo…recuerdo que sonó el teléfono y era mi madre, me decía que pusiera ltele, que en Madrid, dos trenes habían chocado y era todo un desastre.
Me senté para escuchar las noticias, aquellas primeras horas, el balance era de cuatro muertos. Una hora después era de cincuenta, dos más tarde mi cabeza no asimilaba bien todo lo que estaba viendo. Nada había sido casual…era un atentando.
Trenes reventados, muertos por todas partes, trozos de carne,  gente corriendo, humo, sirenas…miedo y confusión.
Imágenes que nunca podré olvidar.
Vivo en un país que está acostumbrado, sí, acostumbrado (aunque suene raro) a los atentados. ETA se ha pasado media vida reventando cabezas y haciendo saltar por los aires cuerpos inocentes como si fuera confeti en un día de feria. Infame. Pero éste, éste era además de infame, como poco, vomitivo.
192 personas que iban a sus trabajos, perdieron la vida porque a una pandilla de  subnormales  les apeteció hacer serpentina con sus tripas en una especie de ritual.
67 personas murieron en la estación de El Pozo
64 junto a la calle Talléz.
34 en la estación de Atocha.
16 en la estación de Santa Eugenia
Y un G.E.O en un piso de Leganés, es una parodia de tres pares de narices para todos los españoles.
Tenemos memoria histórica para hurgar en los muertos y en la causas de una guerra civil que concluyó en 1936. Una guerra que nadie ganó, porque en las guerras civiles, nadie gana. A día de hoy todos tenemos o casi todos, muertos por los dos bandos. Si alguno de aquellos que combatieron sigue con vida, tiene más años que tarara. Aquello ya pasó. Yo no viví nada de eso, crecí en democracia. Sin embargo, los responsables de un país, de una justicia, gastan sus energías en esas causas, olvidando a todos "nuestros" muertos en democracia.
El 11 M está sin resolver. Los 193 muertos, perdidos en una esfera sin color, recordados por 192 árboles,  para el GEO no hubo ninguno.  Los heridos, amputados y rotos: a su suerte. Las madres, padres, hermanos: llorando las ausencias de todos aquellos que salieron ese día de sus casas, dejando un beso y un hasta luego.  Yo pediría un poco más de sentido común, de concordia y sobre todo de conservar la memoria fresca en la actualidad, no cuando mi abuelo tenía 30 años.


*Rocío Pérez Crespo*

2 comentarios:

  1. No existe nada peor que la violencia y el derecho que se dan algunos seres de disponer de la vida de otros. No hay que olvidar, aunque es terrible vivir con la imagen del dolor. Un abrazo amiga, por la paz en el mundo! Paty

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  2. No se puede olvidar Paty lo que nos lleno de horror y espanto. Es lo hacemos, haremos ver que nunca pasó. Un beso guapisima y mil gracias por estar.

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