jueves, 1 de marzo de 2012

EN EL DIVÁN DE FROID…




Tres mil señales me indican que no, y una, sólo una; que sí. La lógica es aplastante, no hay color, creo que ni se puede discutir. Sin embargo sigo fiel a ésta maldita intuición.
¿Acaso necesito una ilusión? ¿Será que mi vida no tiene tonalidades?
Nunca me he alimentado de fantasías, aunque reconozco que me gusta soñar como la romántica que soy, sé donde tengo anclados los pies. Comprendí hace mucho tiempo que los mundo oníricos son magníficos para crear historias, no para vivir en ellos.
Odio los supuestos con la misma fuerza que odio la ambigüedad y, no me entiendo a éstas alturas de mi existencia… ¿todo cuanto  he creído ha sido mentira? A ver si ahora resulta que estoy cambiando de personalidad y trueco los ejes por dos veletas mercantes, no lo creo… ¿entonces qué es? ¿Qué me ata, qué me sostiene en esa maraña de sensaciones? Es como una montaña rusa, igual estoy subiendo que dejándome caer a toda velocidad con los pelos a libre albedrío y cara de susto. Del maquillaje, ni hablo.
Me educaron a enfrentar mis miedos, a no dejarme amedrentar por ellos, pero esto no es miedo, es lo siguiente…me deja paralizada, porque no sé contra qué tengo que combatir. ¿Contra algo que me he inventado yo? O por el contrario ¿con una realidad solapada en hipótesis? Sea como fuere estoy en un punto muerto y ridículo.
Mi yo esencial me aconseja que pregunte, qué salga de una vez de ese abismo, de ésta espiral que me marea y me produce náuseas, mas mi yo existencial llega en un grito asnal para ordenarme que ni loca. Ciertamente quedar como una imbécil no es plato de gusto.
Esto de ser mujer es un rollo. Vale, lo acepto, así nací, pero no deja de ser un incordio y mucho más cuando te han educado en unas normas sociales, arcaicas pero productivas, donde sacar el pie un poco fuera del tiesto, no es políticamente correcto, creándote una neura pasajera pero muy molesta. Porque lo natural en este estado, no es sentarme contigo, como cuando tenia quince años y, la pregunta reina era quien había creado a Dios. Lo normal sería y además lo sabes (no me mires así que yo también me he asustado) ponerme frete a él y preguntar con una sonrisa en la boca…soy o no soy. Pero no y, es no, porque prima por encima de todo la compostura y, no quedar como una tarada que se ajusta sus mundos de quimeras (cosa, como bien te señalicé antes,  dejé de hacer hace eones y no me gustaría volver a ello),  cuando no ha tenido ni una sola muestra de interés hacia mi persona.
En consecuencia la vida se torna una espera, que tarde o temprano  se hace desesperante. O entras en un desorden apocalíptico por no saber ni que suelo pisas. El caso que todo se me ha venido abajo, manda huevos.
Me dices por favor, si todo apunta a lo negativo ¿por qué me aferro con tanto ahínco a este presentimiento?
Necesito saberlo para volver a ser yo misma, pero ante todo, para no sentirme culpable.



*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*

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