jueves, 1 de marzo de 2012

¿NOS ENGAÑAN O NOS DEJAMOS ENGAÑAR?…




Tengo una amiga que se ha gastado un pastón en una lavadora que le da los buenos días con su nombre. No puedo soportarlo, ni entiendo que gastes mil euros más de la cuenta para que un cacharro infecto te diga con voz de ultratumba, buenos días Mari. Cacharro “mu” listo (ya que habla) pero incapaz de ponerse ella sola el detergente, el suavizante, meter la ropa seleccionada en su enorme panza y programarse. Tampoco sabe tender, así que ya de planchar, ni hablamos. Eso sí como se averíe, la factura es equiparable a un riñón, hay que cambiar todo el cuadro de mandos, qué como no podía ser de otra manera,   es un ordenador.

Conclusión: Con una lavadora más económica me apaño y si quiero los buenos días saco la cabeza por el ventanal de la galería a ver si pillo a “la” Carmen…nada mejor que la vecina.

Es como los detergentes. Os pongo en antecedentes: el niño que entra hecho unos zorros y manchado de barro y chocolate hasta las trancas. La madre toda feliz bailando en la cocina y diciendo a voz en grito…el lavar se va a acabar.
Tú con cara de boba mirando la televisión y preguntándote; ¿Qué dice que  se va a acabar?
Lo normal es ver entrar así al niño y del grito dejarlo sordo media hora. Porque en pleno siglo XXI si quieres quitar manchas, las tienes que quitar como tu abuela…a mano y frotando, ah, y dejando la ropa previamente en remojo.
Porque aunque el detergente sea la leche (mentira)  y la lavadora te hable, como no hagas todo ese proceso te vas a la calle con más medallas que un general.

Conclusión: Sigue con tu detergente, ni caso a la chica cantarina, no tiene ni idea. Ah, y los polvos del tarro rosa,  no son de Marte, te lo aseguro. Es un sencillo perborato que comprado con su nombre original no llega a los dos euros.

Ahora vienen los robots.
Unas aspiradoras “monísimas” de la muerte que merodean por tu casa ellas solas mientras tú te lees una novela. De vez en cuando levantas los ojos para echarle un vistazo y decirte a ti misma…que dinero más bien empleado. Hasta que te das cuenta que el “jodio” bicho no llega a los rincones y para cuando quieres emplearte tienes el suelo limpio como una patena y todas las esquinas de la casa como una pocilga. ¿De que ha valido? De nada.

Conclusión: se guarda el bicho en el trastero, se saca de nuevo la mopa.

¿Nos hacemos un zumo?... ¡Vale!
Sacamos un aparato enorme, que no puede estar en la encimera porque sino no tienes espacio ni para cortar el pan. Sacas tres naranjas y empiezas a meterlas por su boca, pones el vaso debajo. Te das cuenta que con tres naranjas no llenas el vaso, añades dos más… ¡estupendo! Ya tenemos el zumo con todas sus vitaminas…. ¿ahora que nos queda?
Desmonta el aparato, limpia los filtros, sécalos con cuidado no vaya a ser que se oxiden,  móntalo y volverlo a guardar. Esto, más vale que lo hagas después de beberte el zumo, si lo haces antes, se te van a evaporar las vitaminas.

Conclusión: O dejas de tomar zumo o sacas el exprimidor eléctrico y que encima te llena el vaso con dos naranjas.

Voy a limpiar los cristales y azulejos.
Sacas un artefacto que poseé  una  varilla telescópica como tecnología punta (pero que en realidad es un palo que se desliza con un tope) y que su esponja no entra en ningún cubo. Haciendo malabares, lo metes inclinado, escurres con una palanca que lleva incorporada y comienzas de arriba a abajo. De pronto la tecnológica varilla se hunde, casi te comes los cristales porque estabas haciendo un algo de fuerza sobre una mancha, te cagas en “to” y vuelves a ajustarla. Entonces sale más de la cuenta y te clavas el chisme en una teta que te deja “pasá” de dolor y al final resulta que tanta gaita no vale “pa” “na” porque tienes que secarlos a mano o se quedan “empañaos”.

Conclusión: Bayeta, cubo y amoniaco. Y encima te ahorras la factura del ginecólogo, joe.

Y voy a parar aquí aunque quedan muchos, muchos más…otro día os hablo de la planchas, de los cuchillos hechos por monjes tibetanos (como si no tuviesen otra cosa mejor que hacer) y de unas sartenes dobles para tortillas.
Nos llenamos de tecnología propagandística pensando que nuestra vida va a ser más grata para terminar haciendo las cosas como siempre…una verdadera pena.


*Rocío Pérez Crespo*

4 comentarios: