Ungiré con mi lamento tu espíritu para ahormar mi narcosis al silente soplo de viento; entre velos de inciensos que quiebran la brisa, la noche usurpa mi fatiga.
Me apodero de nuevo del candil de tu vehemencia, de tus labios brincando en gestos de niña, para descubrí un poco más hondo, la sombra que me lleva a la tenue estampa teñida en atezadas blondas perpetuas, en mortajas dormidas…y bosquejo unas dehesas en mis retinas, con el vítreo prensado ornamento el presente dándote vida, entelequia que me sostiene aferrado a tus manos al saberte perdida…
Pero mientras me quede un halo de vida, el pretérito exacerbará mis tripas concitando dos momentos que para mi fueron cenizas…manumisión le pido al cielo para sofocar la herida, que quema como tósigo cariando el sostén que yergue mi cuerpo, matando la dicha de una leve sonrisa, efímera, diluida…mi presente, mi futuro en tu boca dormitan. Viéndote te sueño cada noche, sin verte despierto con el día y al desvelarme permuto mi alma en una plegaria sofistica para yacer perpetuamente encima de tu inerte umbría, confortando mi aflicción regreso al anhelo de no despertar algún día…para soñar y seguir soñando como en sueños son los sueños de sentirte viva…
*Rocío Pérez Crespo*
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