miércoles, 28 de diciembre de 2011

EL RECUERDO DE LA MAGIA Y EL SABOR DE LA MORTADELA...



Era una tarde de primavera, entre los caminos y los recodos encontramos un modo de protegernos de esa lluvia fina que de golpe descargó sobre nosotros.
Íbamos en bicicleta, en una excursión llena de sueños, intentando encontrar entre los árboles las llamadas inquietas de los elfos.
Mamá, nos había dicho que eso no existía, pero yo implacable seguía para demostrarle a ella y a todos,  que las voces que se oían no era el cantar de las golondrinas.
De pronto paró la lluvia y el sol asomó con su encanto, dándonos la alegría de seguir con la aventura de hallar lo buscado.
Montamos en las bicicletas y tomamos rumbo al norte, lo sabía porque en las piedras el musgo brota con más fuerza.
Al cruzar el primer recodo, entre árboles y genista, explotó ante nuestros ojos una danza en sincronía… asombrados bajamos de las bicis y nos adentramos entre los arbustos, con nuestras mochilas al hombro, a buscar un lugar más alto para ver el espectáculo. Encontramos una piedra enorme que descansaba a los pies de una montaña y, sin decir nada,  nos acomodamos y nos quedamos mirando ese juego de colores.
El rojo abría el camino con su pasión de la mano… dando paso a un naranja de excelsa energía en su tono dorado. El amarillo marcaba un ritmo extraño, dicen que es de inteligentes destacar por los cuatro costados… más el verde marcaba un paso que parecía un fandango, con ese salero natural de armonía en crecimiento ancestral…de la mano llevaba al azul en generosa salud, frescor y entendimiento dando lugar al violeta mas extenso, que como buen independiente iba con la dignidad que lo atesora, marcado como valle de aurora entre el añil y el cielo, según el reflejo.
Y allí nos quedamos sentados mirando el firmamento, con un bocata de mortadela y cómo no… el cantar de los elfos, que aunque diga mi madre que son cuentos yo puedo jurar y también Juan que los escuchamos trovar mientras que los sietes colores bailaban al compás.






*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*


Un pequeño relato, escrito hace años para Helena y Rocío.

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