domingo, 9 de septiembre de 2012

ESPIRAL...






Cierra la noche sus ventanas dejando en su interior el aroma de los sueños, un cacho de luna cosida al cielo y esa  pequeña estrella suspendida en el deseo que pugna diariamente por seguir viva. Latente.
Sobre los tejados aparece el día volcando su color sobre las antenas dormidas, los ojos se abren, las bocas espabilan y un halo de luz se  tragar la melancolía…
Empieza la jornada olvidando quienes somos. Una taza que se estrella contra el suelo, un chocar de platos viejos. Las cisternas cantando a su mañana, el pan tostándose en un agujero.
Mermelada o tomate.
Las mismas prisas, los idénticos ruidos, el similar estorbo.
El jodido ascensor que no llega, el reloj agitando sus saetas, los buenos días dados por inercia, los antónimos asomando con destreza.
El bostezo alegre del niño, la histérica voz de su madre, el calambre en el estómago, el autobús silente de los  pensantes.
Calles y más calles, todas iguales, todas sin pertenencia. Sonrisas de medio lado, callos en los zapatos, columpios callados, el claxon de un tarado, rojos intensos danzando… Espejismos de seres humanos.
No vemos, no escuchamos, no sentimos,  no amamos… No hay tiempo, no.
¿Y luego?...



*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*

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