Bendices mi cama, mi cuerpo, mi alma, cada vez que el inconsciente
te encuentra en el consciente. Cuando
la memoria se hace presente y es capaz de tocar tu piel a través de las
distancias.
Se cierran los ojos, se silencian las palabras. Fluye una
corriente que canaliza los presentes en pasados que fueron gloria y sentido por
unos momentos.
Comulgo con tu vida, eres mi credo, la fe que revuelve el
día a día, adornando las mañanas con compases de esperanza y, las noches huecas
y apagas con luces de colores que entran por mi ventana cegando a la melancolía.
Me ramificas y en cada brote temprano, verde claro, menta
fresca, sangra de mi tronco una savia nueva que le da más vida a la vida… Sin
sombras que confundan noches con pesadillas, soledad con amargura, carencia con
resignación. Te espero.
Eres mi bendita devoción.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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