Y de pronto tú y, de nuevo yo,
habilitando esos espacios que tienen sabores viejos. Una manzana verde, un café
esperando, el chocolate que sustituye a tu piel, el trozo de pan de ayer untado
con mantequilla.
Me hablas…
Te escucho, mientras busco en tus
palabras aquellas que me hacen eterna y me ubican en tu memoria deshabilitando
estados.
Play.
Me enciendo…
Como esas canciones en el
cassette de doble pletina que rallaban los tímpanos y hacían florecer las
fantasías, las que me saben a juventud,
a guateques, a minifaldas, a un mundo entero por descubrir donde aquella Juana
de Arco, guerrera, intrépida y aventurera, era mi propio espíritu.
Y sigo a tus palabras. A tu voz,
a tu calma. A esa paciencias que tanto reclamas, a esos colores, que sin ser míos,
encienden los días y blanquean las páginas de un libro todavía por escribir.
Quizá no seamos ni el punto y seguido de la historia, ni la coma, ni el acento
y, posiblemente no llegaremos a vernos reflejados en los vértices del papel, pero
sé, que la primera hoja donde se imprima el titulo, brillará con la
intensidad de un rayo de sol.
Of.
Me apago.
Te escucho…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
imaginativo prosear,
ResponderEliminarme gustó, saludos
Gracias Omar, besos.
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