miércoles, 9 de octubre de 2013

HELENA...






En el instante que rodó por tu cara
las sombras y la agonía del crepúsculo,
contemplé mi vida, en la lágrima clara
que empapó la almohada y preñó a la noche.

A mi lado, te convertiste en laguna
bañando de terca oscuridad los cantos,
carente del fulgor de las mil estrellas
que reflejaban tu luz llenos de lujo.

Te abracé rozando el miedo, tiritando,
urdiendo con tu pena el rígido llanto
que tendrá que alimentar con cada gota,
el nacimiento puro de tu sonrisa.

Crecerás en otra tibia primavera
colmada de turquesa confianza, de aire
con olor abisal a madera sana.
El camino donde tus pies sepan andarte.


*Rocío Pérez Crespo*




No hay comentarios:

Publicar un comentario