Llueve abandono. Se filtra por
los sentidos, restando vida a la mirada que se pierde en una mera baldosa, como
si en ella estuviera reflejado el mundo. Un mundo que cabe en una baldosa…Fútil,
húmedo e irónico.
Resbalan puras gotas de
melancolía al notar correr por las venas la densidad de la abulia, a sabiendas
de la traición, la razón sigue inerte nutriendo un sentimiento punzante que
reduce a la mínima expresión cualquier acto de sensatez.
Ya no quedan rincones donde
guardarse, ni capas de sonrisas donde esconderse. Ni manumisión posible para un
alma que se muere ahogada, entre un cuerpo y una mente, que se niegan a ceder
ante la materialidad constante de sus hechos.
*Rocío Pérez Crespo*
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