martes, 19 de noviembre de 2013

UNA SOMBRA QUE RESPIRA…




¡Oh! trozo de Cielo que suplicas clemencia, apostado en los costales de un credo impío.  No hallarás paz ni gloria hasta que no te rearmes en la base más profunda de la memoria. Ni encontrarás un atisbo de cordura, mientras sigas bebiendo de las aguas del sacrificio y te inmoles cada madrugada en pos de la certeza, como si cualquier dios, tuviera oídos para escucharte. Son muchos los que gritan y allá arriba, o quizás sea debajo o al lado,  no hay espacio para tantas voces. No hay más oropel que tu propia sombra  proyectada en una arista de  la pared.
Tendrás que romper las telas que te envuelven, ajadas y negras como la brea y,  escupir sobre la tierra la sal de tus entrañas, el veneno y la desgracia,  dejar que con ella crezca sana la única cosa que ha salvarte.
La vida son dos días de riesgo, incierto, inicuo y, uno de claridad serena, el más cercano a la muerte.
Cómo sellaste el corazón dejando todas las llamas del infierno dentro…



*Rocío Pérez Crespo*

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