sábado, 16 de noviembre de 2013

NOSOTROS QUE NOS AMAMOS TANTO...





No existe el amor imposible,
Existe la cobardía asumida.
 (Jorge Almada)


Alineamos los campos cargados de piedras para poder mirarnos sin rencores. Hablamos de simetrías como si fuéramos dos hipérbolas, sin darnos cuenta que somos el norte y el sur de dos continentes diferentes. Cuando amanece en uno, anochece en el siguiente…
Se arrecian los reproches chocando contra las paredes, ya, ni las lágrimas tienen el sabor  de un posible mañana con tintes de ternura.
Todo lo ha devorado la desconfianza… sin ser almas negras, los hechos caducan las palabras convirtiendo a la sensatez en una mera marioneta que guardamos en el último rincón de la conciencia. El adiós se queda pegado a unas cuerdas vocales paralizadas por el miedo absoluto de perdernos, pasando de esa realidad  irónica que se refleja en el espejo y nos grita cada alborada que ya estamos más que perdidos. Que el camino de vuelta a casa se borró hace años y en su lugar nació una hiedra espesa cubriendo todos los otoños.
Echaré de menos tu piel, suave cuerpo en mi cama. Tus ojos marrones reflejados en mis caderas, tus manos en mi espalda. Pero no a ti, tú seguirás estando en todas mis estancias.  Y, tú, amor…mis besos, mi boca saboreando la miel de tu centro  y mis benditas alabanzas. Pero no a mi, yo seguiré estando en todos tus momentos.
Así…
Dormiremos tranquilos cada uno es su sueño, sabiendo que al despertar, lo haremos en soledad, con un inquieto vacío que nos sacuda el alma, pero  sin nada que reprocharle a Eros.
Somos nosotros que nos amamos tanto los que no hemos sabido hacerlo y, hoy a los postres, no queda azúcar suficiente para tragarnos sin muecas nuestros propios recelos.




*Rocío Pérez Crespo*




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