viernes, 20 de septiembre de 2013

DENTRO DE UNA LÁGRIMA...





No soy verbo, ni verso. Ni mi corazón salta de alegría. Encarcelada en la soledad, observo el cristal de mi vida y, despacio, computo como  me devuelve el reflejo de la desidia.
Tiempo…Tiempo que no camina. Punitivo y fatuo.
Me siento  como la  hiena hundiendo su hocico en las tripas de la misma muerte. Cargando mis venas de recuerdos opacos, de voces que explotan en mí conciencia… Tú eres, tú eres…
No, no soy yo.
Ni oscura ni sibilina. Sin embargo,  hago  reventar los lagrimales y mancho de bruno argumento el alma del niño indulgente que me instó a creer en él. A cambio trueco mi calma por su agonía hasta consumir la poca estima que me queda.
Me rompo en pedazos y, no en sus manos de hombre. Sino en las aristas abismales del mismo infierno, donde la piel se queda pegada y la sangre chorrea hasta agotar  la dicha de tener como aliadas, las alas que me brindaron una nube de colores.
Estúpida  inconsciente…
Sola, en el destierro de este cuarto, me anclo a un pasado que no tiene memoria en su memoria. Solo, los fragmentos gastados de aquello que reventó las entrañas, manchando de mierda lo blanco y sublime de mi existencia.
Y me escucho suplicando a una pared sin puertas que se abra y deje entrar el sol, para calentar en un algo la impureza que me absorbe. No quiero sentir el frío, como tampoco quiero sentir el hambre. Y aunque me toque comer los podridos intestinos que me ha dejado sobre la tapa de la imputación, sé que no soy pérfida ni santa…soy una mujer que lo ama,  como quizá, nadie nunca lo amó.


*Rocío Pérez Crespo*



2 comentarios:

  1. Bello y desgarrador, querida Rocío. Cómo me emociona leerte.
    Muchos besos.

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  2. Juana, poetisa...muchas gracias por tus palabras. Llegando de la voz de una mujer que me apasiona leer, es todo un lujo, creértelo.
    Un beso enorme.

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