lunes, 12 de septiembre de 2011

UNA TARDE DE VERANO...


“Creo que en el fondo somos dos perfeccionistas o, acaso, la perfeccionista soy yo, no lo tengo claro del todo”
Iba caminando despacio, al compás del perro, que se paraba en todas partes olfateando y haciendo del parque su reino, se conocía todos los escondrijos donde poder meter la nariz y deleitarse. Otros días esas paradas interminables la ponían histérica  -en lugar de un perro parece que seas una cabra- le decía enfadada –deja ya los matojos de una vez y avanza que así no llegamos a ninguna parte- Pero esa tarde no le dijo nada, tenía su cabeza muy lejos de allí.
Su relación era importante, para ella era importante.
“¿Por qué nos hacemos esto? Supongo que aunque digamos que somos tan diferentes como el día y la noche, me parece que  somos idénticos. ¿Si sé como es, porque no me retengo? Y si sabe como soy ¿Por qué no se retiene el?...parecemos dos entupidos intentando ganar una batalla, cuando lo único que tendríamos que hacer es querernos, entre otras cosas porque cuando aflora la ternura me hace sentir  especial. Sin embargo discutimos hasta agotarnos mentalmente, joder. Ya somos mayorcitos para tanta soplapollez”
Le dio un tirón a la cadena para sacar al perro de un arbusto y cambiar de lugar, aunque se resistía a dejar de oler hizo caso y siguieron el paseo. Todavía hacia calor –este verano va a ser eterno, que ganas tengo de que llegue el frío… ¿tu tienes ganas?- “Luca la miró y siguió a la suyo, nada mejor que un buen césped para retozar y ese que tenia enfrente lo estaba llamando a gritos. Lo dejó hacer…
“Soy visceral, lo reconozco. Soy como una botella de gaseosa cuando se agita, se abre, sale todo y lo que queda es agua dulce, pero también entiendo que todo lo que ha manchado en la explosión hay que limpiarlo y eso va costando un mundo. Porque cada vez los enfados son más largos y cada vez las ganas son menores y estoy cansada de sentirme culpable, de ser una jodida loca que no deja títere con cabeza. Yo tengo mis razones aunque él no las comprenda”
“Y luego viene su frialdad, la odio, odio cuando ya no hay cielos ni te quiero, cuando los buenos días son dichos de manera casi burda por decir un algo…y si analizas la situación en ningún momento hemos tenido tema importante de bronca…son gilipolleces, problemas nimios que se solventarían si fuéramos de otra manera en una conversación casi animada o si yo fuese de otra manera y no tan perfeccionista….pero no, yo ataco como si fuera un espartano y el devuelve como si le fuera en ello la vida”.
- Vamos Luca, que allí tienes más césped y necesitas correr y cansarte. ¡Venga, vamos!...vamos… ¡vamos!..Uf, que cansino eres.
“No pensé enamorarme nunca más, pero ocurrió. Y si enamorarse a los veinte es una revolución, hacerlo a mi edad es casi una locura. Primero porque ya vienes de vuelta de miles de cosas y no toleras ciertos comportamientos, porque sabes donde llevan. Si algo tengo claro, pero además con una claridad meridiana es que lo amo…amo su piel, amo sus manos, su voz, su corazón, su alma…es el hombre de mi vida aún con todos los defectos, incluso esos gestos cuando está más enfadado que una mona, como tuerce la cara a la derecha, altanero...Pero sé que yo no soy la mujer de sus sueños, creerlos es una utopía, nadie puede desear a una visceral como compañera que te monta un pollo por menos que canta un gallo,  eso quizá es lo que me mantiene alerta siempre, lo que me hace reaccionar mal ante pequeñas situaciones, el no tener la seguridad de ser importante en su vida…la impotencia y el ser consciente de ello”.
El sol se estaba poniendo, la noche se auguraba caliente. A Luca se le veía feliz, corriendo de aquí para allá, retozando en el césped o jugando con una perrita lanuda a la que llaman Pepi. Fue hacia él para ponerle la cadena y hacer el regreso a casa, Luca se resistía a dejar su juego, pero ya era la hora de la cena y él  estaría en casa.
“Tengo unas ganas de verlo increíbles, ¿a ver para qué?...como está el patio solo será más frialdad y mas bronca…yo no te entiendo ¿o si?...él no me entiendes ¿o si?, porque yo creo firmemente que nos entendemos a la perfección, pero somos dos cabezotas a los que no le gusta dar su brazo a torcer,  el caso que tendré más de lo mismo. Me encontraré con una cara larga, esos ojos oscuros evitando mirarme y cuatro palabras que se clavaran como dagas, eso me pondrá peor y de nuevo estaremos en la espiral eterna. Pero no puedo evitar las ganas de verlo, joe…ni puedo, ni quiero”
“Me he jurado tantas veces intentar cambiar de actitud…cuando esté así pues pasar de él cuatro pueblos, si quiere ya volverá...sino que se vaya al cuerno…que ironía, porque por mas que lo piense, yo no soy así…ni puedo pasar de él, ni puedo pasar de mi. Cada uno es como es y por mucho juramento e intentos de cambiarme a mi misma, siempre brota la esencia de cada uno. No me perdonaría nunca, que esta relación se fuera al traste por mi culpa….que se que la tengo y es mucha. Es mi inseguridad, es mi miedo, mi impotencia… ¡Dios, son tantas cosas!”
“Lo que daría ahora mismo por un beso suyo, por esas caricias que amortiguan mi miedo, por esos ojos cuando me miran con un deseo infinito, su risa…bendita risa, la adoro.”
- Venga Luca, mañana más…vámonos que es tarde.
Se despidió a los lejos levantando la mano del dueño de Pepi y emprendió el regreso a casa con un paso más decidido…aun con todo, sus pensamientos seguían  mortificándola.
Nunca una sonrisa, nunca un milagro hubiera sido más necesitado que en ese momento…la paz interior que todo ser humano precisa para seguir respirando.

*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos Reservados*


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