domingo, 3 de junio de 2018

LA MISMA LUZ...




Ya ves...
Igual es solo una excusa para hablar contigo  o, quizá,  es que este cielo gris que rompe la armonía  me trae  el recuerdo de una mañana lejana donde tus ojos y mi risa se fundían sin reparos en las costuras de mi falda. Llovía, igual que hoy.
Escuchar tu voz, aferrarme a las palabras después de tanto tiempo, me lleva de nuevo a sentir la piel caliente que me abrazaba, las manos juguetonas que desabrochaban la blusa y buscaban sin recatos las rosas blancas que guardaba. Y tus labios… ¡Ay tus labios! recreándose en mi cuello, tan chispeantes y vivos, obraron la formula para que los besos  encendieran los abismos. Así, con los cuerpos desnudos, empapados como los cristales que nos protegían, se fueron abriendo los pétalos que cayeron en la alfombra abonados por esa tarde de lluvia  donde las brisas envolvieron los anhelos. Y tú, en la lontananza hermano… tan soñado, tan humano, giras el carrusel de los colores y dejas al gris oculto y muy muerto.
Ya ves…
Después de media vida, de otras lluvias, de otros cuerpos, igual es solo eso, una justificación oportuna para recuperar a duras penas un hermoso recuerdo…

*Rocío Pérez Crespo*


3 comentarios:

  1. Cuando evocamos algo que es muy querido, lo hacemos así, con ese detalle que pareciera volver todo a la realidad. Pero despertamos, seguimos, y nos damos cuenta que a duras penas protegemos en la memoria, lo que hemos amado tanto. Un cariñoso saludo Rocío, besos amiga.

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