Atrapa el alma tu nombre y, esos
ojos, el estado sublime del anhelo…
Me adentro en mis primaveras, ajenas todas ellas, al otoño que
se dibuja fielmente en cada paso y en cada firmeza. No seré la cuna de tus propósitos,
pero sí, la leal compañera de tus colores. Que allá donde sean depositados crearán
el entorno necesario para un canto de amores.
Suave y sutil sentimiento, que
desde la punta de tus dedos, arde en deseos de ser plasmada en los rebordes de
los sueños, para hacerse más grande y más profunda, con cada golpe de viento.
*Rocío Pérez Crespo*
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