Vuelves de nuevo como el pájaro
negro de la negra noche cargando mi cielo de espesas nubes, creando umbrías y
vacíos donde la imaginación crea filigranas de siniestras manos.
Manos que dibujan líneas
inestables, cóncavas y convexas delante de mis ojos. Engendrando fantasmas que
desean devorarme con las lascivas bocas de la duda inconfesable y, todo, en tan solo una ranura insolente de la
conciencia.
Sufro… ¿Sufro? No, no más de lo
que sufres tú…o aquel que me observa con el rictus de la ironía mientras se
absorbe los mocos de la intolerancia. Lo que me diferencia de ti, posiblemente,
no es la sensación de pesar que me agobia sino la voluntad de liberarme de
tanto ente, de tanta oscuridad, de tanta soberbia. Y no quedarme anclada en el
regusto tóxico de las lágrimas que se escapan por tristeza de lo que jamás
llegará a ser.
Es de día y hace frío. El sol
todavía me deja ver la sombra del pájaro negro pegado a mi ventana, posado en
la farola que ya no da luz ni calor; mientras me libero de las ropas raídas del
fracaso y me convierto en una huella de agua sobre un parquet recién pulido...
*Rocío Pérez Crespo*
cual un gemido de dolor
ResponderEliminar(la poesía es el fruto del árbol de la tristeza, según Federico)
saludos
Mi estimado Omar...un millón de gracias por dejar tu voz y tu presencia.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Besos.