Yo te diría niña,
los amores que revientan
en el pecho y en las quejas
de este mortal que te mira
Ni las flores ni las mañanas
son capaces de desterrar la idea
de tenerte radiante y lozana
entre mis brazos y entre mis piernas.
No me veas desalmado
por confesarte mis anhelos;
solo soy un pobre necio
que añora tu hermosa presencia.
Recoge el clavel del suelo,
ese que has tirado turbada
y préndelo entre tus cabellos
como ofrenda de mis palabras.
Unifícate a mis pasos
sé el color de mis pupilas,
que tu viento alegre y fresco
componga el canto de mi poesía.
Olvídate de temores
planta en tu alma la fantasía,
y serena los pensares
que solo traen agonías..
Las malas lenguas, niña
solo se ocupan de envidias,
de remiendos de cofradías
entre rosarios y letanías.
Se visten de negro
para ocultar sus desdichas,
los corazones apagados
por falta de caricias.
Recuerda que…
El pasado no está tan lejano,
ni tan cercano el futuro
pues siendo en un segundo,
en presente nos hallamos.
Y en este presente, niña
tiemblan mis rodillas
y late en el pecho
el amor que por ti me calcina.
Ríe pues, estrella mía
no te rindas en sofocos
que las amapolas del campo
se apagan al contemplar tu rostro.
Y este pequeño caballero
al que todas señalan con el dedo
por no tener corazón ni credos,
se rompe en mil pedazos
si una lágrima se escapa
de esos dos luceros que son mis ojos…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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