Sabía que este día tenía que
llegar, y aún con la sensación en los huesos que me ha acompañado tantos años, no me he preparado para ello. Han sido
décadas oscuras, horas largas, noches cerradas, frío en la calavera; donde los
verdes se perdieron en la ingenuidad de un progreso que lejos de hacernos más
humanos, nos convirtió en despojos sin alma. Echo tanto de menos un beso, el
contacto físico, mi pluma, mis versos…a María. Mi dulce niña de ojos esperanza,
de piel blanca, de labios amorosos…
Estos años han sido para mis
dolorosos de profundidad, de raíz. Han pesado como losas.
Ocultando, para salvar la vida,
mis sentimientos. Soy un cobarde, lo tengo asumido. Y en esta casa infame,
donde resguardo mis pensamientos, todo está cubierto de polvo y necedad, al
igual que yo.
Voy a escribir en estos papeles, que
guardo debajo del colchón por miedo a ser descubiertos, lo que ocurrió hace
ahora cuarenta años y, después, cuando llegue a su fin, segaré mi vida con el
único propósito de reivindicar que todavía me queda en las venas un poco de
dignidad.
Posiblemente muera conmigo el
último romántico o quizá sirva para alzar en rebelión, a los que como yo, mueren en un rincón llenos
de mugre.
El mundo necesita volver a creer en los sueños…
Rondaba el año dos mil doce, yo
tenía por entonces treinta años, ilusiones, esperanzas y una novia preciosa.
Trabajaba como ingeniero informático en una multinacional, ganaba muy buen
sueldo. Poseía coche, visa, tablet, iphone última generación y un apartamento en el centro de la ciudad.
Planes, muchos planes, entre ellos vivir con María.
Pertenecía a una familia de clase
media, amantes de la poesía y del propio amor. Recuerdo a mi padre, sentado en
su sillón de piel, leyendo a Salinas en voz alta. Le cambiaba la cara. El tono
de su voz, cuando paseaba por sus versos, se tornaba dulce y sonoro a causa de esas sensaciones que alimentaban su mente y alma. Su favorito: “Amor creciente”, comentaba lleno de satisfacción, que cada vez
que lo leía, podía sentir en su piel la sensación de plenitud, de pálpito, de
vida, de ese gran lírico.
Con todos estos años a mi
espalda, lo recuerdo palabra por palabra. Con la misma veracidad que el
semblante de María…y, una suavidad inusual recorre mi corazón.
Te quiero más, cada
día en creciente más,
Eres el cariño fiel a
mí amor,
De tu belleza nace el
sentimiento
Puro y sin doblez, de
un bautismo
Que enamora y,
creciendo…
Hago en mis manos,
entre mis dedos,
Caricias tornadas
imaginarias, igual que sentidas,
Materia prima
extraída de un interior que te pertenece
Dulce caramelo pegado
a mis sentidos…
Eres mi virginidad
hecha mujer,
Lo sagrado en
presente, colmado estoy,
Tan prohibido por
añorado, en un futuro por venir,
Pesadas lágrimas
cargadas del sentimiento de lo incierto…
Te quiero más, cada
día en creciente más,
Lucho defendiendo
esas venas que me prestas,
En este amor que es
tuyo, noble impoluto de corazón
Vida gratamente
adormecida a tus encantos…
Fiel cariño de un
amor presente y doblado…
Me iniciaron desde pequeño en el
mundo de las letras y poco a poco, me fui enamorando de ellas. Así qué,
combinaba mi trabajo con mi vocación de poeta.
La primera estrofa que escribí la dediqué a mi madre, a esa
mujer hermosa que todo lo hacia con un beso y, todo lo remediaba con un abrazo.
La segunda y sucesivas a María, mi novia. No pasa un día que no la invoque, que
no me acuerde de ella.
Comenzaba el mes de febrero, los
escaparates de las tiendas se empezaron a llenar de corazones rojos, de cupidos
colgantes, de bombones, de flores. Todo el proceso necesario para el día de San
Valentín. Día, que sin dejar de ser un invento comercial, los enamorados
intercambiaban sus regalos.
Nada hacia sospechar lo que se
avecinaba.
La madrugada del día trece de
febrero, me despertó un estruendo. Salté de la cama sin saber muy bien hacía
donde tenia que dirigirme. Estaba medio dormido. Una luz intensa, azul, atravesó los ventanales de mi cuarto. Abrí la ventana para ver
que era aquello que me había sacado del sueño con tanta precipitación y ahora
me cegaba. Había gente en todas las viviendas mirando con caras aturdidas para
todos lados…
En la calle se había desplegado
una cantidad exorbitante de personas, custodiando una especie de tanques
militares, aunque mucho más moderno. Creo que fue una asociación que hice entre
lo que conocía y lo que no. Aquel despliegue
llegaba hasta donde alcanzaba la vista. Estaban por todas partes.
Vestían de igual manera. Pantalón y guerrera negros, guantes rojos y un casco que impedía
ver quien había debajo.
No entendía nada, no comprendía
nada y mucho menos asimilaba. De hecho, me froté los ojos, pensado, que era un sueño.
De pronto, una voz metálica dio
la orden de disparar. De aquellos tanques o lo que fuesen, un resonancia
molesta hizo reventar todos los cristales, los escaparates, su interior comenzó a arder. Aquellas tropas
empezaron a destruir todo aquello que tenia algún valor sentimental o era
símbolo de amor.
Las gentes gritaban desde sus
ventanas y balcones, sin atreverse como yo a bajar a la calle.
Uno de esos uniformados, lanzo
una ráfaga de esas resonancias y de un plumazo eliminó el edificio adyacente al
mío.
El miedo se apoderó de mí…
Estaban destrozando la ciudad y
matando sin mirar a quien.
Eso duró escasamente unos minutos
o toda la noche, en realidad no puedo atestiguar cuanto tiempo pasó.
Me recuerdo petrificado. No podía
moverme, algo me tenía sujeto al suelo, un sudor helado empezó a mojar mi
frente. María, mis padres… ¿Qué estaba pasando? ¿Qué era todo aquello?
Veía como mi mundo se
desintegraba antes mis narices, de cerca y de lejos, como mis vecinos morían volatilizados entre
una nube de polvo rojizo y un eco que
reventaba los tímpanos. Cómo la voces que gritaban preguntado que
ocurría, era acalladas sin más miramientos, sin pensar a quien se llevaban por
delante, mujeres, niños, ancianos…todo se convertía en cenizas, en algo
evanescente que olía a pelo quemado. A vacío…a muerte.
Y muerte fue lo que contemplé…
Como he apuntado anteriormente, no
sé cuanto tiempo duró aquello. Pero rozando el alba, la misma voz metálica que
había dado la señal de disparar los tanques, nos ordenó que bajásemos a la
calle como personas civilizadas. Sin hacer ruido, sin hablar y sin perder ni un
solo segundo. Ya.
Obedecí.
Cuando alcancé la calle, en cada
portal se había apostado quince uniformados. Sin mediar palabra, a empujones,
nos dispusieron en una especie de vagones y nos llevaron a todos a las afueras
de la ciudad. Buscaba a mi novia y a mis padres, desesperadamente, pero no
hallé nada. Sólo caras contraídas por el miedo y la incertidumbre.
Nos ubicaron como animales en
unos vallados de más de cuatro metros de altura y sin decir nada, nos dejaron
allí dos días. Sin comida, sin bebida, a nuestra suerte.
De fondo se escuchaba destrucción
y hasta nuestras retinas llegaban unas humaredas inmensas. Nos decíamos a
nosotros mismos que estaban quemando la ciudad.
A las setenta y dos horas de
estar allí, o eso creo yo. La misma voz metálica, impersonal y siniestra, se dejó
escuchar por los altavoces que teníamos colocados en la parte alta de las vallas.
Fuimos informados de lo que había
pasado y lo que iba a pasar.
Todo aquello que representa a
Eros ha sido destruido.
Por no respetar el amor, por no
respetar la vida, por no respetar los sentimientos…por ser ególatras, personas
sin corazón, ni piedad, por ser individualistas, por no mirar por el colectivo…por
ser escaparates, por haber perdido lo que os diferenciaba de los animales.
Queda prohibido para los terrestres el sentimiento más puro que os ha otorgado
la vida.
Por esperar que todo os fuera
dado sin exponeros, por reíros de lo que el universo os otorgó, por llamar
moñas, cursis, pavos, pavas a todos aquellos que han dejado reflejado lo que
sentían…queda prohibido para los terrestres, sentir amor o expresar amor.
Por no saber apreciar todo cuando
os fue entregado por vuestro ancestros...queda prohibido cualquier libro que
hable de sentimientos, si se encuentra uno entre algunos de vosotros, seréis
ejecutados con la pertenecía. No sois dignos de ellos.
Cualquier poeta, enamorado o romántico
será fusilado sin contemplaciones. Por ser los motores de las sensaciones
placenteras. El planeta tierra no tiene derecho a soñar, ni a ilusionarse, ni a
tener esperanzas y, mucho menos poseer líricos…se os condena a una vida
meramente material porque así lo habéis pedido.
Los corazones se cerraron…las
palabras se callaron.
Mis padres y María murieron esa
noche ejecutados por una ráfaga de resonancia que los volatilizó y los convirtió
en aire. Supongo que gritaron.
Desaparecieron muchos inocentes, pero nos
quedamos la mayoría y, entre esa mayoría, un puñado de poetas que nos
enclaustramos bajo una capa espesa de porquería y oro para que nuestros
pensamientos no fuesen leídos.
Nadie sabe con exactitud de donde
salieron esas tropas, nadie sabe por qué cualquier atisbo de sentimiento es
fulminado de raíz, con una muerte inminente. Pero así llevamos cuarenta años.
Nadie besa, nadie abraza, no
existe el contacto carnal…el mundo se ha hecho viejo. Si esto no cambia será
nuestra extinción.
No nacen niños a no ser que sea
por probeta y con licencia, lo cierto y verdadero que esta vida se ha
convertido en un horror decadente.
Ojalá éstas letras sirvan para
que alguien tome la iniciativa y nos devuelvan aquello que nosotros mismos
pedimos a gritos que nos quitasen.
El mundo necesita esperanza…que
vuelvan los enamorados, que los hombres no tengan miedo al rechazo, que vuelvan
a decir “te amo” y que esas palabras no se dispongan en su contra. Cuando un
hombre ame a una mujer se lo diga abiertamente, pronunciando su nombre, sin
ambigüedades, sin caminos estrechos, con todos los versos necesarios, con todo el poder de su palabra. Supongo que
si nacen de la sinceridad serán atendidas al igual que fueron atendidas las
otras.
Que llegue como una lluvia
fresca, los cien tonos verdes y el rojo más intenso que enciende los corazones…y
ésta nube negra que cubre el orbe, se marche para dejar que los azules de
antaño luzcan con todo su esplendor.
He cortado mis venas. Necesito
ver de nuevo la cara de María, acurrucarme sobre su pecho y decirle en un grito
que me salga de las tripas y llegue hasta el último recodo de esta tierra, sin
miedos…te amo.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
El poema de este relato es de: José Manuel Salinas.
Ha estas alturas nada me sorprende de tus trabajos, nos tienes acostumbrados
ResponderEliminarA lo bueno y esto es de lo mejor, relato escrito desde el sentimiento más inmaculado, el más puro del ser humano adherido desde el nacimiento,
Tallo que es la carne, sustento de la flor en pensamiento, nudo inquebrantable entre persona y escritor. Donde sacas lo mejor del romanticismo con ternura acompañada en algodones suaves, mullidos donde dejas descansar el amor. Lo que es innato en ti, necesidad de vida y sustento del alma, este escrito tiene nombre propio y no es otro que… Rocío Pérez crespo, genial, brillante y ese fondo que asusta por veraz.
Gracias por incluir un poema mío, siempre agradecido y orgulloso de participar contigo.
Besos José.
Que alegríaaaaaaaaaa, mi compi en letras!!!
ResponderEliminarMil gracias por tus palabras y decirte que tanto trabajar contigo con esos duetos, y participar en otra tareas es para mi todo un placer y lo sabes. Aunque discutamos por no ponernos de acuerdo, en el fondo es divertido y tambien nos reimos muchisimo.
Creo que ha sido un comentario grandioso que no merezco, pero me ha llegando de alegría leer tus letras esta mañana soleada el último día de febrero...¿Estás preparado para la primavera?...espero que si...un beso enorme.
LLenado de alegria leer tus letras...ea, estos dedicos van por libre, uf.
ResponderEliminarexcelente, y tal
ResponderEliminarsaludos
Ah!...gracias Omar..besos.
ResponderEliminarHay Querida Rocio , dejaste helada no queria leer nada mas hoy ,por que ando cusicusi jaja pero saber esto me llevo a eer y leer ,pero ,eso paso realmente amis?me quedo la duda ,pero precioso es decir poco coincido con Jose otro de mis preferidos junto contigo y otras personas siento escriben mortal jaja como dicen aca los jovenes jajaj,precioso amis besos te mando con todo cariño
ResponderEliminarprometo mañana leerlo mas lento gracias tkm amis besos y si pronto les llega la primavera espero sellenen de flores los jardines ,besitos al alma.
ResponderEliminarGracias Alma por ser y estar...cuando tu quieras y en el momento que quieras, está es tu casa..un beso.
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