No hay verdad en esta habitación
de paredes níveas, de sábanas impersonales, de plomizo silencio.
Puedo escuchar la nada en su
aleteo chirriante e incluso distinguir la sombra de la sombra. Siento calor en
los pies y un frío mustio en el alma que choca contra mis nervios y revienta en
los sesos.
Respiro pausadamente inhalando la
fatua fragancia de la soledad. Exhalo seguridad y voluntades canceladas.
Sobre la cama, mi cuerpo yace
desnudo acurrucado en un recuerdo liviano y nítido, de una luna rota y un duende cojo dormido bajo la
bóveda de un portal mohoso.
Una capa de vergüenza espesa me
cubre ante el miedo, latente y negro, que desprendo… me exilia a un rincón sin
clemencia donde me pierdo en mi propio
pensamiento, adquiriendo una conciencia monótona y triste por donde se escapa
chorreando la noche…
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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