En la obligación que te han
impuesto, el cerebro aborta lo que el corazón siente llanamente para subsistir.
No puedes dejar los sentimientos como si fuera una cometa a meced del viento,
sin piola para controlar su batida.
Los azules aleteos conspiran una
vez más para asistir implacables a tu caída…no hay tiempo, no hay espacio, solo
una pulsación que se adelanta a tus propias expectativas… te comportas como te
han señalizado.
Siendo tu boca sorda, las palabras
no emiten detalles. Soportando unos ojos cojos, tu mirada no atiende a globales
y teniendo los oídos llenos de mustias músicas cargantes y repetitivas las
lecciones que dejan los ecos, no son capaces de asentarse.
Si acaso, unos golpes
intermitentes te martillean las sienes trayendo el origen de tu esporádica esencia.
La sublime sensación, casi transparente de estar viva. Después, todo se lo
vuelve a tragar la niebla y, esa niebla que te come te deja sesgada en tu
propia normalidad…dejas de ser tu, para ser lo que quieren los demás.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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