Heme aquí de nuevo suplicando una
vez más tenerte cerca. Deseando tus efectos, a sabiendas, que soy morada para
toda la oscuridad del planeta; que
recoge gramo a gramo toda la porquería que se acumula en sus aceras. Mostrando
los ojos más fieros solapados en una careta blanca con estilo de sirena, de la
cual me he enamorado y no puedo vivir sin ella.
Se destilan los fluidos por mis
venas, enjambre que hace panal en mis arterias, improductivo, sin jaleas. Gusanos
cargados de babas muertas, dejando un rastro pringoso que se pega a las paredes
de mi cuerpo pudriendo la carne más fresca. Necrosis que huele a cagada…sesos
carcomidos por larvas pequeñas, insonoros, depredadores, tragándose día a día
mi esencia.
Y aún así te deseo con todas mis
fuerzas, vomitando tu nombre, escupiendo mi conciencia, desgarrando mi parte
buena; entregándome a tu envenenada presencia.
¡Maldita embustera!...infiel
compañera, que andas como una dama de linaje por todos los cuerpos que te
sustentan. Meretriz de alto precio siempre en espera, que prometes ser diosa y
solo eres tósigo diluido en cristal rosa; descuajando voluntades, dilacerando vitalidades…haciendo
presas en cada beso ofrecido como el animal que eres sin conciencia.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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