lunes, 7 de septiembre de 2015

ÉRASE UNA VEZ…



Un millón de palabras muertas flotan a dos palmos de mi cabeza. Cierro los ojos ante tanta estupidez. La razón deja libre a la consciencia, mientras, en la otra esquina de la mesa, una boca escupe su verdad sobre el plato que mantiene  unos restos incomibles.
Late, sí, late rabioso y descontrolado bajo un pecho abrasador y unas venas con escarcha que arrastran un flujo que duele. Duele a decepción, duele a ironía, duele a memoria. Absurda memoria que rebota como un ronco estallido, en el umbral de un corazón que se da por vencido.
Mi silencio ante su perorata, mi dignidad ante su narcisismo, mi determinación ante su victoria.
Su voz, prepotente lecho de supuesta certeza, pone el punto final a ese poema dedicado al que le puse por titulo: olvido.


*Rocío Pérez Crespo*