Patosa en formas y fondos,
reclamo mi franqueza que hiere, como mil serpientes soy recibida por quien de
miedo se muere.
También soy despistada y con eso
tengo un agravio, el otro día me hacia ojitos un chico entusiasmado, mas cuando
quise fijar la vista era una póster enmarcado, me quedé como pasta de boniato y
colorada hasta el recato.
¡Manda huevos… vive Dios!… “pa”
uno que me mira y resulta ser un adorno sin chinchetas ni punta bajo un foco morado al final de una
cafetería.
Me tomé la coca-cola como si
fuera una aspirina, a ver si el efecto hacia quietarme de encima la vergüenza
recibida, que bajaran los colores hasta quedarme sombría.
Que no me mira ni el “Tato” por
tener cara de sandia… más tengo un corazón de oro que es toda mi valía.
Atesoro también un humor rico en
matices y he aprendido con la vida que la mejor medicina es mirarse en el
espejo y reírse con alegría.
No tengo buena planta, pues las
midas son extrañas en una media nacional. Yo que soy hija de la patata y no del
queso fresco con sabor a miel y panal, esos que se envasan en frasco chico y
hacen tirada del chaval mas lambrijo… en mi época y mi momento si querías queso
te comías uno de cabra, que decían que tenia calcio; más lo tendré acumulado en
los huesos porque en la altura me quedé en el trecho.
Si me paso con la comida me nace
un flotador maltrecho, dejando mi cintura como si fuera una luna, con el
ombligo disparado asomando por la camisa y el pantalón para encástralo lo rocío
con polvos de talco, así sube antes y me hago menos daño. Eso si, sin respirar,
que como coja mucho aire exploto como una nuclear y de una cosa no me hago
responsable... De los efectos colaterales a quien pueda matar.
Defiendo con ahínco mis ideas y
tolero las demás. No soy ni blanca, ni
negra, tengo mi color natural.
Tengo quien me quiere y cuando
amo, amo de verdad…más como mujer me apetece que mis años luzcan con
luminosidad. También poseo lágrimas que no me cuesta expulsar, dicen que son un
bálsamo ante la adversidad y yo por no
llevar la contraria, pues eso, a llorar, por mí no quede las tengo y las he de
usar.
Si me caigo me levanto como buen
animal de campo. Cuando el túnel está
negro, yo lo engalano, a veces con luces más negras, otras con desencantos pero
al final siempre un arco iris mirando.
Y con todo eso y un algo más tengo
la esencia divina de mi identidad, tres neuronas que me funcionan y ante todo y sobretodo… mi libertad.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
Años después de escribir esto,
sigo pensando y siendo la misma.
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