I
Tres mil señales me indican que
no, y una, sólo una; que sí. La lógica es aplastante, no hay color, creo que ni
se puede discutir. Sin embargo sigo fiel a ésta maldita intuición.
¿Acaso necesito una ilusión?
¿Será que mi vida no tiene tonalidades?
Nunca me he alimentado de
fantasías, aunque reconozco que me gusta soñar como la romántica que soy, sé
donde tengo anclados los pies. Comprendí hace mucho tiempo que los mundo
oníricos son magníficos para crear historias, no para vivir en ellos.
Odio los supuestos con la misma
fuerza que odio la ambigüedad y, no me entiendo a éstas alturas de mi
existencia… ¿todo cuanto he creído ha
sido mentira? A ver si ahora resulta que estoy cambiando de personalidad y trueco
los ejes por dos veletas mercantes, no lo creo… ¿entonces qué es? ¿Qué me ata,
qué me sostiene en esa maraña de sensaciones? Es como una montaña rusa, igual
estoy subiendo que dejándome caer a toda velocidad con los pelos a libre
albedrío y cara de susto. Del maquillaje, ni hablo.
Me educaron a enfrentar mis
miedos, a no dejarme amedrentar por ellos, pero esto no es miedo, es lo
siguiente…me deja paralizada, porque no sé contra que tengo que combatir.
¿Contra algo que me he inventado yo? O por el contrario ¿con una realidad solapada
en hipótesis? Sea como fuere estoy en un punto muerto y ridículo.
Mi yo esencial me aconseja que
pregunte, que salga de una vez de ese abismo, de esta espiral que me marea y me
produce náuseas, mas mi yo existencial llega en un grito asnal para ordenarme
que ni loca. Ciertamente quedar como una imbécil no es plato de gusto.
Esto de ser mujer es un rollo.
Vale, lo acepto, así nací, pero no deja de ser un incordio y mucho más cuando
te han educado en unas normas sociales, arcaicas pero productivas, donde sacar
el pie un poco fuera del tiesto, no es políticamente correcto, creándote una
neura pasajera pero muy molesta. Porque lo natural en este estado, no es
sentarme contigo, como cuando tenia quince años y, la pregunta reina era quien
había creado a Dios. Lo normal sería y además lo sabes (no me mires así que yo
también me he asustado) ponerme frete a él y preguntar con una sonrisa en la
boca…soy o no soy. Pero no y, es no, porque prima por encima de todo la
compostura y, no quedar como una tarada que se ajusta sus mundos de quimeras
(cosa, como bien te señalicé antes, dejé
de hacer hace eones y no me gustaría volver a ello), cuando no ha tenido ni una sola muestra de
interés hacia mi persona.
En consecuencia la vida se torna
una espera, que tarde o temprano se hace
desesperante. O entras en un desorden apocalíptico por no saber ni que suelo
pisas. El caso que todo se me ha venido abajo, manda huevos.
Me dices por favor, si todo
apunta a lo negativo ¿por qué me aferro con tanto ahínco a este presentimiento?
Necesito saberlo para volver a
ser yo misma, pero ante todo, para no sentirme culpable.
II
No puedo escribir nada. No sale
nada. Tengo el interior alborotado, la sensación de circo con malabaristas, un
escupidor de fuego y algún que otro payaso tocando la pandereta, no me la quita nadie
¿Sabes? Dicen, cuentan… que la
vida es una montaña rusa, igual estás arriba que abajo, pues
bien, yo parece ser que me quedé en el túnel del terror.
No es normal hacer las cosas
quitando lo personal y dejándolo todo expuesto a un global sin intereses. Para
empezar si queremos que algo funcione, tiene que ser personal… ¿Qué malo hay en
que sea personal?
¿Y por qué te digo esto?...pues
porque para escribir se necesita de una media paz, tranquilidad, sosiego,
silencio, llámalo como quieras y no en
un hervidero de sensaciones jugando la conga con tus sesos. No sé escribir sin
sentimientos y a la medida de gustos. No soy un patrón de tela que se pueda
ajustar a una talla.
Cierto es que, no todo lo que
expongo son experiencias ni sentimientos vividos. Pero sí dejo un algo de mi
esencia en ellos. Mi propia captación, mi empatia, mi afinidad con miles y
miles de historias que me han contado, que he visionado, que he escuchado y,
que he soñado. Por que aunque no sea una soñadora compulsiva, de vez en cuando,
me permito hacerlo.
Me dicen que no escriba tan
profundo, que muchas personas no saben leerme desde ese abismo, me tildan de
frustrada, de depresiva…vamos que soy la prosista maldita del siglo XXI. Y no
se dan cuanta que si eso fuese cierto, necesitaría cinco vidas longevas. Una
entera para poder vivir tantos sinsabores, amarguras, dolores y engaños y, las
otras cuatro para poder asumirlo sin morir en el intento.
De alguna manera me ha coartado. O
me he coartado yo por escuchar sandeces y darles crédito. Que esa es otra…A ver
a cuento de qué me tengo que guiar de las voces vetustas que se definen a ellos
mismos como buenos poetas. Yo no soy poeta, nunca lo he sido, jamás de los
jamases. No tengo alma de gota de esencia, no tengo sintaxis, ni métrica…no
conozco los mundos oblicuos de los corazones en llamas que rompen las basuras
existenciales, dotándolas de formas maravillosas, donde vivir tiene que ser la
leche.
Unos que escriba al amor. Bien.
Cuando lo hago las emociones se desbordan, dan por hecho que estoy loca por los
huesos de alguien (eso es cierto, lo estoy. Pero jamás lo pregonaré a los
cuatro vientos. Como bien sabes, para mis cosas soy muy pudorosa), otros que
siga en mis mundos de sueños rotos (que por cierto es donde anda más de media
humanidad y donde yo me siento más cómoda escribiendo), otros, que por favor
sea un poco mas concisa (si quiere le pongo un diccionario al lado con los sinónimos
escogidos) y, algunos que no se me lea
enfadada., que parece que estoy a puñetazos con el mundo.
No puedo escribir a la cólera
como si fuera una muñeca chochona. ¿Me comprendes?
¿Cómo porras vas a darle vida a
la ira si tus palabras en el papel son las rimas de Bécquer?
Me lío, me aturdo, me adhiero a
la formula de la vaguedades e, inexorablemente me rompo.
Leo, releo, me hago mis cabalas y
de nuevo me vuelvo a quebrar.
¿Y para qué? para que te estén
dando lecciones todos los días de comportamiento y bienestar. Palabras sobre
un papel que luego nada tienen que ver
con los hechos y las demostraciones.
¿Qué somos? ¿Qué somos todos
aquellos que escribimos?
Por cierto, estos cojines del
diván vas a tener que ir mejorándolos. Ahora mismo tengo los riñones para hacer
caldo con ellos.
Yo te lo diré: una pandilla de
neuróticos que necesitan plasmar los que ven y lo que sienten para dejar
constancia de nuestra existencia. De alguna manera no somos transparentes para
el orbe, ¿o sí?
Claro que…también están los que
escriben para ellos. Esos que dicen abiertamente que no les importa que nadie
los lea. Pero me pregunto yo. Si no quieres que te lean… ¿para qué lo presentas
al mundo? ¿Qué ganas con ello, que pierdes?
¿Ves?...sin apaño.
En fin, que creo que me voy a ir, a ver si suena la gaita y consigo
escribir aunque sea tres líneas seguidas sin que me de una apoplejía y sobre
todo, sin pensar en nadie, solo en lo que quiero transmitir y como quiero
hacerlo.
Nos vemos la semana que viene.
Hoy vengo con mil preguntas.
¡Anda! Veo que me has hecho caso
y has cambiado los cojines, ciertamente los otros eran un suplicio. Estos están
mucho mejor, pero no dejes que pase tanto tiempo para apañar las cosas, ni que
una clienta-paciente-confusa-calienta neuronas, tenga que irse con los riñones
hechos papilla para tener la deferencia de hacerlo. Que con el puré cerebral
que tengo ya es más que suficiente… ¿no crees? Tus consultas no son económicas
que digamos.
Bueno; voy con las primeras…que
blandita estoy. Me gusta.
Ayer fue un día horrible. Las
sensaciones subían y bajaba hasta casi hacerme vomitar. Era tal la formación de
hechos antes mis narices, que no sé todavía como pude aguantar tantas horas sin
explotar.
Una cosa es ser educado, galante,
considerado y, otra muy diferente; un seductor nato a la espera de engatusar a
la nueva adquisición en toda mi cara (que por cierto ya está más que
engatusada) de tener, tal capacidad de
complicidad que me deja con la boca abierta. De hacer tantos y tantos favores
(por amor al arte que aturulla) y de alguna mentira que otra o conversaciones
que no me cuadran por más que las intente montar con escuadra y cartabón… y que para más inri, cuando se lo digo, me
contesta que no es así y, que en caso fuere como digo, es algo espontáneo…
¡vamos que no se da cuenta!… ¿no te das cuenta?
¿Y sabes por qué no se da cuenta?
Por el simple hecho que él no lo sufre. Él no tiene que lidiar con verme
haciendo monerías con otro hombre. Ni tirándole los tejos, ni haciendo ojitos
y sobre todo no lo hago sentir
gilipollas, ni rebanarse los sesos con pensamientos tales como…esta chica no me
quiere, soy un juguete en sus manos. O lo que colma el vaso de las
consistencias: Soy su payaso personal que solo le sirvo para un rato de gusto.
Me hace sentir la mujer más
ridícula del planeta.
Hacer pensar que eres el paraíso
en la tierra es… ¿no darse cuenta?...dejarme a un lado ¿es no darse cuenta?
Coquetear y flirtear con miraditas calladas y sonrisa en los labios ¿es no
darse cuenta?... ¡coño! (perdón por el taco)
¿Me confunde? o ¿me confundo?
¿Qué es lo que se propone conmigo? ¿Hasta dónde piensa llegar con este juego?
¿De qué va?
Soy una mujer normal, no tengo tu
prodigiosa inteligencia, pero tampoco soy el tonto del pueblo. Las señales que
me llegan, las sé interpretar con la misma solvencia que la mayoría de los
seres humanos. Tampoco soy de las que se enamoran de una mosca volando una
tarde templada de primavera. Soy romántica, lo asumo. No es que me guste serlo,
porque rompe muchos nervios, pero eso no se implanta por gusto dentro de ti,
eres así y punto. Toca asumirlo y bregar con ello el resto de tu vida.
Así que, conociéndome bien y, gracias a ti (todo hay
que decirlo) sé positivamente que lo que
me llega es real, no me muevo en mundos de papel.
¿Qué ocurre entonces? ¿Por qué
con él siempre estoy equivocada en todo?
Cuando le digo todo esto (¡claro! Que no va exento de reproche), me dice
que no. ¿Cómo que no? Debe ser que no tengo ojos en la cara y, el corazón se
hizo piedra hace dos décadas.
¿Acaso es especial o, de un planeta lejano
camuflado en una epidermis idéntica a los terráqueos?
Bueno, un poco especial si que
es. O quizá, lo sea yo…no, yo no lo soy. Soy de una normalidad que asusta, joe.
¡Vamos, del montón más prosaico que puede existir! Además tú lo sabes (mira
como asistes con la cabeza)
Me tiene totalmente liada, hace
que me exprima las cuatro neuronas que me quedan sanas, hasta llegar al límite
de la poca paciencia que me queda. No es capaz de amoldarse a nada ni a nadie.
Somos, el resto del mundo, quienes
tenemos que ir adquiriendo sus matices y colores para que todo esté en
paz.
Pero ahora viene lo más curioso
de todo. El recalcarme con una sonrisa picarona que me he encelado.
¿Estoy cargada de celos? Y si
estoy cargada de celos ¿Por qué los siento cuando nunca antes los había
sentido?
Evidentemente porque los está
provocando.
Doy por hecho que todos llevamos
lo bueno y lo malo a partes iguales, las cargas negativas y positivas y, cuando
nos ponen el pie, sale aquello que ni sospechabas que tenías acumulado en las
venas.
Me siento cansada de andar a diez
pasos por detrás. Me duelen las piernas de intentar llevarle el ritmo. Y sobre
todo, vulnerable hasta las trancas de estar enamorada de un hombre que creo que
no se merece ni una lágrima, ni un disgusto, ni tan siquiera un…te quiero.
Soy la última en su larga lista
de quehaceres, la última en su vida y la última en su corazón.
Es que no es justo. No hay
equilibrio… ¡mira! Está palabra le encanta, “equilibrio”.
¿Qué equilibrio es ese? ¿El suyo?
¿El mío? ¿Cuál?
Siempre he pensado que el
equilibrio te lo da la vida, porque entrar en esas supuestas altezas lo único que
consigues es desequilibrar a los que te rodean…es un algo egoísta. Primero tu, segundo tu y
tercero tu…
A no ser que se confunda equidad
con venganza, que también suele pasar…
¡Dios! Me agota, me agoto…creo
que de esta no me recupero.
Y encima…el silencio.
¡Hola! ya estoy aquí de nuevo.
Hoy vengo con una duda existencial,
podría llamarse así, aunque no lo tengo muy claro.
Más bien es una circunstancia que
de vez en cuando me desborda.
¿Sabes?
El otro día estuve en un recital
poético, fue genial. Porque estuve entre amigos y gente querida y apreciada.
Sin embargo, me dejó un algo, inquieta y con mil preguntas.
¿Veras?
Las biografías que a modo de presentación se
hacían de los compañeros que iba a recitar sus poemas, me dejó apabullada.
Hasta el momento pensaba que eso
tendría que ser una reseña de sus logros a nivel poético o de escritor. Sus
comienzos o sus motivaciones. Pero se convirtió en el currículum vitae de cada
ponente. En cuestión de minutos se rodeo el ambiente de masteres, carreras de
vértigo, idiomas varios y millones de cosas más.
Me quede pensando… ¿espero que no
me pregunten a mi? ¿Qué les digo?, una respuesta viable sería…soy lo que
vosotros me habéis dejado. Es una respuesta estúpida, pero como digo, viable.
¿Qué van a decir de mí, cómo me
van a presentar el día que me toque recitar? Aquí está, ¡tachan! una obradora artesana que apenas paparuchea
un poco el italiano y no ha ganado en su vida ni el perro piloto en la feria de
su pueblo.
Es horrible.
Me hace pensar miles de cosas.
Una que no escribo nada bien, porque con los años que llevo plasmando sobre un
papel no me han dado ni un triste reconocimiento. Otra que no tengo carrera
universitaria (por una mala decisión adolescente, vamos, pura cabezonería. De
lo cual me arrepiento, pero me lo callo
por no darla la razón a mi padre y
escuchar de nuevo el sermón) y otra que tengo una profesión honrosa pero nada
relevante. Ando entre harinas y masas, entre dulces y cremas (bueno, andaba,
ahora estoy en el paro) pero eso no quita para saber qué, no he dejado de
aprender y de leer y estudiar todo aquello que ha llegado a mis manos. Pero lo
sé yo, no tengo títulos que lo avalen, bueno sí, el bachiller y mi secretariado médico con el paquete de
offis, pero no tengo un master en
chocolates. No soy una inculta o por lo
menos no me considero así.
Mi uniforme es (era y, espero que
un día vuelva a serlo) un delantal blanco, con gorro y pantalón y casaca a
juego.
Aunque de cara a la galería,
evidentemente, no soy nada…eso me abruma. Estoy rodeada de gentes con unas
carreras increíbles, de vértigo.
En días como hoy, me arrepiento
de no haberle hecho caso a mi santo padre cuando me decía: con la cabeza que
tienes, aprovéchala joe, no seas tan bruto pensando que no todo es estudio.
Adoras leer y aunque no tienes memoria para la
cronología y eres una animal en
historia por eso mismo, hay cosas que se te dan muy bien. ¡Estudia!
En fin, que sabia que tarde o
temprano tendría que enfrentarme a mis demonios y como veras, ha llegado el
día.
¿Que qué quería ser, me
preguntas? Forense. Pero como te he dicho pudo más conmigo mis malas notas en
historia que las ganas de conseguir mi sueño. Era increíble, la murria que me
entraba con esa asignatura. Y sin embargo ahora la disfruto muchísimo. Debe ser
una ironía de la vida como tantas y tantas… ¿cierto?
Me conozco la historia de Egipto
como la palma de mi mano, las guerras Púnicas, las de los cien años, la de los
tres días, Grecia, Pompeya, y una larga lista de etcéteras…y sin embargo he
olvidado las tablas de química. Es para matarme.
Bueno, que ya no te mareo más…una
vez despachada a placer y con tus recomendaciones bien guardadas anti-
frustración, me voy hasta la semana que viene. Espero que no tenga nada nuevo
que contarte… ¿o sí?
Ya veremos...
V
Otra sesión más, otro momento
extraño.
Hace un día de aire horrible,
mira que pelos traigo. No te rías, joe.
Esta mañana he subido una tarea
de las mías, hablaba sobre sueños y elfos. Hace tiempo que la tenía escrita y,
dando un repaso por mis carpetas, se me ha ocurrido ponerla.
Pero… ¿sabes? me ha dado por
pensar. Y he llegado a la conclusión qué: Walt Disney es culpable de muchísimas
cosas que nos pasan a las mujeres. Bueno, no solo él, también sería injusto
cargarle con todo esto. Hay más…
Mi generación, es una generación
que ha sido marcada por estos cuentos, una educación dicta-demócrata (somos
parte de las dos españas, por llamarla de alguna manera) y, esa especie de
rebelión interna que nos ha dejado
tantas veces sin respirar.
Historias de bellas y bestias, de
cenicientas, de bellas durmientes…historias de emperatrices, de castillos de
hadas, de caballeros venidos de lejanos países atraído por la dulce voz de su
amada, mientras un coro de pajarillos revoloteaban al son de sus cuerdas
vocales marcando el sendero.
Las niñas con princesas, los
niños emulando a Pirri. Ellos con las expectativas de ser famosos, nosotras en
la eterna espera. Porque todos esos cuentos, nos hablaban de lo mismo, de
esperar y esperar ¡ah! y ser hacendosas, obedientes, discretas y consecuentes y
seguir esperando… ¿esperar qué? Una
especie de nube rosa con tintes trágicos para un final feliz…. ¡y un cuerno!
¿Te das cuenta lo que sufrían
esas chicas de cuento? Humillaciones, despropósitos, abandono, dolor, angustia
plena y dura. Maltrato y una falta considerable de autoestima. Y lo veíamos tan
normal, tanto, que se ha quedado en nuestras consciencias como un tatuaje. ¿Hay
que sufrir para hallar la felicidad? ¿Hay que pasar por todos esos estados
caóticos para que el hombre perfecto
venga a recatarte? ¿Qué es la perfección? ¿Dónde están esos románticos hombres
de cuento? ¡Claro que...! nosotras nunca fuimos princesas (por lo menos yo).
Pero nos lo creímos.
Un día te despiertas y te das
cuenta que nada de eso existe, pero en el fondo, lo esperas y, lo más duro es
que lo seguimos anhelando. Aun sabiendo que nunca jamás se dará.
Los sapos son sapos, no se
convierten con un beso en el encanto con patas. Lo más seguro y, a todo pronostico es que sea al contrario,
eso es más real.
La bestia es bestia y la bella no
le donará su alma y corazón a un tío horrible y no solo en formas, porque no. Nadie te despertará con un beso mientras siete
enanos te velan y ni de coña, ni de coña sonará el fru-fru en tus vestidos de
raso. No usamos enaguas almidonadas.
Bueno…
Lo peor de todo es que la vida
nos iba dejando pistas. Mil balonazos de los chicos y ni una sola disculpa. Si
te descuidabas te llamaban tonta. Pero no hacíamos caso, seguíamos en nuestros
mundos de papel pintado.
Tanta moraleja mezclada con una
educación cargada de valores nos ha dejado en desventaja. Por lo menos, a mí.
¿Quién se rompe las vestiduras?
Menos mal que los cuentos han
cambiado. Adoro a Fiona. Una princesa que suelta unas patadas que te dejan mirando
a Totana, a lo matrix, con un par. Con genio, figura y criterio. Cómo debe
ser…y a quien no le guste, que no mire.
Estoy convencida que crecer
leyendo no me ha sido productivo. De verdad que no. Ahora llega la parte menos
amable. El café con mis amigas.
¿Me puedo encender un cigarro?,
esto es privado, aquí no nos ve nadie. Además con lo que te pago, puedes
comprar dos millones de ambientadores de pino sueco.
Gracias, galán. Eres un solete,
sábelo.
Bien…
He ido ésta mañana a tomar café
con las chicas y, como iba dándole vueltas a todo esto que te he contado, pues
lo he comentado con ellas.
Me han dado la razón en parte,
eso sí, sólo en parte. Y es por eso que te digo que no me ha venido bien tanta
moraleja y libros en mi infancia y adolescencia. Ya, los de la juventud y madurez son otro cantar.
Ellas conocen mi situación. Mujer
madura sola y sin compromisos.
¿A que no sabes que me ha
propuesto una de ellas? ¿no?...un follamigo (ya ni la palabra amante se usa)
Claro que después de la explicación, parece ser que ser amante, conlleva más
cosas y compromiso que esto otro.
Según ella es la mejor manera
para que el príncipe no se vuelva nunca sapo. O sea, sales de fiesta (cosa que
no hago) y al primero que me guiñe un ojo me lo llevo a la cama, ea, sin más. A
la mañana siguiente, si es que hay mañana, si te he visto no me acuerdo y a por
otro… ¿eso es normal? ¿ves lo que te digo de mi choque interno? Creo que no sé
moverme con el mundo actual. En algún punto me he quedado perdida, (la culpa de
Walt, fijo que sí)
Yo soy una mujer que necesita
sentir algo y fuerte para acostarme con un hombre. La pasión, el deseo, son unos
gramos en un kilo. No me gusta que me utilicen, ni ser una opción… ¿Quién usa a
quién en esas historias? Yo no le hablado de cama, le he hablado de amor y
romanticismo, y del caos de una fuente de creencias con las cuales nos hicimos
mujeres… ¿acaso no me escucha?
Por alguna extraña razón, me he
sentido vieja. Como si mis ideas fueran arcaicas y mis formas de Atapuerca. Me
he mirado detenidamente por si era el eslabón perdido y no me había dado
cuenta, o algo así.
El caso es que a ella le va
estupendamente.Palabras textuales: está en el mercado (bien, yo no soy una merluza de pincho) Un hombre que la escucha, la entiende y luego tienen sexo. No
hay amor, ni sentimientos…eso sí, la escucha.
Pues solo faltaba eso, que encima
no le prestase ni un mínimo de atención, joer.
No sé.., me he quedado un algo
mal. Soy una chica tolerante, abierta mentalmente a todo aquello que me llega,
no nado en mares de ignorancias, no soy estúpida, tengo mi cultura y mi
formación. No juzgo si la gente tiene
follamigos, amantes bandidos o tres muñecas hinchables en el armario. En
realidad sabes bien que no suelo juzgar a nadie nunca. Entiendo a la gente en
sus cosas, aunque no comparta lo que hacen. No doy consejos, si piden opinión
bien, sino me callo.
No busco nada, entonces no
comprendo… ¿por qué me ha hecho sentir tan marciana, tan fuera de lugar?
VI
¡Uf!...que calor hace.
Buenos días, ¿estás bien?...ya
veo por tu cara que sí, además aquí se está fresquito, eso quieras que no
alivia lo suyo el carácter. Que se pegue
los pantalones a los muslos, crispa…ag.
Vengo de compras, de acompañar a
una de mis amigas, de las pudientes, a conjuntarse para la comunión de uno de
sus sobrinos. Ha sido toda una experiencia religiosa, créetelo, he tenido la
sensación en mis carnes de contemplar una aparición mariana, pero sin María y
siendo yo la que levitaba. Tanto, que he optado por venir a verte, no vaya a
ser que me quede en ese espacio nube-acolchada-limbo-imposible.
Dejando aparte que me ha tildado
de subnormal por darle mi opinión, eso es lo de menos, porque igual lo
soy…tengo esa sensación que los humanos no cambiamos por más siglos y avances.
La información genética, en ese punto, se quedó estancada. Si tienes, tienes
que gastar sin mesura. Marcando bien el territorio que habitas.
Verás…
Lo primero ha sido ir a desayunar
a una terracita en el centro y ya, con el estómago satisfecho nos hemos puesto
rumbo a una tienda de alta costura. Porque evidentemente ella no es de tiendas
normalitas, no. A su piel le salen sarpullidos solo con mirar mi camiseta y mis
tejanos, made in Springfield.
Después de probarse mil conjuntos
entre dependientes sobones y cargantes, con sonrisas “profiden” que te llaman
cariño cuando te ven entrar y te dejan caer dos besos que ni te rozan, ha optado por un pantalón con chaqueta corta
en verde menta con apliques en morado, de un famosísimo modisto. Realmente es
un conjunto muy bonito que le queda precioso, todo hay que decirlo.
Después de pasar por la sección
zapatos, eso mejor no te lo cuento, hemos
ido a parar al apartado más selecto…bolsos y complementos. Aquí es donde nos
han obsequiado con chocolates y champan.
En este punto es donde he tenido
esa experiencia…no me he atragantado de milagro.
¿Cómo se puede gastar una persona
dos mil trescientos diez euros en un
bolso? Fácil, sacando la visa oro o, casi mejor la platino. Es surrealista por
completo, diga ella lo que quiera decir. Y encima, al darse cuenta de la cara
que he puesto, me ha preguntado con sorna ¿has visto un muerto? No nena, si
hubiese visto un muerto te garantizo que mi cara no sería esta, sería una cara
mucho menos crispada.
Viendo tanto ella como el
dependiente, mi asombro latente, han tenido a bien explicarme, más él que ella,
que dicho ejemplar de bolso esta confeccionado con la piel entera de un
cocodrilo y, qué como vería, mostrándome el bolso, está cosido sin costuras
aprovechando y mimando al cien por cien la piel del bicho.
O sea, ¿que encima de todo han
matado a un cocodrilo para esto? Es aquí justamente cuando mi amiga me ha
tachado de subnormal. Bien…
Entiendo que siempre ha habido
clases sociales, lo que no comprendo es que todavía se estén muriendo niños de hambre agarrados a una teta más seca que la estopa.
Que haya una pobreza que roza el techo, que encima tengamos una crisis horrible
que soportar, que muchas personas rebusquen en la basura, tus vecinos, mis
vecinos, para llevar un algo a la mesa y, que unos pocos, no tengan conciencia
de todo eso y, se permitan sin complejos y alegando que el dinero es suyo, que
lo es, gastarlo en sandeces como un bolso sin costuras para meter dentro un
jodio carmín y un móvil última generación.
¿Te has parado a pensar que con
lo que cuesta ese bolso come una familia más de dos meses? Pero si añadimos el
traje y los zapatos Blume, tienen cubierta la hipoteca dos años, joe. Y todo
eso para asistir a la comunión de un sobrino.
El día que se case tu hija te
capuzas la cúpula de San Pedro encima, chata…
Claro qué, según mi amiga, si
personas como ella no comprasen esos artículos iría mucha más gente al paro. Empezando por el
matador de cocodrilos y terminando por el de la sonrisa “profiden”.
Supongo que si se estipulan esos
precios es porque hay demanda de ellos. Y me fastidia. No por el hecho de
gastar a lo bestia en una castaña cosida sin costuras, no, sino por la
sensación palpable de que quedan personas tan apartadas de la realidad que
acojona. Viven en una especie de esfera, de nube, que los aparta de lo
cotidiano. Están tan elevados que no tienen remota idea de lo que anda por el
suelo y eso, en estos tiempos, es demencial.
Asumo las injusticias, porque el
mundo es así, aunque me parta el alma contemplarlas. Pero no por eso, no por la
impotencia que me pueda crear verlas, tengo que pasar de ellas.
En fin…
Para redimirse un algo conmigo y
mi careto de pocos amigos, me ha dicho que si quiero, me deja el vestidito rojo
de Herrera para la presentación del libro de un amigo que tengo el viernes.
Amablemente le he dicho que no, prefiero mis vaqueros de mercadillo, que igual
si voy con marcas no me reconocen y, ciertamente perder la identidad a estas
alturas, no me apetece.
Bueno, pues ya me he despachado a placer, ahora me voy que
tengo que hacer la comida, que yo no tengo asistentes.
Pero antes… ¡espera! me acabo de
acordar de un… ¿te lo cuento? ¿sí?
Está una pareja muy “osease de
verdad” en el zoo, observando a los cocodrilos.
A todo esto uno de los reptiles, sale del agua y fija sus ojos en la chica
avanzando hacia ella…ésta asustada, con las manos en alto, voz aflautada y
piernas juntas, sale corriendo, mientras grita: socorroco, socorroco, que me
quiere comer un lacoste.
Te has reído…me gusta.
Hasta pronto, bombón.
VII
Hola, hace semanas que no vengo por tu consulta, así que, después de un café con mis amigas y una discusión un
tanto abstracta, he optado por hacerte una visita. ¿Me has echado de menos? Por
tu cara veo que no.
Voy a acomodarme, este diván me
encanta desde que cambiaste los cojines. Ya no se me quedan los riñones para
hacer sopa, ea.
Como sabes me gusta un chico,
bueno…es un hombre hecho y derecho, de chico tiene poco. La cuestión no es
esta, sino la compatibilidad entre los dos.
Por cierto, que sepas que es
guapísimo, desde luego es la cosa más bonita que he visto en toda mi vida y, no
solo por fuera, eh. Ya sabes el valor que le suelo dar al interior. Todo. Ya, ya
sé que no te importa, pero a mi me gusta decírtelo.
Te explico el por qué de mis
elucubraciones:
Según una de mis amigas, que es
una forofa de los horóscopos, este hombre y yo no iremos muy lejos porque
nuestros signos son incompatibles. Así como suena…In- com- pa- ti- bles. ¿Te lo
puedes creer? Sí, te lo puedes creer.
Todos nos ponemos, desde que
somos concientes de ello, el horóscopo que nos toca dependiendo de mes que
hemos nacido. Y además durante un tiempo lo lucimos con entusiasmo. Yo soy
sagitario ¿pero en que me parezco a un sagitario de libro? ¿Somos iguales el
sagitario nacido en España que en África? Pienso que no, entre otras cosas por
la propia cultura en sí. ¿Nos vamos a romper
la pierna el mismo día, todos?
Para empezar no soy promiscua,
cuando mi signo en sí es el más cachondo de todo el firmamento. ¡Vamos que en
menos que canta un gallo me veo mirando al techo con un maromo entre las
piernas! Ni creo que todo sagitario lo sea. Promiscuos hay en todas partes y en
todo el zodiaco.
¿Entonces que hago? ¿Me hago promiscua para
darle la razón? ¿O por el contrario cuando algo no cuadre le echo las culpas al
ascendente? Lo que me lleva a pensar
¿somos o por definitivas adquirimos esos rasgos que hemos leído infinidad de
veces para convencernos que somos “megaguais”? Es que no lo entiendo muy bien,
porque todos estamos orgullosos de nuestro horóscopo.
¿A todos los arqueros nos gusta
el malva? A mi me gusta el verde y el turquesa, francamente no tengo nada que
ver con lo que pone el ritual de los nacidos entre noviembre-diciembre.
Soy sincera y odio la mentira
¿Acaso tú no la odias? ¿A quién le gusta que le mientan?
Pero a lo que voy. Pienso que
cada persona, independientemente de su signo zodiacal, es un mundo, formado por
las circunstancias, educación y cien mil matices que hacen de nuestra
personalidad lo auténtico y genuino. Si no somos iguales y cada ser humano es
diferente a otro no puede tener los mismos rasgos tártricos o como quieras
llamarlos que media humanidad, joe. Seriamos clones enclaustrados en un
símbolo.
Pues bien, resulta que para
conocer a ese chico que me gusta tengo dos opciones: cómprame un libro de unas
trescientas páginas de su horóscopo, empaparme hasta las trancas de sus
características y, evidentemente cambiar las mías (cosa que no puedo hacer)
para trocar esa incompatibilidad por la
compatibilidad que preciso o irme directamente a que me hagan su carta astral
(que según mi amiga, con saber la fecha de su nacimiento y la hora exacta no se
necesita nada más) y de paso que me echen la buena fortuna para cambiar el
curso de los acontecimientos o en el peor de los casos orientarme hacía ese
futuro a su lado.
¿Dónde ha quedado la forma
tradicional de conocerse dos personas? Si no funciona la relación, pues no
funciona, pero será por nosotros dos, no por lo que nos marque un jodio
horóscopo.
No creo que tengamos que recurrir
a los astros para encarrilar nuestras vidas, sencillamente tenemos una razón,
un conocimiento y alguna experiencia (unos más que otros) para darnos cuenta de
las cosas.
En fin, que me he quedado mal con
la charla, porque harta de discutir con ella que hay cien mil puntos que
desbancan su opinión, no ha habido manera de convencerla. Y es más, me ha
vaticinado el peor pronóstico de todos. Él me dejará por mi impulsividad y esa franqueza que deja hasta los árboles
helados, como si los hubieran regado con nitrógeno líquido directamente, hala…y
yo, no comprenderé esa postura de guardar sus sentimientos en una caja blindada
a prueba de bombas y terminaré por aburrirme
de rogar un te quiero.
Mi corazón, mis sentimientos, los
suyos… ¿están escritos en un papel? ¿Están marcados por las estrellas?
Si es así, resulta que no tenemos elección en la vida…ya
no es ni tan siquiera destino, es sencillamente que tu signo sea compatible con
el otro. Manda huevos…
Estoy desmoralizada, que lo
sepas. Si la vida es compleja de por sí, si las relaciones humanas son
francamente caminos de fondo, esto ya es la leche. Lo mires por donde lo
mires…la leche.
Me voy no vaya a ser que se me
caiga la lámpara en la cabeza que la veo un poco inclinada… por cierto ¿la
lámpara también tendrá horóscopo? A ver si es libra y buscando el equilibrio
azul me rompe el cráneo ¡hasta ahí podíamos llegar!
¡Ah! otra cosa. ¿Tú sabes de qué
color tengo el aura?
VIII
Buenas tardes.
Es bochornoso el calor que está
haciendo. Sí, ya sé que estamos en pleno mes de julio y que posiblemente todos
los veranos diga la misma frase. Pero lo cierto es que no soporto el calor, no
puedo con él.
A ti te veo buena cara, eso
indica que estás como pez en el agua ¿cierto?
Voy a acomodarme debajo del aire
acondicionado, espero que no me de una apoplejía, que con la suerte que tengo
sería lo más probable.
Esta mañana he ido a hacer la
compra del mes al súper, esas compras que odio a muerte de lo cargantes que me
resultan. El caso que siempre es lo mismo, no entiendo que me resulta tan
insoportable. Empiezo por el mismo pasillo, echando al carro los mismos
productos y termino en el otro lado del supermercado, con el carro hasta las
trancas y los nervios de punta.
Eso sí, nunca encuentro nada
nuevo.
Hoy precisamente necesitaba un
bote de leche de coco para hacer el curry, sé que por aquí no se encuentra, pero con todas y cargada de
esperanzas me he acercado a un reponedor. Con cara de extrañeza me ha mandado a
la sección perfumería. ¿¡Que!?
Por favor, yo no digo que el
chico tenga que saber con que ingredientes se hace un curry, pero cae por su
peso que si estoy en la sección “leche” para beber, no para aplicártela sobre
el cuerpo, eso le da alguna pista
¿hola?... Claro que igual me ha visto cara de idiota y ahora el que
está pensando que la gente está p`lla sea él. Que es lo más seguro.
En fin que como no quería irme a
la otra punta de la ciudad para cómprala, me he decidido por una leche
evaporada sin azúcar, que milagrosamente descansaba en una estantería a un
metro por encima de mi cabeza. ¡Que esa es otra!
Con el carro hasta arriba,
controlando que no se me fuera para los lados (hay algunos que tienen vida propia.
Los carros me refiero) y esquivando a todo bicho viviente que se cruza por los
pasillos mirando la mona pascua. He llegado a la sección cajas.
He buscado la menos ocupada (cosa
improbable a esas horas) y he optado por la que he considerado más apropiada
para la cantidad de compra que llevaba.
Delante de mí, un señor con tres
barras de pan que estaba pagando en ese momento y, una señora que por encima le
he calculado unos quince productos. Unos diez segundos después se ha colocado detrás
de mi otra señora con un carro bastante más inferior que el mío y, mirándome
con cara de cordero degollao.
Lo siento (he pensado) llevo prisa, no la puedo dejar pasar delante.
Si ve que su tiempo es limitado, póngase en otro lugar.
Creo que me ha leído el pensamiento,
porque en cero-coma, ha cambiado la mirada de cordero por una que ponía los
pelos de punta. ¡Vamos que ha dejado a la niña de exorcista en paños menores!
Me ha faltado un tris para santiguarme y, creo que el mal de ojo lo llevo
impreso en el tuétano en estos momentos.
¿Será por eso que viniendo para
acá se me ha torcido el tobillo cinco veces?
No. Creo que tienes razón. Eso se
debe a las aceras tan majas que tenemos. Le vamos a tener que poner un
monumento al genio de obras públicas.
A lo que voy…
La señora que iba delante ha
colocado sus productos en la cinta. Le han hecho la cuenta, le han ofrecido
bolsas para transportarla y, con una gallardía increíble ha dicho que no. Pero
un “no” sonoro, rotundo. Borrando de golpe la sonrisa de la chica de la caja.
Yo, esperaba que sacara algo
donde meter la compra, pues tampoco. Ha pagado, le ha dicho a la chica de nuevo
que no necesitaba ticket de parking, eso sí, lo ha hecho sin vocalizar y ha
terminado de cargarse la compra encima.
El cuarto de queso manchego en el
bolsillo de las bermudas, los guisantes congelados en la cintura (así
fresquito, que con el calor apetece) el salchichón colgando de una oreja, la mortadela sujeta
con los dientes (de ahí que no vocalizase) y los huevos debajo del sobaco y, se ha marchado
por la puerta principal (que menos mal que son automáticas) más ancha que larga
dejándome la sensación de estar viendo en vivo y en directo una secuencia de
Ocean`s Sleven. Una donde un ladrón sale corriendo del casino con el dinero
robado como si fuera un bebé. Del mamporrazo que le mete el de seguridad, se
traga las muelas del juicio.
No te rías, joe…pos vaya
terapeuta que estás hecho.
¡Uf!
Me voy a encender un cigarro, que
ya sé que me dejas… ¿me acercas un cenicero?
Gracias, solete.
Te explico:
Entiendo que pagar publicidad no es lo más correcto por barata que sea.
Quiero decir, que aunque valga dos céntimos la bolsa, el simple hecho de llevar
la marca del supermercado, quizá, eche para atrás.
Pero también hay que calcular que
si no quieres pagar dos céntimos, coño, llévate bolsas de casa.
Además tienes que pensar que son
biodegradables y encima están fabricadas con pasta de arroz. Qué, con la crisis
que tenemos encima, igual a fin de mes puedes destilarlas y hacer una sopita
caliente. En lugar de salir como si fueras un porteador del Nepal para luego
dejar en la acera la docena de huevos hecha una tortilla.
Lo que se ha ahorrado por un
lado, lo ha desperdiciado por el otro. Ni eso, que la bolsa como bien te digo
vale dos céntimos, los huevos, bastante más. Por muchos principios que tenga
una persona, ea.
Las cosas son como son… ¿a que
sí?
Tú si que me entiendes…
Bueno, ya ha pasado la hora de mi
desahogo emocional. Francamente estas terapias me están ayudando muchísimo. Eso
de estar tumbadita, relajada, sin nadie que te contradiga, es como poco
fabuloso.
Por cierto… ¿Y a ti quien te
ayuda?
No arquees la ceja con esa ironía
que sabes que tarde o temprano me lo tendrás que decir…
Me voy a seguir pasando calor y,
a no dejar de sorprenderme.
Un beso.
IX
¿Cuánto tiempo hace que no te
veo?, creo que meses. Aunque tengo que reconocer que dejar de verte no ha
implicado olvidarme de ti.
Estás guapo, creo que te sienta
bien ese tono beige de la chaqueta, o quizá sea las cuatro canas que te has
teñido ¡presumido! ¿Creías que no me iba a dar cuenta? Ya me conoces, soy una
observadora nata. Oye ¿No será la crisis
de los cincuenta? Bueno, sea como fuere me alegra verte tan bien conservado,
siempre da gusto percatarse de los buenos cambios, a decir eso de… no está mal,
y pensar: ¡madre del amor hermoso que cosa más rara de hombre, se parece a la rana Gustavo pero en feo! Está “complicao” de
mirar, pero vamos, “mu complicao”…
Vale, vale…Ya me callo, deja de
fruncir el ceño que no está la economía para botox.
Aunque el tema que me trae hoy
aquí es más viejo que el mismo mundo, me ha producido un azogue desmesurado la
conversación que he mantenido esta mañana con mi amiga Lea, mientras
engullíamos sin ningún cargo de conciencia, una docena de churros con sendas
tazas de chocolate bien espeso y caliente.
Mañana ya contaré calorías…
Verás, te pongo en situación:
Carmela, una de tantas amigas de
las que te hablo –no sé si la recuerdas- sí, la recuerdas, pues esa. Carmela.
Bien...
Me ha contado Lea que está liada con un hombre casado y que su vida es una auténtica maravilla de sensaciones. Después de escuchar la historia, las amabilidades y las glorias de tan compleja pareja, nos hemos metido en un debate del cual, creo, que no he sido comprendida del todo, y claro, conociéndome, pues me ha creado cierta sensación de ansiedad. Por eso he venido, para que me la quites.
Me ha contado Lea que está liada con un hombre casado y que su vida es una auténtica maravilla de sensaciones. Después de escuchar la historia, las amabilidades y las glorias de tan compleja pareja, nos hemos metido en un debate del cual, creo, que no he sido comprendida del todo, y claro, conociéndome, pues me ha creado cierta sensación de ansiedad. Por eso he venido, para que me la quites.
Pienso, y así lo he expuesto, que
no hay romance que merezca que una persona hipoteque su vida, a lo que Lea se
ha opuesto por completo, argumentando que si ellos son felices y se
complementan, lo demás, sobra.
¿Pero qué sobra?
Tener una relación con un hombre
casado, es no tener nada. Mantener las manos vacías, no tener futuro y joderte
la existencia. Porque una cosa está clara, ninguno deja a su mujer y, si eso no
es capaz de saberlo Carmela, lastima le tengo.
¿Qué le puede ofrecer ese hombre?
¿Un polvo en una habitación de hotel como si fueran delincuentes mirando por
encima del hombro a ver cuando son pillados con las manos en…la masa? Porque
desde luego un paseo romántico cogidos de la mano a las doce del día de un
domingo primaveral, como que no. Una cena en cualquier festividad que marque
calendario: tampoco. Ir al cine a ver el estreno de la última de Barden: menos
todavía. Tomar un café en cualquier terraza: ni de coña. Estar cuando lo
necesitas: si su mujer, sus hijos, suegra, madre y la vecina del segundo, no lo
reclama y encuentra alguna excusa: puede, pero lo más seguro es que se las
tenga que comer ella sola.
¿Dónde encuentra entonces el mar
de sensaciones? ¿En el polvo que le ofrece un día por quincena? ¿Dónde? Yo no
lo entiendo.
Hipoteca su vida en pos de un
nada, cerrando las puertas a posibles relaciones estables solo por… ¿qué?
Como siempre me ocurre, me he
sentido antigua con mis argumentos, que más que argumentos, son creencias y,
eso es lo que me ha provocado esa sensación de ansiedad que me ha traído hasta
aquí.
Lea se ha pasado media mañana
apoyando a Carmela y tirando mis explicaciones por tierra hasta llegar a la
conclusión en voz alta y sin cortarse un pelo, que me parezco a Doña Rogelia,
solo me falta el pañuelo negro, la toquilla y que la “napia” se me haga curva.
Por lo demás, un maldito retrato.
¿De verdad soy tan extraña? ¿O
será que adoro demasiado mi libertad para andarme con malos rollos? No…Es más
bien el espíritu romántico que me habita el que me dicta pensar así.
Yo soy transparente. Si tengo una
relación, no solo la vivo y la disfruto, también la comparto con mis amigos y
familiares. Es tan mía, tan propia, que si tengo que darle un beso (porque así
me nace) a las doce de la mañana en plena procesión de Viernes Santo, se lo doy
y me quedo más ancha que larga. O tacarle el culo en plena calle mayor, ea, que
“pa” eso es mío. Y quién quiera mirar, que mire…
Siendo así, no comprendo esas
situaciones y muchos menos que en ellas encuentren un atisbo de felicidad. A
los postres, Carmela sigue estando sola, quitando esa hora que puede pasar con
él en plan furtivo.
No le veo el romanticismo y mucho
menos la estabilidad por ninguna parte, eso sin contar que estas siendo
participe de una cornamenta. Pero francamente eso es lo de menos. Así de claro.
Lo de más, es la compleja historia que está tejiendo, una historia con dos
protagonistas pero que en realidad uno de ellos no existe. No duerme a su lado,
no come en su mesa, no se sienta en su sofá, no ve la tele rebozado entre sus
cojines favoritos, no comparte sus problemas, sus miedos; no la acompaña al médico, no nada. Nada de
nada y por más que sumes sigue saliendo, nada. Solo hay una ventaja en todo
esto, no conoce el olor de sus pedos. Algo es algo ¡mira tú!
¿Soy antigua? ¿Retrograda?
¿Gilipollas? Pues igual sí, pero no voy a dejar de ser yo, por tener ideas
colectivas.
Ahora, hagamos un experimento…Es
sencillo ¿te apetece? Bien, vamos a
ello.
Cierra los ojos y relájate, tú
mejor que nadie sabe hacerlo…
Estas enamorado de esa mujer que
no te pertenece hasta las trancas, esa que solo puedes ver de uvas a brevas y
que te regala el cielo cada vez que la tocas. Ha sido un día largo y cansado, de
esos que prefieres olvidar. Después de una cena liguera que casi te obligas a
ingerir y una ducha para quitarte de encima la porquería acumulada, te metes en
la cama y, para dormirte, evocas a la damisela (yo evoco al caballero, no te
preocupes. Y como tengo una imaginación de proporciones industriales, me voy a
quedar con Clooney. Puesto a elegir yo apunto alto, ea) bueno a lo que voy…, sientes
como te toca, como te besa, como te desea. Las palabras que te susurra o
sencillamente como pronuncia tu nombre cuando vuestros cuerpos se encuentran en
un lindo nudo.
Te sientes renacer. La adoras…
De pronto cuando el deseo está en el punto álguido, cambia la escena. Ya conoces como funciona el cerebro, es
totalmente realista el “mu” “jodio”.
Ahora la ves en su cama, con su
pareja al lado, rozándose los pies, quizá besándolo como te besa a ti,
acariciándolo como lo hace contigo, pronunciado su nombre con la misma dulzura.
Estan haciendo el amor y sus manos, tocan su espalda con la misma suavidad que
toca la tuya.
Y después, abrazada a su torso,
se queda durmiendo como ha sido su
costumbre.
Es su cama, su casa, su olor, su
compenetración, su vida…Una vida que tú no conoces, que no te perteneces. Miles
de historias, de secretos, de miradas calladas que tienen su significado y tú
jamás conocerás…por la sencilla razón de que no existes. Tu nombre, tu identidad
están camufladas, perdidas por esos recovecos donde los secretos tienen su
casa.
Tú no existes, Froid, solo eres una espita en su rutina, nada más.
Únicamente te queda, espantar esos pensamientos para poder dormir con un poco
de paz después del largo día.
Mañana cuando el despertador
suene, te levantas solo, te remueves si acaso un algo de café con una leche que
te sabe a coco y haces y resuelves tú
día, tus días…solo. En una eterna espera, porque tú si estás enamorado. Y
aunque parezca una ironía, compartiendo con su legítimo a la mujer que quieres.
……………(silencio)………
- ¿Qué sientes? ¿Cómo te sientes?
Dímelo…
- ¡Coño! ¡Joder!
- Eso mismo digo yo… ¡coño! “Pa”
que luego me llamen “desfasá”
En fin, que la vida es más
sencilla que todo esto. Siempre seré de la opinión que no hay nada más
gratificante, que vivir tu relación, sea la que sea, con toda la tranquilidad y
la transparencia del mundo mundial.
Bueno, ya me he aliviado y,
viendo tu cara de susto después del experimento, creo que no necesito nada más.
Me voy, espero no tardar tanto en volver, que lo sepas.
¿Te has dado cuenta de una cosa?
Hoy ha sido el psicólogo quien ha sido examinado.
Hasta pronto, chato y, quítame
esa cara de…Just for men.
¡Ains, pecador!
X
¡Por los clavos de Cristo, cuanto
tiempo sin verte! Y no te creas, que acordarme, me he acordado muy mucho de ti,
galán. Lo que ocurre es que mi tiempo es limitado y tengo que ajustarme a unos
horarios un tanto precarios. Pero mira…, ahora que tengo un rato de ocio me he
dicho, ve a verlo, te sentará bien. ¡Y aquí, estoy! Dispuesta a vaciar esos
malos rollos que tanto me atosigan.
Vaya, se te ve estupendo. Tan
jovenzuelo como la última vez. ¿Te sigues tiñendo el pelo? Sí, ya lo creo que
sí. Como sigas así a la vuelta de unos años vas a tener el “casco” como el
betún y el bigote con cuatro pelos
blancos. Te cantaré la canción aquella de los payasos…Creo que tendrías que
ajustarte un poco más, ir más acorde con los años y envejecer como es debido.
No te vaya a pasar como a esas
actrices, famosillas y gentes con posibles, que de cara parecen niñas y de
cuello para abajo estropajos viejos. Incluido el “chichi”. Siempre me he
preguntado ¿Qué contraste tiene que hacer, visualmente hablando, ver a una
mujer que de cara tiene 30 años y de potorro 60? “To colgandero”…ag.
Anda y quita esa cara de susto
que la verdad siempre será la verdad por cruda que se presente.
¿Me puedo tumbar en la cherlong?
¿Si? ¡Que majo eres, Señor!
Bueno…
Esto que te quiero contar, para
que tú, despacio lo analices, es algo que me viene sucediendo un tiempo.
A ver, resalao… ¿Tú tienes
“guasap”? Es que si lo tienes es mucho fácil entenderme, pero como me digas que
no, te tacho de tío loco, quede claro. Quién no tiene de eso, como el que no
tiene “feisbuc”, no existe en el planeta. Así es como piensa el mundo, así de
simple.
Estamos rodeados de gente que ni
nos rozan. Pensamos, mal pensado, que vivimos acompañados y, cuando apagamos el
ordenador o el móvil, la soledad nos envuelve hasta hacernos reventar. Pero eso
no es algo que me incomode, ni por lo que he venido a verte, no. A fin de
cuentas, cada uno llena sus espacios con lo que quiere o puede. Y los mundos
virtuales son otra herramienta para hacer: guapo al feo, simpático al
intratable, inteligente al tontoelhaba, romántico al frío, Angelinas Jolies a
mujeres que nunca saldrán de su rutina y, donjuanes a hombres que asustan al miedo. Es un mercado enorme, donde
cada uno se acopla a sus necesidades. Y donde unos pocos, miramos sin dar
crédito y nos preguntamos qué hacemos ahí. Eso sí, seguimos ahí. Por algo será…
Bueno, voy a contarte lo que de
verdad me interesa, por lo que estoy aquí.
Como bien sabes, tengo un trabajo
un algo estresante. Pero no contenta con ir con el culo apretao todos los días,
tengo un móvil que se ha convertido en un martirio (con lo contenta que me puse
el día que lo compré, ¡por Dios!, esa pantalla grande y hermosa… ¡Virgen!) No
se me ocurrió otra cosa que decirle a una de mis hijas que me descargara el
dichoso “guasap”. Aplicación gratuita, así podría hablar de forma cómoda con
todos mis familiares y amigos.
Pues bien, craso error…
Aunque en principio era tal y
como yo tenia planeado, con el tiempo también se convirtió en un utensilio de trabajo
y en una pesadilla.
Un grupo donde entran las ocho
personas que están a mi cargo y, que eso parece más un sarao que un “guasap” de
trabajo, y un jefe que lo usa para
comunicarse conmigo a la hora que sea menester.
En fin. Lo del jefe tiene pase,
es casi comprensible, pero solo casi… ¡eh!
Y luego está lo de mi amiga
Micaela, que eso ya es otro cantar y además, “profundico”, vamos, cante jondo.
Como yo no soy de la generación
de los brackets y los iphone última tecnología, sino de aquella que la sonrisa caía como la naturaleza
disponía y la comunicación universal era una madre gritando desde una ventana…
¡sube ya mismamente o te la cargas en cuántico venga tu padre! Me encuentro de
golpe con un chisme sonando a todas horas y, que no respeta ni el descanso.
¿Te aburro? ¿No, verdad?...mejor
para ti, chato. Que con lo que te pago por cada sesión de éstas, lo último que
me apetece ver es ese sopor que te embarga de vez en cuando.
Sigo…
Henchida y arrebatada, en una de
esas consigo localizar la tecla necesaria para silenciar el jodio grupo, pero
cual es mi sorpresa, cuando me doy cuenta que solo se puede acallar el
grupito. Los agregados no, no hay manera, esos van por libre. O
silencias el teléfono entero o nada…O calvo o con dos pelucas, ea.
Y para colmo, tienes que tener la
memoria suficiente para acordarte que el chisme diabólico puede sonar en los
lugares menos indicados. A saber: funerales, misas y demás momentos de
compostura, recogimiento o/y educación social. Por lo tanto tienes que estar al
quite de silenciarlo a no ser que quieras ser la diana de todas las miradas
críticas que tengas en un radio de quince metros a la redonda. Vamos, que
encima parece que en lugar de ser comprendida por un sonido electrónico
impertinente que todos llevamos encima, te otean como si hubiera osado salir
por bulerías con palmero incluido.
Pues llegados a este punto, llega
el colmo del dichoso “guasap”.
Resulta que te conectas y cuando
dejas de estarlo, sigues en línea, ¿cómo
se come eso? Yo no tengo ni idea, pero he quedado como mentirosa más de una
vez. Según mi amiga Micaela, estoy ahí pero no le hablo. Por más que le digo:
mira bonica, yo a esa hora estaba acomodándome para dormir la siesta. Pues no,
dice que no y que mil veces no. ¿Y cómo demuestro eso? No tengo ni idea, pero
me está fastidiando de una forma insufrible. Todos los días con la misma
cantinela.
En fin, Froid, que la gente ya no
habla entre ellos. Se ha perdido el gusto por la conversación
convencional, ahora se habla por medio
de una maquinucha. Vamos por la calle tecleando hasta casi dejarnos los dientes
en la primera farola. Incluso ha habido algún que otro atropello por ir el
peatón en pleno debate con el teclado. Que por cierto, todo hay que decirlo, es
pequeño y ridículo. Cuando marcas una r te sale una t (síndrome de los dedos
gordos o como alpargatas) y terminas
leyendo un galimatías del quince.
Vamos, que como me cruce un día
con el inventor de ese Chat, le pego una yoya que no lo encuentra ni Paco
Lobatón.
¿Ves lo que sufro?
Me doy cuenta por tu sonrisa y tu
asentimiento, que tu también sufres ¿a que sí?
Ains, que “moernos” somos y que
poco preparados estamos. Y con todo lo que te he contado, no llego ni al
meollo, me quedo corta, muy corta. Eso lo dejaré para otra sesión, así tengo la
excusa perfecta para venir a verte.
Me voy ya, por cierto…la cherlon
es comodísima. Y recuerda, galán, aprende a envejecer como se debe, no hay nada
más sensual que una persona que sabe estar en conjunto con sus arrugas y
su…tono de pelo ¡ja!
Dame un beso anda, y sonríe,
sonríe…no dejes nunca de sonreír.
XI
Esto no es viento, esto es un
céfiro cabreao y con mala leche…porras
que día más espantoso.
Hola, Froid. Pensarás qué dónde
he estado metida todo este tiempo, y yo, sincera y directa te diré: observando
el mundo y a sus habitantes. Sentada, con los pies colgando sobre el orbe
cómodamente instalada en una nube de
algodón. Poético ¡¡eh!!
Pero no. En realidad he estado
trabajando como si no tuviera otra cosa que hacer, y claro, evidentemente hasta
las neuras quedan relegadas a un quinto plano.
Y no hubiera venido, si aquella
tarde de diciembre, en pleno aburrimiento supino aderezado con un cansancio
desmesurado, en lugar de entrar a esa página de contactos, donde se me ofertaba
a unos hombres de escándalo de los que quitan el hipo, las penas y los dolores;
dejando a George Clooney a la altura del betún, hubiera optado por lo más sensato: ir a dormir
la siesta. Pero mi curiosidad ganó la batalla a la cordura y, aquí estoy…
¡Vaya! Has cambiado la
decoración. Este nuevo look le quita seriedad al gabinete. Parecemos menos
trastornados los que nos tumbamos en la cheslong. Sobre todo has acertado con
esos almohadones verdes y morados. Y la
lámpara…vaya araña más, más, más… ¿zancuda? Bueno, es igual, el conjunto
es precioso. Me gusta.
A ver, resalao... ¿dónde has
escondido el cenicero?
No me levantes la ceja, que ya me
conoces…
Bueno, pues como te comentaba
–que cómodo se está aquí- en diciembre, en una tarde tediosa y fría, entré al
correo para despachar los mil e-mailes que seguramente tenía en la bandeja
(ironía) y, me choqué de frente con el
anuncio de una página de contactos. Por cierto, que es una página con cierto
“prestigio”, se anuncia en televisión y
todo... ¡Ahí es nada! Pues eso, que me salté a la torera todos mis principios y
con una osadía propia de un diestro…para adentro.
Después de rellenar como cien
formularios, con la sensación latente de parecer que iba a pertenecer a un club
selecto de razonamientos profundos, (lo digo por el papeleo virtual) donde dejo gustos, aficiones, preferencias
esenciales y existenciales y, hasta la
talla de sostén, por fin me asignan un página personal no sin antes depositar
la cuota establecida. Porque claro, si quieres relacionarte, tienes que pagar.
Una página tan personal que es igual a todas las demás. Pero bueno…ya puedo
empezar a conocer a tanto hombre guapo, interesante e inteligente de morirse.
Primera impresión Froid…
¿Hombres guapos de morirse? Sí,
de morirse del susto. Para empezar me han ofertado una publicidad engañosa,
pero además sin parangón ¿Interesantes e inteligentes? Déjame que lo dude.
Alguno seguro que hay, yo francamente, solo me he topado con dos.
Pero, si he dado con una banda de
clasistas que no hay ni por donde agarrarlos. Debe ser, no, es...es; que como la página es de pago, la gente que
entra es en un noventa y cinco por ciento, son diplomados, licenciados,
“masterizados” y condestables. Vamos, un compendio de virtudes. Eso sin contar
que todos son: románticos, cariñosos, estables, practican deporte de
riesgo, hablan cinco idiomas, más bien
agradable de ver y, un largo etc… Pero eso no es lo que me preocupa, a fin de
cuentas, cada uno dice ser lo que mejor le parece. Yo me ciño al dicho tan
fantástico que dice: hablar idiomas es un don, pero saber mantener la boca cerrada
en cualquier idioma, eso es una virtud.
Bueno, ya sabes que en estos
extraños lugares de las redes sociales, inventarse una vida es lo más sencillo
del mundo, volar sin necesidad de alas algo factible y ser la versión guapa de
Pitt (si esas facciones se pueden mejorar) un hecho “probado”. Los espejos
están mal calibrados o la vista de más de uno muy mal graduada. La autoestima
al poder, puñetas. Es que hay que quererse…
Eso sin contar, que una cosa es
como tú crees que eres y otra bien distinta como eres de verdad.
Claro, después de leer esos
perfiles, una se queda minimizada y un algo trastornada. ¿Guapo? Pues será que
tienes la beldad en los dedos de los pies, chato (para los que ponen su foto)
Luego están los que son tan sumamente hermosos, que ni foto colocan, no vaya a
ser que no puedas resistir tanta hermosura facial y caigas babeando encima del
teclado con los ojos en blanco y jurando que has tenido una experiencia
religiosa.
El colmo de los colmos es cuando
te contactan. Foid, créeme cuando te digo que ahí tienes un filón. Si haces
oferta te forras.
Se pueden seleccionar por bloques…
¿quieres que te lo cuente? Evidentemente que quieres, sino para que estoy aquí
¿cierto?
Pues verás…
Entiendo que somos un puñado de
gente sola y que pertenecemos a un submundo donde hemos perdido, sino la
cadencia, sí la fórmula de acercamiento. Tú mejor que nadie sabe, que el ser
humano está diseñado para estar en compañía y, que en los divorcios y
separaciones, la sensación de fracaso aflora. Te desubicas. Y te da por plantar
geranios o por saltar en paracaídas desde la aguja del edificio Ford, aunque te
“escaralles” o te dejes las prótesis dentales en el alféizar del quinto piso.
Lo que sea, para encontrarte de nuevo después de tantos años de convivencia y
de ser un ente que se movía por la vida a expensas de…independientemente si
eres hombre o mujer.
Te quitas los pantalones de pana
y te enfundas en un traje de neopreno que te queda como a un Cristo dos
pistolas. Así con par. ¡Quién dijo miedo!
Sigo…
Primer bloque: los
atlético-musculazo que practican toda clase de deporte incluido los de riesgo y
viajan más que el AVE. Se pasan la vida corriendo, subiendo montes, practicando
vela, catamarán y buceo sin botella. Eso sí, luego no diferencian una almeja de
un mejillón.
Rasgo en común: cincuenta años
como las cincuentas sombras, licenciado o superior, guapísimo de la muerte
(según ellos), con una superioridad que acojona y, un complejo de Buzz Lighyear
preocupante.
Por regla general no ponen foto y,
si la ponen, salen de espaldas o practicando algún deporte de riesgo dejando
patente de sus intensas vidas, con el culo en primera plana. Lo hacen con el
firme propósito, como te he comentado anteriormente, de proteger tu corazón de
un infarto ante tanta contemplación de belleza supina. Los ojos no están
diseñados para esas exposiciones y claro, la entrada por el iris de tanto
mister madurito atlético y vigoréxico, es probable que colapse hasta las arterias y
nos pueda dar un jamacuco. O, al lado de
algún monumento que no deje lugar a dudas de sus paseos por el mundo mundial
Las conversaciones con esta clase
de personas se reducen a un coqueteo (por parte de ellos) insufrible donde el
yo es absoluto y, donde dejan reflejado en tres renglones lo cultos, formados,
poliglotas que son. Un tercer grado abominable y la exigencia de que le mande
una foto reciente (como si las que tengo en mi perfil fueran del año de las
piñatas verdes) cuando ellos permanecen en el anonimato y no salen de él ni por
educación. Por cierto, mucho nivel pero educación justita, que eso es gratis y no tiene postureo. Está
muy trillao ser educao.
Evidentemente, en el momento que
les comento a lo que me dedico; que los viajes que practico no son relevantes,
y que el gimnasio y yo discutimos a muerte hace unos cuantos años, ni que decir
de subir riscos como si fuera una cabra, salen espantados. No vaya a ser que se
les pegue la normalidad a algún músculo y la caguemos. Eso sí, cuando alguno
(los menos, contados con los dedos de una sola mano) te enseñan su foto…Virgen
del Consuelo ¿eso que es? Eso sí es un deporte de riesgo, eso. Y no sobrevolar
el Gran cañón con un parapente remendao.
Voy a encenderme un cigarrico que
me estoy agotando hasta de contártelo…De verdad que comodidad. Se está a gusto
entre estos almohadones. Todavía recuerdo aquellos cojines que te dejaban los
riñones para hacer caldo. Y lo feos que eran…
Vamos con el segundo bloque: Los
acojonaos.
Rasgo común: Más de cincuenta
años. Salidos más que el pitorro de un botijo, coñe. Hartos de la vida, de
buscar, de no encontrar. Recalcitrantes de su sofá y desconfiados con todo
aquél que no sea de su pueblo.
Suelen ser licenciados o
diplomados, pero sin tanto ego. Practican deporte de poco riesgo. A saber:
futbol, senderismo y caminatas callejeras.
Con ellos se puede tener una
conversación normal, sin egos ni excentricidades, donde no te hacen pensar que el eslabón
perdido está aquí y no en Atapuerca como creen los arqueólogos. Eso sí, a poco que te descuides ya te están
hablando de sexo y si pueden quedar para practicarlo, mucho mejor. Después de
vuelta a su sofá y si te he visto no me acuerdo.
Bueno pues a todo esto que te
estoy contando, Froid, añádele eso de cariñosos, románticos, fieles… ¿a que no
cuadra? Exacto, no hace falta que admitas lo evidente…no cuadra ni con regla y
compás. Todos confunden amor con deseo. Pura lascivia con romanticismo y te voy
a tocar las tetas hasta que suene la sinfónica, con cariñosos. Lo de fieles,
sí, hasta que den con otra tía cañón que les rompan los esquemas. Los hombres
son como una gripe, siete días de subida, siete de bajada y de esa cepa no
vuelves a infectarte más.
Y el tercer bloque, ¡tachaaaan!:
Los casados. ¡Toma castañas pilongas!
Con estos no he hablando, pero sí
he leído sus perfiles cuando se han acercado al mío y han depositado todo osados
un real flechazo para llamar mi atención.
Rasgo común: De todas las edades.
Aquí entra de todo, diplomados, licenciados, masterizados, condestables,
bachilleratos, institutos o inferior. De todo, no importa. Lo realmente
importante son ellos y sus ganas locas de salir de sus vidas sin romper un
vinculo sagrado. No se sabe si practican deporte porque no lo especifican, en
su lugar colocan unas graciosas líneas discontinuas. Al igual que en su estado
civil.
Así que de estos, como no los
conozco ni quiero, no puedo hablar nada. Solo lo que intuyo cuando leo sus
demandas.
El caso Froid, que entré por
curiosidad y me he quedado por estudio. Es digno de ser estudiado
cuidadosamente.
El rechazo por no ser una mujer
cañón es tan claro, que hasta araña. La antipatía por ser una mujer normal,
como en el fondo son ellos, aunque en las formas quieran aparentar una imagen
prestada, es demoledora.
La sensación que te queda cuando terminas
de conversar con ellos de que son seres de otro planeta, es tan evidente que me
pone los pelos de punta.
¿Tú crees que si ellos fueran Brat Pitt al igual que nosotras Angelina Jolie, estaríamos allí?
Somos hombres y mujeres normales,
pero de una normalidad que asusta…con unas vidas cargadas que no te deja
espacio para salir a la calle y encontrar a tu pareja a la vieja usanza. Punto.
¿De verdad alguien puede pensar
que una carrera compra un corazón? Evidentemente sí, o ¿Que un trabajo honrado
no diplomado se considere tan barriobajero como para rechazar a la persona que
lo ejerce? También. ¿De verdad se puede
estar más desubicado? Sí… ¿Hola? ¿Queda alguien en el planeta tierra? Porque
parece que todo el mundo se ha ido a Marte y han regresado con el seso hecho
gelatina.
Y eso, querido amigo, es un fiel
reflejo de esta sociedad. De lo mismo que te vas a encontrar en la calle.
Personas hueras que se miran en todos los escaparates y, que sueñan y siguen
soñando solo con una cosa: esa mujer sumisa y cañón que los pongan mirando a Cuenca
en la cama y que tenga tantos títulos como él. Aunque la mitad sean comprados y
la otra mitad prestados. Porque otra cosa, déjame que lo dude…
Románticos y cariñosos… ¿se lo
preguntamos a sus ex? Es como si le pregunto a mío ¿a que yo se callar siempre
que hay una bronca? ¿A que no te contestaba cuando te ponías loco?..¿A que no?
Porque evidentemente, me miraría con cara de palo y diría…tú, tú no te callas
ni debajo de agua.
Creo que es la consulta más larga
desde que vengo a este gabinete. Sin embargo tengo la sensación que me dejo
mucha información. Como te decía anteriormente, esto da para mucho.
Me voy a marchar. Total no voy a
arreglar el mundo, ni el mundo me va a apañar a mí. No a esta edad y con unos
valores bien arraigados.
Luego si tengo un rato entraré de
nuevo a esa página a ver si se alinean los planetas y encuentro al hombre
diseñado para ésta mujer, que sin ser cañón no está mal del todo. Abuela que no
tiene una…
No te rías puñetero…Dame un beso
chico de las estrellas, que estás guapísimo sin tanto negro en el pelo y, no olvides sonreír siempre…
Xll
Hola, buenas tardes galán. Lo
cierto es que no tenía intención de venir a verte, pero después del día de
ayer, me he dicho: Venga, anímate y regresa a esa cherlong cargada de cojines a
despejar tus ideas.
No me mires así, todavía, tengo mi cordura intacta…
¿Sabes? Venia pensando en un
poema… ¿Conoces a la poeta argentina Alejandra Pizarnik? ¿No? Pues vaya chasco,
en fin.
Tiene uno de los poemas de amor más
bonitos que he leído nunca ¿quieres escucharlo? No soy nada buena recitando
pero, si gustas. Gracias solete, atiende:
A veces, también se me acaban las
sonrisas para ti,
a veces, también se me acaban las
ganas de escribirte.
Pero te quiero, ojalá lo
entiendas, siempre te quiero.
Pero a veces, mis abrazos no
tienen calor y mi boca
no sabe que decir…pero te quiero,
siempre te quiero,
cuando no te convengo, cuando no
me soportas,
cuando te odio, te quiero.
Si este poema me parece la mayor
muestra de amor que ha salido de un corazón y una pluma, es precisamente porque
no regala el cielo, ni baja la luna, ni clava una rodilla en el suelo prometiendo
el mundo onírico que solemos soñar, cuando estamos solos y abatidos. Sencillamente, la poeta nos da la realidad. Lo
humano en una fusión perfecta con lo más divino. Lo imperfectamente perfecto.
El amor, Froid, el amor. El
sentimiento más puro que tiene el ser humano. El que mueve montañas y desvía ríos.
Ese…y eso es lo que me trae esta tarde aquí de nuevo, a otra sesión con mi buen
amigo.
Hay una pregunta que me golpea
desde ayer. Ayer precisamente, que tuve que estar consolando a Ana ¿te acuerdas
de Ana? Si, hombre. Es la amiga que me acompaña siempre en los viajes. ¿Ves? Ya
te has acordado.
Bien.
La pregunta es ésta, verás. Si el
amor es el sentimiento más puro que tenemos ¿qué añadidos necesita? ¿Por qué
amarse no es suficiente? Si este sentimiento precisamente contiene en su haber:
la sonrisa, la ilusión, la constancia, la lucha, la concesión, el perdón, la
renovación, la racionalidad, lo visceral, la ternura, el deseo, la pasión, la
comprensión y un largo largo, largísimo etc… ¿qué puñetas de añadidos necesita?
¿Los mundos irreales del nunca jamás?
Ana esté hecha polvo ¿y por qué
lo está? No es porque le han roto el corazón, ni mucho menos. A estas edades
somos lo suficientemente capaces de comprender y sobre todo, de asumir sin
hacer dramas que no valen para nada, si acaso, para dejarte a la altura del betún
con la autoestima haciéndote sombra. No, no es eso. Es haberla dejando nadando
a contra corriente sin horizonte ni brújula, en un inmenso mar de dudas. Y esas
dudas, cómo no, las he tenido que soportar yo y sin anestesia. Lágrimas, que no
puede ocultar, preguntas que no sabe contestar, un buen vino y mi hombro. Un adiós inesperado
que le ha roto todos los esquemas y, la ha dejado a merced del escepticismo más
cruel. De ese que no se sale fácilmente porque te culpas de todo, de cada una
de las malas situaciones. Porque piensas que la mala suerte está de tu lado y
no te mereces ni tan siquiera que alguien se rompa la camisa por ti. Así que,
ni mucho menos, abrirse las venas…es metafórico, que quede claro.
Y todo por un amor que necesita
un añadido….Y en esas estoy, Froid, intentando encontrar para Ana, ese añadido.
Pero, no doy con él…
Los seres humanos somos
complejos, eso lo sabes tú mejor que nadie. Somos contradictorios y encima nos
encanta ponernos ese punto de misterio, que si cabe, todo lo enreda más. Pero
se nos olvida ser honestos. Omitimos la verdad, quizá, para hacer menos daño…pero,
si el daño ya está hecho ¿por qué no decir a las claras, no te quiero?
Para qué tanta patraña. Para qué
tanta excusa… Siempre he dicho y, tú me conoces muy bien, que la verdad puede
doler, pero la mentira es infinitamente más cruel y dañina. Por eso nunca
miento ni yendo en mi contra. Qué quizá no empleo mí mejor tono, ni mis mejores
palabras…eso es cierto, pero de mi nadie puede decir: me hiciste daño adrede,
chata.
No existe añadido para el amor,
eso es una conclusión que sienta cátedra… ¿verdad?
Lo sabía…gracias por asentir.
Quererse es compartir y no solo
buenos momentos. Para tener buenos
momentos solamente no está diseñado el ser humano y, mucho menos el concepto
pareja. Donde todo, se tiene que hablar, discutir, mimar y amar.
Por lo tanto a Ana la ha dejado
un chico que decía amarla, pero que no era cierto. Igual confundió amor con
pasión, eso es algo muy sencillo de hacer. Y al pasar los días empezó a
discernir que lo que sentía no llevaba a ninguna parte. No lo culpo, ni tengo
derecho a hacerlo. Pero tampoco puedo evitar sufrir por ella, verla sumida en
un sopor que me rompe el alma. Es como si, con su partida, se hubiera apagado
la luz de sus ojos.
El amor y sus consecuencias.
Lloramos por no tenerlo y lloramos cuando lo tenemos. Lloramos cuando lo
perdemos y cuando no lo encontramos…sin embargo, no hacemos nada para cuidarlo
y, mucho menos luchar. El caso es estar siempre carentes de algo. Sentirnos
desdichados con o sin él. Sin él porque nos sentimos incompletos y, con él
porque no somos capaces de hacernos entender. El yo gana batalla…el
individualismo, la guerra. Y el soldado yace muerto con una bandera blanca
asida a su mano…
Cupido y su venganza…la venganza
y el ser humano.
Bueno, Froid, mi buen amigo…me
voy pero antes te voy a recitar otra poesía, también de la Pizarnik.
Y qué es lo que vas a decir
Voy a decir solamente algo
Y qué es lo que vas a hacer
Voy a ocultarme en el lenguaje
Y por qué
Tengo miedo.
No olvides sonreír siempre…hasta
pronto, galán.
*Derechos reservados*
Ya sé que se escribe Freud, pero éste en concreto, es Froid.
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