domingo, 2 de junio de 2013

DÓCIL...




Estoy desnuda frente a una primavera que irradia dulzura. 
Ven -me dice- acércate más que te deshielo y, prometo forjar tu cuerpo con las mil delicias del paraíso. Cubriré tu cintura de finos hilos de oro, en tus muñecas ataré con gozo la cuerda que te sujete a mi dominio, de tu boca saldrán los besos más consentidos; del gemido profundo: la huella que te indique el camino.
Hallarás la libertad en la libertad de tus principios y, el color de tu abanico sacudirá el aire rancio de los otoños dormidos. Ya no habrá miedo, princesa, seré yo quien te someta al sueño de los elegidos, vistiendo tu cuerpo con los nudos de la hiedra fresca, ligando tus tobillos a la santa  tierra.
Acércate –me susurra- no rompas el hechizo. Deja que fluya la magia, deja que cale en tu ombligo, sin mostrar pena ni rabia, siéntete diosa y esclava, que las caderas que engalano merezcan ser tratadas con las mieles  de la hembra que te anida.
Préstame tu confianza, que yo a cambio te haré conocer dónde reside el más recóndito sentido que le da sentido al sentido, naciendo en tus entrañas la rosa más bella y más blanca...



*Rocío Pérez Crespo*


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