jueves, 23 de mayo de 2013

QUIERO HACER UN ALTO MI CAPITÁN...




Como el viento furioso que azota la rosa hasta desvestirle de sus blancas corolas, así eres tú, querido.
Capitán de un barco sin rumbo que leva  ancla y extiende velas, dejando a merced de la marea el casco gastado y sucio. Orgulloso de las letras grabadas en la vieja madera,  que con tanto ahínco tallaron las manos de aquel que en su prometido entusiasmo, pensó, mal pensado, que  cincelaba lo perpetuo con su delicado trabajo.
Arribando a cualquier puerto sin merecer ni siquiera el sitio, pisas tierra firme con tu bota de corsario. El parche en el ojo, la pata de palo…el pirata más adorado por las fulanas del barrio.
Sin brújula, sin mapa, sin tiempos ganados.
Un personaje de cuento mal escrito. El compendio de mil perfumes en un frasquito. Nadie sabe a lo que hueles, nadie comprende de dónde has salido. Menos las fulanas del barrio, que esas, asqueadas de oler a pescado podrido, cualquier cosa que se le ofrezca, es un surtido apetecido.
Y así, entre olas y mareas, lunas muertas y estrellas fugaces, despliegas tu negra bandera haciendo brillar la calavera que llevas impresa en tan recios corales…
¡Ay! Ladrón de corazones, de promesas vacuas, de linaje pobre. Con la sal pegada  a tú labios despilfarras besos en bocas con sarro. Escupes en lo más sagrado, creyendo, que tu dios eres tú mismo y tu diablo el reflejo de tu espalda sobre el mar bravío.
Nunca tendrás descanso, ni en tierra ni en los adentros de esas aguas manchadas por tus defectos, sigue…sigue sin rumbo y con boato, imaginando desde lo alto del carajo, un horizonte pintado con los colores del ese amanecer que tantas veces has pateado.




*Rocío Pérez Crespo*

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