lunes, 22 de abril de 2013

JOLENE...(Parte I)





“Si fuera más guapa y un poco más lista, si fuera especial, si fuera de revista…”

Tumbada en la cama, con los ojos clavados en un techo poco blanco, la canción se repite en su cabeza una y otra vez. Piensa que nunca una letra con música había logrado definir sus inseguridades con tanta precisión, aunque, también comprende, que si alguien la ha escrito, es que no es solo una percepción suya, sino de un colectivo.
Más gente se siente como ella…pequeñita, chiquita, brutalmente ridícula.
La casa huele a tristeza, tiene ese olor rancio que se mete hasta en las tripas descomponiendo la seguridad hasta hacerla picadillo; las sábanas emanan  soledad, una soledad espesa que atrapa y calcina y, la razón, se desdobla entre lo real y la utopía cargando su lagrimal hasta hacerlo reventar.
Se da la vuelta hacia la derecha, reposando su mirada en el haz de luz que entra a través de la persiana y, hace brillar, como pequeños diamantes, algo tan vulgar como el polvo en suspensión. El nórdico, lleno de margaritas y mariposas,  envuelve su cuerpo recogiendo el calor de toda una noche; la almohada conforta la cabeza con una tibieza extrema. Se encuentra bien abrigada por las plumas, pero tremendamente helada en su interior.

 “Tendría el valor de cruzar el vagón y preguntarte quién eres…”

La vida es injusta, no tiene equilibrio…Es algo bien sabido por todos los humanos. Tarde o temprano, todos sentís una patada en la boca del estómago que os deja sin aire y retorcidos.
Donde falta nunca llega, donde sobra no se aprecia. En todos los ámbitos de la vida.
Se levanta de la cama sin ganas, con un peso en el pecho y los remordimientos de los excesos golpeando la moral. No sabe decir que no…
El vino barato todavía corre por sus venas y, la eyaculación de no sabe quién, la tiene apergaminada entre los muslos. No recuerda  la cara del hombre que la invitó a cenar, la colmó de gratitud,  la besó tan dulcemente que se sintió la reina de un cuento de hadas,  la folló con tanta pasión que se convirtió en la diosa perversa que todos desean tener en la cama. Lujuria, derroche, humedad, sudor…oscuridad.
Siente asco cuando se mira en el espejo. Treinta años de mierda suspendidos en una sola decisión. Treinta años esperando que alguien la quiera.
Pero ese alguien no es el tío que estuvo anoche en su cama, ni el de la semana pasada, ni el de la otra anterior. Hombres que después de follar, se visten  y salen corriendo con la faena cumplida, despidiéndose con una espalda vestida. Hombres que no se acuerdan de ella dos segundos después de “correrse”. Entes que entran y salen,  dejando la mancha de su esencia en una piel que exuda carencia y un aliento que apesta a alcohol. Ese alguien no existe, es solo una puta fantasía creada por la  necesidad. Soy yo mismo, disfrazando la realidad licenciosa  con mascaras  de posibles.
Ella lo sabe y me permite seguir, en lugar de enfrentarse a mí…

Continuará....

Rocío Pérez Crespo

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