Bailar conmigo malditos y
arrancarme en cada giro las ropas que se apoderan de mi cuerpo enclaustrado en
este vestido raído. Romper mi alma contra la hoguera y dejar que brote fresca
mi lascivia y mi vehemencia.
Atarme las muñecas y poseerme en
un grito fiera, quiero sentir por dentro lo que escupe la tierra y, de esa
manera flotar como debo y volverme tijera. Filos cortantes que penetran en la
fuerza, englobando suelo y cielo pariendo sangre y flema.
En esta noche siniestra hágase mi
voluntad, que pisen estos tacones la asolada enfermedad que nutre a la muerte
en defensa propia de la integridad.
Uniros a mí, hacer fuente de vida, que corra por mi vagina
toda la miseria que encierra esos posos asolados en sus cavernas; que troten
como mil corceles, que sienta como penetran en la parte más hiriente de mi
entrepierna y fluya como un torrente de lava la forma y los fondos de unos
rizos dorados y unos ojos transparente.
Para darle al mundo la paz pertinente que se halla en la esperanza que
nace de un vientre.
Ni ramera, ni sirvienta. Solo una
bestia que hace con su celo lo que le viene, por ser hija del orbe y respetar por equidad a
la natura soberana que me dio integridad. No apaguéis el fuego, dejar que
reviente en ascuas, que me sienta la mas santa con las piernas bien abiertas y
la cara levantada, mirando a las estrellas y dejando que cubran con sus luces
esta oscuridad atormentada…
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