Atiendo a las palabras que llegan
envueltas en un viento azul, cálido y
complejo, asentándose entre los pliegues
de mi falda.
Me traen el supuesto suspiro
forrado en anhelos de una piel que palpita,
la fragancia eterna de dos cuerpos emanando sudor; el color divino
sellado con lacre en la carta que jamás se envió…me alcanza tu hambre, tus
desvelos, tu presencia…la singular belleza que guarda el corazón.
Una mariposa de rancio viso estimula
el presagio de un venidero usual y, sin poder evitarlo una sonrisa se escapa,
una luz aviva la mirada y unas ganas despiertan en algún lugar. El pálpito que
golpea mi pecho acuna a la niña dotándola
de fe.
Y es entonces cuando miro ese
cielo uniforme que entre sus nubes esconde lo excelso de su grandeza y comprendo
que el sol sale para todos, solo es cuestión de saber mirar entre la espesura,
de hacerle caso a lo que el viento te regala con su voz profunda y limpia.
Será mañana, o quizá mañana…no lo
sé, pero ser: será.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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