No te conozco casi de nada y,
eres tan personal para mí como yo misma. En la profunda contradicción en la que
nos hallamos, soy capaz de verte tanto en lo ordinario de la realidad, como en
lo insólito de los sueños.
Con sombras chinescas me llega tu
esencia, con volutas de humo tú presencia…los pasos firmes y marcados, la
seguridad en tus piernas, lo ordenado de tu vida, la inteligencia subida a la
hermosura en nubes repletas de caricias. De ternura, de vehemencia.
Como la caléndula que se recoge,
suave y delicada al cubrirse de noche o el vuelo de las libélulas que danzan
por mis fantasías, así guardo la delicada figura de tus ojos y de tu sonrisa.
Hay segundos que te echo de menos
y días enteros que te extraño y, por un beso de tus labios rompería el cielo
con mis manos y quemaría la luna para hacer de su manto el ígneo vivo que
calienta mi armonía; los rizos de mi pelo, el castaño con el que acierto. La
plata de tus sienes, el tostado de tu cuerpo…
Tiemblo…
Somos dos restando uno, no hay
raíz. Sin embargo, el deseo que marca mi existencia lleva tu nombre impreso
desde los huesos hasta la matriz donde nace con todo su esplendor, el sabor
inconfundible de la pretensión.
El amor, el sublime y rebelde
amor que me atrapa y me descompone, me sube, me baja. Me estrellas contra las
rocas, me mima bajo un sol de bonanzas… Me rompe y me apaña… hace de mi el vértice
y el núcleo, la tempestad y la calma.
Los días más dulces, las noches más
amargas.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
no has venido pero si es por escribir cosas asi te lo perdono, guapa
ResponderEliminarNo he ido, no... ya sabes que lo tengo complicado con los horarios de la mañana, coincide. Muchas gracias por ese perdón...mil besos.
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