Subo a la cima que te reconoce
como único.
Avanzo un paso para encontrarte
en ese mundo común que habilita las sensaciones enarbolando la fe y, aunque la
apetencia se dispare, el temor recalca su presencia.
Sonrío, es mi sino. Nadie sabe el
temblor que se esconde debajo de mi piel.
Quizá no encuentre la mirada,
cálida y serena…ni tan siquiera la profundidad color avellana de tus instintos
y choque contra la indiferencia pegajosa que me devuelva de un empujón severo a
la absoluta realidad.
Calla el pensamiento el mensaje
de advertencia, abriendo un hueco a la fortuna, donde me escondo entre sus rincones pasando del estado confuso al dulce
sabor del caramelo que lleva impregnado tu nombre.
Regresa el sueño y me permito
abrazarme a él, un día más, un momento más, dejando en la eternidad la
fragancia inconfundible de tu empaque.
*Rocío Pérez Crespo*
*Derechos reservados*
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