Lo tienes escrito con zumo de
limón en tu sempiterna calavera, no se ve
pero está.
El deseo perenne que explota ante
el mundo, es el reflejo de poseer aquello que nunca te ganaste. Tanto el beso
como el linaje. Tanto el tiempo como la propia ausencia de una sombra en la pared. La mota de polvo y el
cofre lleno…los ojos abiertos e incluso las moscas que se posan en los huesos
de los muertos.
El alivio ante la desgracia de tu
hermano es la única pugna por la que merece la pena respirar, verlo caer,
soportar erguido su debilidad con una mueca en la cara que es pura apariencia
y, cargas el aire de un aliento fétido que enmohece todo aquello que por gracia
te fue otorgado.
Haces de tu inferioridad una
pandemia que va dejando secuelas en el alma. Muerdes pero no te alimentas,
carroña infecto de piel de hadas, que solo descansas cuando ves caer lo que con
tanta saña anhelas.
Qué fuerte amiga! Espero que no me toque este garrotazo!
ResponderEliminarPor el momento no la he alimentado con nada ni con nadie. Partiendo que somos humanos y, por ende, tenemos en nuestro haber lo bueno y lo malo. Tendré otros pecados, cosa que nunca pondré en duda, pero la envidia no es uno de los míos.
ResponderEliminarMuchas gracias, Carlos. Besos.
La envidia es el primer mosntruo que debemos vencer en nuestro porpio ser. Transformar esta energía negativa en admiración es una buena fórmula. Expresarlo verbalmente es lo mejor. Tu prosa y el tema, excelentes amiga. Tienes un don que da envidia jajajaja, pero al decírtelo se me pasa la comezón.... jejejeje. Un gran abrazo amiga.
ResponderEliminarJajjajajajja, has estado genial, Paty, que lo sepas.
ResponderEliminarUn millón de gracias por tus palabras. Besos.